Vaticinaba, hace unos días, una fuente relacionada con la industria del gran consumo, que el dato que publicaría este martes el Instituto Nacional de Estadística (INE) acerca de la inflación de los alimentos en septiembre, probablemente nos daría una grata sorpresa. No iba errado, este experto. La alimentación sigue encareciéndose, pero lo hace cada vez menos.
En concreto, el Índice de Precios al Consumo (IPC) alimentario se situó en el 1,8% en el noveno mes del año, en comparación con el precio que presentaba este mismo indicador en septiembre del 2023. Y esto implica, no solo reducir en siete décimas la misma comparativa hecha en agosto, sino situarse en la tasa de inflación más baja en casi tres años, después de haberse eleveado este indicador por encima del 10% durante muchos meses.
Es, de hecho, precisamente por el encarecimiento acumulado que este dato tiene sus sombras. Porque, que el precio de la alimentación suba un 1,8% significa, al mismo tiempo, que la cesta de la compra está aproximadamente un 30% más cara que en 2020. Pese a todo, en el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa están más que satisfechos con el dato. Especialmente teniendo en cuenta que hace un año, esta misma cifra era un 10,5% y, hace dos, de un 14,4%.
Según el INE, es especialmente remarcable la bajada de precio de los aceites y las grasas, que subían el año anterior. También influyen, aunque en menor medida, las legumbres y hortalizas, y las frutas.
Además, al moderarse tanto la inflación en este terreno, también desciende considerablemente la inflación en general. Tal como avanzaba el INE a principios de mes, y ha confirmado este martes, la vida se encareció un 1,5% en septiembre, y esta es la tasa más baja de los últimos tres años y medio. Este servicio estadístico también ha confirmado que la inflación subyacente (una forma de medir la inflación sin tener en cuenta los elementos más volátiles como la alimentación no elaborada o la energía) se situó en el 2,4%.