El 80% de los hogares en España reciclamos de manera activa y separamos nuestros residuos a diario, pero a pesar de que cada año aumenta la cantidad de envases de plástico, briks y latas recicladas por habitante, todavía un tercio de la población sigue sin saber con exactitud dónde va cada tipo de residuo. “En el contenedor amarillo principalmente se tira lo correcto, pero hay personas que todavía tira otro tipo de fracciones dentro de estos contenedores”, revela Luis Fatàs, jefe de servicio de limpieza urbana y biodiversidad del Ayuntamiento de L’hospitalet de Llobregat.
Por ejemplo, en Cataluña existen más de 39.000 contenedores amarillos, distribuidos en los 947 municipios de toda la región. Cabe destacar que en 2023 cada ciudadano catalán echó 25,3 kg de residuos para su reciclaje, un 6,9% más con respecto al año anterior. En este sentido, Xavier Balagué, gerente de Ecoembes en Cataluña, señala: «Estamos muy satisfechos con los resultados obtenidos en 2023 en cuanto al reciclaje de envases domésticos en toda Cataluña, porque demuestra el compromiso de los ciudadanos catalanes con el medioambiente y la colaboración de la Generalitat, las entidades locales y las empresas para lograr una Cataluña más limpia”. Pero uno de los desafíos a los que nos enfrentamos ahora es que no todo lo que se echa en el contenedor amarillo debería ir a parar a la planta de selección. De la misma forma, hay envases que sí deben ir, pero siguen despertando dudas entre los ciudadanos.
Qué se tira en el amarillo
Existe la idea generalizada de que el contenedor amarillo es de los plásticos, pero en él solo deben depositarse los envases, ya sean de plástico o no. En primer lugar, las botellas y envases de plástico, tales como botellas de agua, yogures, bolsas de plástico, papel film o productos de limpieza. También los envases metálicos, tales como latas de conserva, botes de refresco, aerosoles o tapas metálicas. En tercer lugar, todos los briks, ya sean de leche, sopa o zumo. Otro de los residuos que van en el contenedor y que, en general, los ciudadanos no son conscientes de ello, son los envases de madera, como las cajas de fruta o cajas de vino. Además, hay otros recipientes que también van al amarillo, como las bandejas de corcho blanco, que también son un de tipo de plástico, o las de aluminio.
Los envases de madera, como las cajas de fruta o cajas de vino, también van al contenedor amarillo
“Yo creo que hay que concienciar que el contenedor amarillo es de envases, no de plásticos. A pesar de las iniciativas, siguen apareciendo juguetes, sillas y mesas de plástico, cintas VHS, paellas o cubos”, nos explica Albert Mateu, director de Relaciones Institucionales en Corporación Griñó. Y es que hay residuos que no deberían ir en el contenedor amarillo y que siguen llegando a las plantas de selección. Por ejemplo, el textil; es algo que se tira erróneamente y entorpece el proceso, o los pequeños electrodomésticos, que, aunque sean metálicos, hay que llevarlos al punto limpio o a zonas de recogida destinadas para ello.
¿Qué pasa si no reciclamos correctamente?
Los envases, latas y briks que se separan en casa y se depositan en el contenedor amarillo son recogidos por los camiones de los servicios municipales y llevados a una de las 97 plantas de selección de residuos que hay distribuidas por el país. Allí se separan por materiales (diferentes tipos de plásticos, metales y briks) agrupándolos en balas y enviándolas a uno de los 495 recicladores homologados por Ecoembes que se encargan de su procesado y transformación en materia prima reciclada con la que fabricar nuevos envases y productos.
Por ejemplo, con 6 briks se puede hacer una caja de zapatos. ¿Sabían que 40 botellas de plástico pueden convertirse en un forro polar o que 80 latas de bebidas pueden transformarse en una llanta de bicicleta? También 8 botes de conserva pueden tener una segunda vida como las piezas de una olla de cocina, 22 botellas de plástico una camiseta y 550 latas las partes de una silla.
Pero si se tiran los denominados impropios en el contenedor amarillo, una vez que lleguen a la planta de selección “provocan paradas de procesos o ralentización. Por ejemplo, si entran unas sillas de playa, nos pueden generar averías en la instalación”, nos revela Albert Mateu.
A pesar de ello, Mateu asegura que en los últimos años se ha notado un incremento en la cantidad y calidad del material, lo que apunta a una reducción de impropios en la cadena.
Para que toda la cadena de reciclaje funcione, todas las partes tienen que poner de su parte, aunque como Luis Fatàs nos recuerda “el reciclaje empieza en la casa de cada ciudadano que tiene que separar el residuo y después introducirlo en el contenedor correcto”.
Si todavía siguen teniendo dudas con algunos residuos, pueden resolverlas en AIRE (App, Alexa o WhatsApp), un bot de reciclaje gratuito desarrollado por Ecoembes al que preguntarle dónde echar todo tipo de residuos.
¿Qué se tira al contenedor amarillo?
- Botellas y envases de plástico. Hay que depositar todas las botellas de agua (incluyendo tapón), los envases de yogur, bolsas de plástico, los botes de productos de limpieza, bandejas de plástico, como las de la carne y pescado, bolsas de congelados, bolsas de apertivos o de plástico, en general.
- Envases metálicos. Aquí entrarían todas las latas de conserva, latas de refresco, aerosoles como el desodorante, bandejas de aluminio, tapones metálicos o las tapas de los frascos.
- Briks. Incluye los de leche, sopa, zumo, vino, gazpacho…
- Envases de madera. Las cajas de la fruta o del vino, por ejemplo.
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