Ya se empiezan a ver por los campos y caminos rurales los primeros remolques cargados de aceitunas recién recogidas. Y aunque es todavía temprano (en muchas regiones faltan unas semanas para empezar a varear), las previsiones son este año más que optimistas. Todo apunta a que la cosecha de aceite de oliva experimentará una recuperación de la producción media en España, tras dos campañas extraordinariamente bajas, diezmadas por culpa de la sequía. Según los datos que maneja el Ministerio de Agricultura, la cosecha 2024-2025 llegará a las 1.262.300 toneladas, lo que representaría un incremento del 48% con respecto a la temporada anterior, y se situaría un 4% por encima de la media de las seis últimas campañas. Las lluvias que cayeron la pasada primavera, justo cuando los olivos se encontraban en plena floración y los frutos empezaba a cuajar, han sido determinantes para la recuperación.
«Los datos son positivos» y la recuperación del potencial productivo «permitirá retomar la normalidad en los mercados«, ha vaticinado el ministro de Agricultura, Luis Planas, tras comprobar las informaciones que las principales zonas productoras han enviado las últimas semanas a Madrid. «Estamos en una situación favorable para disponer de un volumen suficiente para abastecer al mercado nacional, con un precio que sea razonable para las familias e inferior a los importes tan altos que se han alcanzado», declaraba recientemente Planas en una entrevista con Europa Press.
De hecho, con el inicio de la cosecha en las primeras fincas, el Observatorio de Precios y Mercados de la Junta de Andalucía, el mercado de referencia para este producto en España, ya ha empezado a registrar descensos significativos en los precios en origen, que son los que las almazaras (allí donde se produce el aceite) pagan a los agricultores. Es de prever, pues, que estas disminuciones se trasladen, más antes que después, al precio de venta al público, el que pagamos los consumidores en la tienda.
Lluvias en la recta final
Con todo, especialmente en los olivares de secano, hay que seguir pendientes de las condiciones climáticas de las próximas semanas, advierte el ministerio, «que serán determinantes para garantizar la correcta evolución de la aceituna, ya que las precipitaciones en esta fase del cultivo son claves para la producción de aceite», puntualiza. Hay tiempo, porque lo fuerte de la recolección no suele llegar hasta entrado el mes de noviembre. Aunque hay zonas como la denominación de origen (DO) Siurana, en las comarcas de Tarragona, donde ya han abierto algunos molinos para empezar a recibir las aceitunas que se están cosechando.
«Aquí será a partir del 15 de octubre cuando prácticamente todas las almazaras comiencen la molienda«, explican fuentes de la DO. También sus vecinos de la denominación de origen Garrigues, en Lleida, trabajan con esa misma previsión. Pero pese a las buenas expectativas globales, en estos dos territorios de Catalunya (la tercera autonomía española cuanto a producción de aceite de oliva), la estimación es en estos momentos un 59% inferior respecto al año pasado, que ya fue, de por sí, bastante malo. «Estamos a expensas de las lluvias que vienen para ver si puede mejorar algo esa previsión… En el secano este agua puede ser muy beneficiosa», comentan fuentes del sector.
El incremento de cosecha más notable lo va a registrar Andalucía, la gran productora de aceite de España, con un incremento del 77% respecto a la campaña precedente. Los agricultores de esa región calculan producir 1.021.000 toneladas de aceite, lo que supondrá el 81% del total estatal, cuando en la anterior campaña apenas fue del 68%. También destaca el incremento de la segunda comunidad más aceitera, Castilla-La Mancha, con 140.000 toneladas, un 29% más que en la campaña 2023-2024. En cambio, en Aragón y la Comunidad Valenciana, otros dos territorios con peso en este sector, esta campaña se prevé más menguada con reducciones del 45% para la primera y del 71% para la segunda.
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