Los bombardeos israelitas sobre la franja de Gaza no son un genocidio, sino que responden a la lógica de una guerra, en la que prima la ley del más fuerte y en la que se han cometido barbaridades por ambos bandos. Es el análisis que realiza el periodista Agustín Remesal (zamorano de Gema, 1947), que fue durante varios años corresponsal de Televisión Española en Jerusalén. «Seguramente que entré como mínimo 30 o 40 veces en la Franja de Gaza, en Cisjordania mucho más también, en Líbano 8 o 10 veces. Estuve también precisamente cuando la guerra de 2006 allí», relata este zamorano que conoció al padre del actual presidente israelí, Benjamín Netanyahu, su vecino cuando vivía en la zona, aunque el padre no fue un político, sino un catedrático. Remesal cree que el conflicto está en su punto álgido con una evolución incierta. Da por sentado que Israel volverá a bombardear Gaza y que la solución será la de los dos estados, aunque va para largo.
–¿Cómo está viviendo este conflicto?
–Es una zona, digamos, de conflicto permanente desde que la conocí en el año 2001-2002, que comencé como corresponsal. Cuando hablo con mis amigos de allá me sorprende mucho una cierta uniformidad que hay por parte de los israelíes. En general, la opinión pública en este momento, por lo que yo veo y escucho por teléfono a la gente que conozco, no les ha extrañado nada ni siquiera que Netanyahu lleve a cabo todo esto. Hay una comunión de todos los judíos, de toda la gente que vive allí desde hace muchos años, que intuían que podía pasar lo que ha sucedido desde hace décadas.
–¿Por qué?
–Aquella, como todo el mundo sabe, es una tierra partida en trozos. El ejército israelí, sin duda alguna, ha demostrado que es una fuerza indiscutible y la opinión pública, incluida la que va contra Netanyahu, de alguna manera guardará un silencio a ver qué pasa. Es decir, la gente realmente está menos contra Netanyahu de lo muchas veces se supone desde aquí, desde España. Netanyahu, con los problemas políticos que ha tenido, goza de una relativa buena salud desde el punto de vista político dentro de Israel. Y lo que está pensando la gente desde fuera es que acaben con Netanyahu desde América, Europa, la ONU o desde no sé qué parte del mundo. Pero él no tiene en este momento ningún problema para hacer la política que está haciendo y para llevar a cabo una guerra de la que está siendo el gran líder mundial, vamos, así de claro. Esto va a sonar raro a mucha gente, pero es así. La mayor parte de los israelíes están por la labor de que había que poner en marcha una situación difícil, pero que no quedaba más remedio que llevarla a cabo. Han aguantado muchísimo tiempo algunos problemas locales, sobre todo de tierra, que desde fuera no lo vemos de la misma manera, porque realmente Israel lo que ha hecho desde el año 47 que se hizo Estado, su gran objetivo, ha sido ocupar tierra, ocupar tierra, ocupar tierra. Estaban los palestinos, como podían estar también en cierta forma otros vecinos suyos, pero su objetivo es ese.
El presidente hebreo no tiene ningún problema interno para hacer su política
–Desde aquí estamos viendo que se está cometiendo un genocidio del pueblo palestino sobre todo en la Franja de Gaza. Pero, ¿con qué objetivo por parte de Israel?
–Yo no estoy a favor de la idea del genocidio israelí contra el pueblo palestino. No. Es una guerra que están haciendo dos naciones. Los genocidios se miden de muchas maneras: la Shoah (Holocausto) se llevó por delante a seis millones y medio de israelíes, de judíos. Esta vez van 45.000 muertos palestinos. Yo no comparto esa idea de que unos son más genocidas que otros. Cada uno mata lo que puede, eso sí que es cierto. El día 7 de octubre de hace un año pasó lo que pasó, sin duda alguna. Pero realmente las milicias de Hamas han hecho muchísimas más cosas de las que se cuenta muchas veces. El ejército israelí ha pasado muchas líneas rojas, pero es que los del otro lado también. Esas son las guerras en realidad. Vamos a ver cómo acaba todo, porque ahora parece ser que hay muchos acólitos. La gente aquí piensa que Irán tiene todo el derecho a hacer lo que pueda, pero esa guerra aún no ha empezado; entre Israel e Irán sólo ha habido algunos toques suaves para ver qué pasa entre ellos. Pero me niego a hablar de genocidas de una y otra parte.
–Sin embargo, cuando se ven los ataques a un hospital o a la población civil y hay tanta destrucción, parece que Israel ha sobrepasado con creces lo que sería su derecho de defensa, ¿no?
–En una guerra yo creo que hay muy pocas leyes de hasta dónde se puede llegar. Cada uno mata lo que puede. Yo supongo que los comandos de Hamas, a los que hice varias entrevistas (con la cara tapada y enseñando el armamento) hacen lo mismo. Realmente Hamas es un producto semi-israelí, porque hace unos dieciocho años, era la mejor forma por parte de Israel de hundir a Arafat, y lo hizo. Es decir, esto es mucho más complejo de lo que parece. Es mucho más acertado, yo pienso, entrar en el cómputo de la guerra-guerra sin más. Es decir, quién tiene más misiles, quién va a tirar más misiles, y quién puede tener más muertes o menos muertes. Pero la moral en las guerras yo pienso que no pinta nada, en realidad. Todo el mundo mata lo que puede, simplemente.
–¿Y no le afecta ver Gaza destruida?
–Me da mucha pena ver por televisión todos los días lugares en los que yo estuve, desde un hotel, o la casa de un amigo, o donde vive todavía mi cámara. Pero todas esas cosas, el genocidio y todo lo demás, me parece muy poco aceptable. Ya sé que 45.000 muertos son muchos más que 1.300 muertos, sin duda alguna. Pero bueno, todos saben lo que tienen que hacer de un lado y del otro, y el número de muertos no tiene nada que ver con una moral bélica. Tiene que ver con la cantidad de bombas que se tienen, simplemente. Sé que es tremendo y vergonzante lo que estoy diciendo, pero es la realidad.
Desde que se creó el Estado judío en 1947 su objetivo siempre ha sido tierra, tierra y tierra
–¿La solución de los dos estados qué le parece? ¿Cómo se puede arreglar esto?
–De una vez por todas esto se tiene que hacer. A ver si pasan los americanos sus elecciones definitivamente y se va por ahí, que es la única forma siquiera de solucionar poquito a poco todo eso. Lo mejor que se puede hacer son los dos estados, sin duda alguna. Es lo que le daría precisamente a los palestinos la posibilidad de un final, aunque fuera lento y difícil, como fue en el 93 con lo de la cumbre de Madrid y los acuerdos de Oslo. Era el buen camino, pero eso se tiró para atrás porque en ese momento el señor Arafat no quiso tirar hacia adelante. Y bueno, ¿qué le vamos a hacer? En aquel momento hubiera sido estupendo. Y también por su parte los israelíes hicieron la suya, que fue matar a su propio presidente, Isaac Rabín, que era el pacifista. Lo asesinó un joven israelí y fue quien realmente rompió toda posibilidad de hacerlo.
La mejor solución, aunque no es inmediata, son los dos estados
–¿Y la autoridad palestina?
–El señor Abu Mazen (Mahmud Abás), presidente de la autoridad nacional Palestina no dice absolutamente nada. Es un hombre que tiene ochenta y tantos años que está metido en Cisjordania, en Ramala, todo lo escondido que puede. ¿Qué está esperando ese hombre? Nada, absolutamente. Porque por encima de todo están las grandes potencias de las armas, tanto de un lado como de otro. Él debe tener como unos cinco o diez mil soldaditos de plomo por allí, haciendo el indio por Ramala. Pero no tiene ni siquiera fuerza para meterle mano a los israelíes para que dejen, de una vez por todas, de ocupar Cisjordania. Es decir que, desde un punto de vista político, esto está de momento muerto, simplemente. Desde un punto militar tiene que pasar una guerra que nadie esperaba hace un año.
–Y que cada vez se extiende más.
–Ya no es el Oriente Próximo, sino que es el Oriente Medio, que llega ya a Arabia Saudita, al Yemen, a Irán, a Irak, a Siria, a Libia, y ahí queda. Y esperemos que no siga más adelante. Estamos en el peor momento del problema.
45.000 son más que 1.300, pero los muertos no tienen que ver con la moral bélica
–¿Tiene que ganar algún bando militarmente para que acabe esto?
–No puede haber ningún bando que gane. Simplemente todos ganarán o perderán lo que puedan y de alguna manera al final se retirarán. Ya está bien de andar con historias de quién aquí es el genocida. El genocida es el día a día de lo que está pasando en cada lugar. El genocida era lo que estaba haciendo Hamás hace 15 o 20 años. Y el genocida ahora mismo, sin duda alguna, por numérico, puede ser Israel, pero desde luego el otro bando contratante está en la misma situación. Así de claro.
–¿Reaccionará Occidente?
–Yo creo que lo único que puede pasar ahora mismo es que en el bonito Occidente en el que vivimos tan bien, mirando las televisiones y los muertos, haya una especie de movimiento político correctivo y de una vez por todas la Unión Europea intervenga. Hasta ahora ha tenido un ministro de Asuntos Exteriores, Borrell, de una marca única. Y yo espero que encuentren otro ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Europea como él, para que realmente siga esa línea. Aunque él no ha podido hacer nada porque le han taponado todo lo que han podido todos los que no están por la labor de terminar esto. Como anécdota le puedo contar que yo estuve con Borrell precisamente en uno de los kibbutz cercanos a donde luego entraron los de Hamás. Porque él estuvo allí con 22 años, un verano entero. Era muy típico en los años 60 entrar allí para ir a conocer a los israelíes y los kibbutz y todas esas cosas. Había mucha gente socialista que iba por allí.
No creo que haya ningún bando que sea capaz de conseguir la victoria absoluta
–Pero Borrell se tenía una postura nítidamente en contra totalmente de lo que está haciendo Israel en Gaza, ¿no?, sobre todo los ataques a la población civil.
–Sin duda, sin duda, evidentemente. Ha criticado esa política de Israel en Gaza. Una operación que todavía no ha acabado. Ahora están bajando el nivel, pero volverán, volverán, ya lo verá. Pero en ese sentido también hay muchas cosas que analizar. ¿Por qué los palestinos no han podido salirse de Gaza a Egipto? Nadie se hace esa pregunta. Podrían estar en Egipto pagados, comidos y servidos por Occidente rico y poderoso. ¿Por qué? Porque no quieren los países musulmanes. No quieren ni verlos. ¿Por qué Israel ataca como está atacando desde el punto de vista malo, miserablemente estratégico en Gaza? ¿Y por qué mata tanto en Gaza? Porque están allí un millón doscientos mil palestinos a los que no se les deja marchar de allí. Antes podían decir, bueno, es que tienen sus casas, es que ahora no tienen nada, se pueden ir perfectamente fuera.
–Bueno, no se marchan entre otras cosas porque es su tierra, es Palestina.
–La tierra, vale, pero es una guerra que están padeciendo. ¿Sabe cuántos israelíes se han escapado de la zona oeste de Israel a otros lugares? Van sesenta mil. Han tenido que salir de la zona del Líbano. No hay ningún problema. Se marchan de allí, dejan sus casas. Y tú dices, es su tierra, sí. Pero es una guerra, sí. Vamos a poner en paralelo todo y vamos a ver lo que pasa. Desde el punto de vista ideológico y personal yo pienso que los palestinos, muchísimos de ellos se hubieran largado afuera de allí, pero ya, vamos. Decir que tienen una tierra ahora, me parece algo absolutamente indecente. Lo que tienen es una escombrera. Así de claro. Bien, ¿quién es el de la culpa? Yo no lo sé. Si hay alguien que lo sepa y que quiera seguir preguntando quién está haciendo genocidios, adelante. Ningún problema. Pero yo no comparto eso. No comparto porque hay muchísima responsabilidad por todas partes. Así de claro. La guerra seguirá y vamos a ver qué pasa, ¿no? Estamos probablemente en el momento más álgido de lo que podía pasar.
–Lo que está claro es que de momento esto solo puede ir a más.
–Hoy día, ¿qué es lo que ha ocurrido? Que probablemente el ejército israelí ha llegado a la conclusión de que puede hacer más daño de lo que ellos mismos pensaban. Y lo van a hacer. Y los israelíes de cerca del Líbano, los del norte sobre todo, ¿cómo responden a los misiles por cientos que están lanzando los de Hezbollah? Pues se marchan simplemente. Es así. Probablemente porque están mejor organizados o la razón que sea. Pero bueno, ellos dejan sus tierras si es necesario. Llorar no vale, porque las guerras no se terminan por el lloro, nunca. Las guerras se hacen con una sola cosa, generalmente: el que más potencia tiene es el que gana. Y, desde luego, ahí tenemos ahora la ONU que no ha valido para nada en este momento. Y que cada vez es, no sé, más desgraciado todo, en todos los sentidos.
–Pero, viendo las barbaridades que se están cometiendo, usted se resiste a hablar de genocidio.
–No me valen las fórmulas basadas en reducir todo a una palabra genocidio. Es un masacre, sin duda, pero no es un genocidio. ¿Por qué? Primero, porque el primer Hamás, de los años 80 y 90, lo montó Israel; después lo cogió Irán y para adelante. A Netanyahu no le quito ninguna barbaridad de las que ha hecho, me parece una bestiada lo que está haciendo. Pero es una guerra.
–¿En la que unos matan y otros mueren?
–Desde luego, totalmente desequilibrada, por supuesto. Abu Mazen no habla, y también es presidente de los que están en Gaza, pero no dice nada de nada. ¿Y el mundo árabe qué hace? Porque realmente lo que se está haciendo es una guerra, cada uno como puede, pero realmente el que tiene más bombas es el que gana de momento. Y vamos a ver lo que ocurre. Vamos a ver si realmente se para todo con los miedos, que cada vez son más miedos, como de Irán, con la bomba atómica y todo lo demás.
–¿Qué salida vaticina para esta situación?
–Hay dos salidas. Una bélica total en la que efectivamente el grupo de chiíes que están ahora mismo desde Hezbollah hasta Hamás, hasta Irán y todo lo que queda en medio, Yemen un poco, Irak también puede entrar y por supuestos Siria también. Por cierto, Siria estaba ocupando el Líbano cuando yo me fui de corresponsal y cubrí las manifestaciones de los libaneses contra Siria y ahora Siria está donde está, lo que prueba lo tambaleante del mapa. Pero no creo que gane ninguna parte al final. Estas guerras terminan en que los dos bandos suponen que ha llegado el momento para ellos por lo que sea y se ponen a negociar. Ya pasó en 2006. Israel perdió la guerra del Líbano, de arriba abajo, es verdad que duró solo un mes y medio. Dijo, aquí no tengo nada más que hacer que el tonto y se retiró. Puede ser que llegue eso, que la potencia bélica de los dos bandos, que desde el punto de vista epicéntrico son Israel e Irán vaya por dos caminos, pero es la ruleta rusa, ni se sabe. Desde que empezó toda esta historia vivimos en el momento más imprevisto que lo que puede pasar, porque está todo tan desgraciadamente abierto que no se sabe por dónde va a salir. .
–¿Hasta qué punto influye la personalidad de los líderes políticos a la hora de explicar el conflicto? Se habla mucho ,por ejemplo, del belicismo de Netanyahu.
–Más vale que tuviéramos unos políticos menos varados como Netanyahu y un poco mas valientes como era Isaac Rabín. Es un mal momento para todo eso. Lo cierto es que han venido a dar una serie de desgracias casi telúricas, se han alineado las estrellas y planetas trayendo toda la muerte que pueden. Puede que Israel decida darle en la cabeza a Irán, a ver qué hace, el futuro se va a determinar desde ahí. Si le hace como la otra vez, tirarle dos cohetitos, los iraníes no están por la labor de ser demasiado bestias, porque no tiene la bomba atómica todavía. Los expertos dicen que en un año, pero normalmente estas previsiones fallan.
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