Seguro que alguna vez has oído decir que una persona «huele a viejo». Además, ese olor distintivo está estrictamente ligado con la gente mayor. Aunque es un tema del que se habla comúnmente en el ámbito popular, pocos conocen la ciencia detrás de este fenómeno. De hecho, nada tiene que ver con la tercera edad, sino que comienza a producirse mucho antes. Así que vigila, porque quizás está desarrollando ‘olor a viejo‘ y no lo sabes.
La clave de este olor tan característico se encuentra en una sustancia llamada 2-nonenal. Se trata de un compuesto orgánico volátil que se genera a medida que la piel envejece. En concreto, proviene de la oxidación de los ácidos grasos insaturados en las glándulas sebáceas de la piel.
En personas jóvenes, el sebo contiene más antioxidantes naturales, lo que ayuda a prevenir la oxidación de los ácidos grasos en la piel. Sin embargo, con el paso del tiempo, los niveles de estos antioxidantes disminuyen, y los lípidos en el sebo, especialmente los ácidos grasos insaturados, comienzan a oxidarse con mayor facilidad. Este proceso de oxidación es clave en la formación del 2-nonenal.
Además, la actividad de las glándulas sebáceas se reduce con la edad, lo que afecta la barrera protectora de la piel. Esto, junto con una menor renovación celular, hace que el sebo oxidado y las células muertas se acumulen en la superficie de la piel, intensificando la presencia de la sustancia.
Sustancia y olor díficiles de eliminar
Por tanto, el ‘olor a viejo’ no es el resultado de una falta de higiene, como algunos erróneamente creen, sino un proceso natural del cuerpo. Además, el 2-nonenal es difícil de eliminar con productos de limpieza convencionales, lo que explica por qué a veces el olor persiste en objetos y espacios donde habitan personas mayores.