Dentro de dos fines de semana las representaciones del Misteri d’Elx volverán a la basílica de Santa María. El cielo, colocado en agosto, se mantuvo, pero no así la tramoya baja, que estos días se vuelve a montar.
No es fácil ni ágil montar la tramoya baja del Misteri d’Elx. Para empezar, algunas de las piezas de madera llevan una inscripción, un número (se nota por su estilo que fueron marcadas hace muchísimo tiempo) a modo de indicación y que resulta ser para los operarios como una especie de guía para saber ensamblar correctamente cada uno de los elementos, sobre todo en lo que se refiere a los soportes más importantes del Cadafal.
Una parte de los trabajos comienza en realidad retirando o desplazando buena parte de los bancos que habitualmente habitan el templo. Unos cuantos son agrupados y terminarán descansando ocultos bajo las dos tribunas de invitados, tanto del Patronato como del Ayuntamiento, que se levantan a ambos extremos de la nave central.
Montaje
Otros de estos bancos son reubicados y dispuestos adecuadamente para acoger a buena parte del público, siempre expectante por asistir al drama asuncionista que en el presente ciclo de otoño se desarrollará los días 25, 26 y 27 de octubre.
Otra parte de los trabajos, que este lunes comenzaron a partir de las 16:30 horas, reside en sacar los distintos elementos que habitualmente se almacenan en la conocida como Casa de l’Orxata, en la calle La Fira, justo enfrente de Santa María. Son las partes desmontadas que luego darán forma a la tramoya baja.
El templo de Santa María tiene ocho puertas y es la conocida como «porta Xiquica» o «puerta Chica» por donde se van internando esas distintas piezas. Algunas tienen un peso a tener en cuenta, por lo que es necesaria la ayuda de un carro de transporte.
Escenario
También es imprescindible despejar el altar y la zona central de la basílica. Y es que además de armar las tramoyas, los operarios de la tramoya baja y del foso se emplean a fondo con la faena de articular el Cadafal en el crucero y a varias alturas, porque no solo se monta sobre la planta de acceso, sino también sobre el presbiterio.
Su encaje precisamente es bastante crítico porque este escenario elevado tiene que soportar el peso de decenas de judíos y apóstoles, además de configurarse como el plano horizontal más importante de la escenificación y donde los ojos de los espectadores reposarán principalmente. No puede haber fallos en su acople definitivo.
Modesto Blasco está al frente del equipo de montaje de la tramoya baja. Estos días, al no ser un mes típico de vacaciones como es agosto, es complicado reunir a todo el equipo de montaje, bien porque estudian, bien porque trabajan. Por lo general son entre diez y doce personas las que se encargan de que todo quede como debe.
Blasco, quien recuerda que normalmente se precisan dos tardes para acabar todo el trabajo, señala que tras montarse el Cadafal llega el momento de hacer lo propio con el Andador. Lo último que se coloca son las alfombras. Y revela una curiosidad: lo complejo de verdad es montar correctamente el mecanismo de la cama de la Patrona. «Todo tiene que ir muy exacto, para que no se enganche nada», indica.
Y así, entre maderas centenarias se va tejiendo un trabajo invisible por unos montadores que, sin ellos, el Misteri d’Elx tampoco podría ser posible.
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