La geografía no es el fuerte de los estadounidenses, pero sí lo son las metáforas, utilizadas históricamente para redefinir su geografía. La franja de estados sureños que más emigración interna han recibido en las últimas décadas se conoce como el Cinturón del Sol; los estados donde más fuerte es la influencia evangélica se agrupan en el Cinturón de la Biblia; y aquellos que un día concentraron el grueso de la industria pesada forman el Cinturón del Óxido. Lo mismo podría aplicarse a la política, donde nuevamente vuelve a estar en boca de todos el ‘muro azul’, los 18 estados que entre 1992 y 2012 apostaron de forma invariable por el candidato azul (demócrata) a la Casa Blanca. Donald Trump llegó al poder tras derribar ese muro en 2016. Y su contrincante en estos comicios, Kamala Harris, sabe que le bastaría con preservarlo para ganar las elecciones de noviembre.
La mayor parte de ese bloque de estados no está en disputa. Con tres notables excepciones: Pensilvania, Michigan y Wisconsin, que han votado con una única excepción al mismo candidato en cada ciclo electoral desde 1980. Más blancos, envejecidos y proletarios que la media, rompieron su idilio con los demócratas tras décadas de desindustrialización sin freno. Trump supo aprovecharlo en 2016, pero no tardó en perderlos cuatro años después. También Wisconsin, tierra de vacas y queso, patria de Frank Lloyd Wright, para algunos el mejor arquitecto en la historia de EEUU, de Oprah Winfrey y del folk de alto voltaje emocional de Bon Iver. «Dicen que Wisconsin es el más difícil de ganar de los estados bisagra«, dijo recientemente el republicano. «Si ganamos Wisconsin, ganamos la presidencia». De momento, Harris le saca unas décimas de ventaja.
Votos electorales en juego
Con 10 votos electorales en juego, Wisconsin votó ininterrumpidamente demócrata desde 1988 hasta 2012, las últimas elecciones ganadas por Barack Obama. Un patrón tan sólido que los demócratas llegaron a dar allí su victoria por descontada, como demostró cuatro años después Hillary Clinton al no pisar ni una sola vez el estado durante su campaña presidencial. Un error que acabó pagando muy caro. Trump ganó aquellas elecciones en Wisconsin por menos de 23.000 votos tras presentarse como el salvador de los trabajadores abandonados por los demócratas, una hazaña que repitió en Michigan y Pensilvania para demoler el ‘muro azul’ y conquistar la Casa Blanca.
Pero sus promesas para reindustrializar la región nunca se materializaron. En paralelo, bajó los impuestos a las rentas más altas, y trató de quitarles un poco más de poder a los raquíticos sindicatos. En 2020 Joe Biden recuperó Wisconsin por poco más de 20.000 votos, al igual que Michigan y Pensilvania. Dos años después, el también demócrata Tony Evers fue reelegido como gobernador del estado, consolidando el cambio de tendencia.
Estrategia de los candidatos
Wisconsin pondrá a prueba hasta qué punto los demócratas son capaces de reconciliarse con los trabajadores blancos, que han basculado hacia el trumpismo de forma masiva en la última década. Tres quintas partes de los votantes del estado son blancos sin formación universitaria, según un estudio de Brookings Metro, uno de los porcentajes más altos del país. A su favor, la vicepresidenta de Biden tiene el legado de su Administración en estos últimos cuatro años, que ha visto un renacer de las manufacturas y un apoyo inequívoco de la Casa Blanca a los sindicatos. Tanto que muchos consideran a Biden el presidente más afín a los trabajadores desde Franklin Roosevelt.
Pero Harris no es Biden, y las encuestas le dan un apoyo bastante inferior al que tenía el presidente como candidato entre este segmento de la población. Su núcleo duro en Wisconsin son los jóvenes de ciudades universitarias como Madison y los profesionales con formación superior de los suburbios. No solo tendrá que movilizarlos en masa, según los expertos, sino perder entre los trabajadores blancos por la menor diferencia posible. Su otro gran desafío es lograr que los afroamericanos salgan a votar. Su participación se ha desplomado en los dos últimos ciclos electorales. En 2020, solo votó el 43%.
El músculo de las campañas
De acuerdo con las encuestas, no quedan apenas votantes indecisos en Wisconsin, tan solo un 4% del electorado, pero dado el estrechísimo margen de diferencia que impera entre ambos candidatos podrían ser decisivos. Trump está apostando fuerte por el estado, como demuestra la celebración de la Convención Nacional Republicana en Milwaukee, la ciudad más populosa del estado. En solo ocho días de este mes, el neoyorquino ha hecho cuatro mítines en Wisconsin. También en los condados del sur del estado, bastiones demócratas raramente hollados por los candidatos republicanos. Su campaña tiene 40 oficinas en el estado y ha gastado más en anuncios electorales que Harris, según la consultora AdImpact.
La demócrata, por su parte, tiene más oficinas que su rival para registrar votantes y organizar a sus voluntarios. Buena parte de sus desvelos parecen centrados en energizar a los votantes afroamericanos, que sienten que gane quien gane siempre acaban perdiendo. Particularmente en Milwaukee, la urbe de todo el país donde más pobres son los afroamericanos. Paralelamente está haciendo campaña en zonas rurales con mucha propensión a votar republicano.