Las tensiones en Nueva Caledonia, que se alargan en el tiempo, se han trasladado ahora a Martinica. Desde el pasado mes de septiembre, la isla vive uno de sus momentos más tensos con el aumento de las protestas contra el gobierno de Emmanuel Macron por la subida de los precios de los productos esenciales, mucho más altos que en la Francia continental.
El movimiento Agrupación para la Protección de los Pueblos y Recursos Afrocaribeños inició una serie de protestas para reclamar la equiparación de los precios con París, que son un 40% más económicos que en el territorio de ultramar, y acabar así con una pobreza que dicen «inaceptable». Una bandeja de cuatro peras, por ejemplo, ronda los 2,5 euros en la capital francesa mientras que en la isla supera los 8,5.
Desde que empezaron las manifestaciones, la violencia ha ido en aumento ante la pasividad y la inacción del gobierno, ocasionando enfrentamientos entre la policía y los ciudadanos que ya han dejado al menos un muerto, varios heridos de bala y casi 20 detenidos. Tensiones que se producen especialmente frente al aeropuerto de la isla, convertido en el escenario principal de esta ola de disturbios.
Ante el aumento de la ira de los martiniquenses y el miedo del gobierno a que la situación se descontrole como ya sucedió en Nueva Caledonia, el prefecto de Martinica instauró el jueves un toque de queda que va de las nueve de la noche a las cinco de la madrugada y que prohíbe los desplazamientos y las manifestaciones. Con eso se pretende reducir la creciente violencia urbana de los últimos días. Además, las escuelas permanecerán cerradas este viernes, según ha indicado el rectorado de la isla.
Aunque las autoridades locales rechazan la violencia vivida en las últimas semanas, apoyan las protestas pacíficas que también se están produciendo en algunos puntos del territorio, e instan al gobierno francés a tomar medidas urgentes. «Entendemos el enfado de la gente e incluso si estamos siendo testigos de violencia, debemos reconocer que están causadas por la inmensa pobreza a la que se enfrenta la gente», afirma Beátrice Bellay, diputada socialista en Martinica.
Una nueva mesa de negociaciones
Por redes sociales circulan numerosos vídeos que muestran barricadas en las carreteras principales y locales incendiados en la zona de Fort-de-France. Enfrentamientos que han dejado, según las autoridades, al menos a «cuatro gendarmes levemente heridos», pero que por parte de los manifestantes también denuncian la violencia policial sufrida en este contexto.
El movimiento contra el alto coste de la vida tiene previsto reunirse este viernes con las autoridades en una mesa redonda para negociar un acuerdo con medidas que mejoren las condiciones de los martiniquenses. Será la sexta vez que se sientan en busca de una solución, pues las anteriores reuniones no ofrecieron grandes avances.
Las autoridades locales se han comprometido a eliminar durante tres años el impuesto sobre los bienes importados, que afectará a más de 6.000 productos de primera necesidad, como pañales, conservas o pastas. Aun así, los expertos afirman que esta medida no cambiará mucho la situación, puesto que la isla se rige por el monopolio de varios agentes sobre la distribución de productos esenciales, y por lo tanto, se necesitan medidas drásticas para controlar y limitar los precios.
Actualmente, Martinica es uno de los departamentos más pobres de Francia. El 27% de su población vive por debajo del umbral de pobreza.