Este viernes 11 de octubre se estrena en España La sustancia, la nueva película de Demi Moore (61 años) y Margaret Qualley (29) que parece haber vuelto locas a las redes sociales. Un filme de coproducción británica-francesa escrita, dirigida y producida por Coralie Fargeat que habla de uno de los grandes terrores de la sociedad moderna: envejecer. Que su protagonista sea una de las estrellas que ha protagonizado titulares por su cambio físico debido a las operaciones estéticas es, posiblemente, uno de los motivos por los que la historia fascina.
La sustancia fue una de las películas más comentadas de los festivales de Cannes y Toronto, donde se llevó los premios a mejor guion y del público en la sección Midnight Madness, respectivamente. También en San Sebastián y Sitges dejó con la boca abierta a la prensa y los expertos. Se ha etiquetado dentro del género del «horror corporal», aunque los críticos aseguran que también es divertida, y cuenta la historia de Elizabeth Sparkle, una estrella pasada de moda.
Demi Moore, en el papel de Elizabeth, está desesperada por conseguir «la mejor versión» de sí misma tras haber sido despedida en su 50 cumpleaños. Puede conseguirlo gracias a un nuevo producto llamado «la sustancia», que la convertirá en alguien «más joven, más bella, más perfecta», pero con quien tendrá que compartir su tiempo.
«Vieja, gorda, asquerosa»
«Vieja, gorda, asquerosa», grita Margaret Qualley en el tráiler de La sustancia. Interpreta a la versión joven del personaje principal, esa mujer «mejorada» porque es joven y sensual y puede tener éxito en la industria. Se lo dice al personaje de Demi Moore, que tiene que lidiar con la inseguridad que viene con la edad, con la idea de que ya no tiene valor porque es mayor. Una sensación que seguro que ha tenido que vivir la propia actriz, puesto que no es ningún secreto que es así como funciona Hollywood.
Lo dijo claramente Meryl Streep en 2015, cuando finalmente aceptó interpretar a una bruja en Into The Woods. Lo hizo como una reivindicación, dejando claro que desde los 45 años hasta entonces, pasados los 60, el de bruja era el tipo de papel que más le ofrecían.
En el caso de Demi Moore, las polémicas por su aspecto o su físico han formado parte de su experiencia vital. La última ocurrió hace solo tres años, y aún resuena entre los recuerdos de muchos aficionados a la cultura popular.
La crisis facial de Demi Moore
La de 2021 tuvo lugar en París, cuando Demi desfiló en la Semana de la Alta Costura de la capital francesa para la firma Fendi. Su rostro aparecía completamente diferente a lo que se recordaba de ella. El gesto, sumado a evidentes modificaciones de sus facciones, se convirtieron en tema de conversación durante días. Por un lado los que lamentaban que se hubiera «desfigurado», otros se reían de ella por ser víctima de la presión estética o por perder el contacto con la realidad de su aspecto real. Pero lo cierto es que todo el mundo se vio autorizado a verter una opinión sobre ella.
Y a pesar de todo el revuelo que se montó, Demi nunca se pronunció acerca de sus nuevas facciones. Solo dijo, días más tarde, que le habían criticado mucho por su desfile, como si el problema hubiera sido su manera de caminar o que no es modelo profesional. Pero lo cierto es que las siguientes veces que se dejó ver aparecía algo más reconocible. De hecho, en imágenes en movimiento del backstage incluso se notaba menos ese nuevo rostro.
Su posado embarazada y el striptease más caro
Demi Moore ha vivido toda su carrera sentenciada y condicionada por su aspecto físico. Su portada de 1991 en Vanity Fair, fotografiada embarazada y desnuda por Annie Leibovitz, es una de las muestras de que para la actriz su cuerpo ha sido siempre un arma de doble filo. «Tuve que enfrentarme a mis propias inseguridades, me di cuenta de estaba dándole mucha importancia a estar delgada, pensando que si lo estaba estaba tenía más valor», confesó la intérprete en el programa de Drew Barrymore. Aquella imagen pasará a la historia por haber roto barreras y haber reformulado lo que significa un desnudo para una madre. Le llovieron las críticas, e incluso hubo quioscos que no quisieron venderla al considerarlo pornografía, pero hizo historia.
También fue histórica su participación en Striptease, cinco años más tarde. Le pagaron 12,5 millones de dólares por interpretar a una madre que, tras perder la custodia de su hija, tiene que bailar en un club de striptease. Y su hija Rumer interpretaba a la niña, pero ni la cantidad de récord en el momento ni la aparición de su propia familia valieron para que a la producción le fuera bien en cartelera. La crítica fue aplastante y cruel con el filme, que a día de hoy no llega al aprobado en las plataformas de puntuación cinematográfico.
«No había sitio para mí»
Un año después, en 1997, protagonizó La teniente O’Neall, para la que tuvo que ponerse en forma a toda velocidad y llegando a unos límites que nunca había alcanzado. No solo eso, sino que tuvo que raparse la cabeza, por lo que le costó después volver a encontrarse a sí misma. «Me di cuenta de que había cambiado tantas veces de cuerpo que no sabía siquiera cuál era mi talla natural«, explicaba durante su entrevista en The Drew Barrymore Show.
Solo unos años más tarde, en Los ángeles de Charlie, volvió a mostrar su físico prodigioso en esa recordada escena en bikini. Entonces sintió cómo su cuerpo se convertía en el protagonista de las críticas y las alabanzas, mientras que su interpretación era completamente pasada por alto.
Ya había alcanzado los 40 y sentía que Hollywood no era para ella: «Sentí que no había un sitio para mí, que no encajaba. Me di cuenta de que no tenía 20, no tenía 30, pero no se me percibía todavía como una madre». Así lo contaba ella misma durante una conversación con Michelle Yeoh para la revista Interview, explicando que llegó a sentir que había terminado con su etapa como actriz.
El motivo por el que Demi Moore aceptó este papel en La sustancia
Repasando todas estas experiencias no es de extrañar que Demi Moore aceptara encantada la propuesta de Coralie Fargeat para ponerse al frente de La sustancia. No le importó que la directora pensara que era «perfecta» para el papel o tener que desnudarse. Consideraba que las circunstancias de su protagonista, que siente que todo lo que tenía sentido le es arrancado, eran lo más interesante.
Pero va un paso más allá. «Lo que más me impactó es la dura violencia contra uno mismo. No lo que nos hacen sino lo que nos hacemos a nosotros mismos», aseguraba recientemente la veterana intérprete en una entrevista con The Guardian. La sustancia de la que habla la película es una inyección que recuerda sospechosamente a Ozempic, el medicamento para diabéticos que está tan de moda para adelgazar.
La crítica especializada ha señalado que este es uno de los mejores trabajos de Demi Moore y lo consideran su vuelta al cine. Algo que a la actriz no termina de gustarle, porque asegura que nunca se había marchado. Simplemente estaba «en pausa», como aseguraba Michelle Yeoh durante su entrevista de agosto.