Licenciada en Biología por la Universidad de Barcelona, Lara Cantarero realizó su tesis doctoral en el Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca y CSIC. Aunque se planteó desarrollar su carrera en el extranjero, decidió apostar por la investigación en España. Desde 2016 trabaja en el Institut Recerca de San Juan de Dios, donde investiga la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth.
Muchos investigadores optan por abandonar nuestro país para desarrollar su carrera profesional. ¿Cuáles son los principales obstáculos que en tu opinión les mueven a tomar esta decisión?
Hablamos, fundamentalmente, de dos: la falta de inversión y la excesiva burocracia. La inversión en investigación en España –esto es una realidad– está muy por debajo de la de otros países de nuestro entorno y los procesos administrativos son muy muy lentos, las convocatorias que deberían salir y no salen… Y añadiría un tercer obstáculo, la inestabilidad laboral vinculada a los contratos temporales. Es cierto que, por todo ello, muchos jóvenes deciden irse fuera, y también lo es que la mayoría no vuelve.
Sin embargo, tú decides quedarte aquí.
Así es. Reconozco que solo el hecho de salir al extranjero es ya una experiencia que merece la pena en sí misma y, aunque en un momento dado reconozco que me lo planteé, para mí también era importante quedarme y apostar por la investigación en España y contribuir a posicionarnos como referente. De hecho, creo firmemente que en muchos ámbitos como la biomedicina, la innovación y la tecnología ya lo somos o lo estamos consiguiendo poco a poco. Además, apostar por la investigación en España es apostar por investigar en cuestiones que nos interesan como sociedad, a nivel local, relacionadas con la sostenibilidad, el medio ambiente, la educación…
Dirías entonces que el panorama investigador en nuestro país está cambiando para bien…
Sí, yo diría que sí, sin lugar a dudas. Cuando yo realicé mi tesis en 2015, si querías publicar en una revista como Nature o Science era casi obligatorio colaborar con investigadores de otros países. Si no figuraba un nombre extranjero, era muy complicado publicar. En eso, por ejemplo, hemos avanzado mucho. Cada vez tenemos más científicos de renombre dentro de España. Además, es cierto que se está invirtiendo más y que se están potenciando mucho las colaboraciones internacionales. Actualmente, contamos con muchos fondos europeos para este tipo de colaboraciones, y también se favorecen desde aquí.
Sin embargo, los investigadores que se van ya no vuelven. Los perdemos de alguna forma, ¿no?
Sí, así es. Desarrollan su carrera en otros países y encuentran estabilidad en ellos. Eso hace que, efectivamente, no suelan retornar. Los que regresan lo hacen más por una cuestión personal que profesional.
¿Qué te aporta el hecho de trabajar en el Institut Recerca SJD, dentro de una institución como San Juan de Dios?
El Sant Joan de Déu es una institución muy reconocida que en los últimos años ha hecho una gran apuesta por la innovación y la excelencia científica. Tenemos investigadores realmente potentes y lo que para mí es sumamente importante como bióloga celular es que aquí tengo la oportunidad de trabajar al lado del paciente. Nuestra investigación aquí se basa en tres pilares fundamentales: el primero, poder diagnosticar a aquellos pacientes que presentan enfermedades raras o sin diagnóstico; el segundo, el estudio fisiopatológico, para lo que contamos con modelos animales y celulares que nos permiten estudiar a fondo la fisiopatología de una enfermedad con el fin de nuestro tercer objetivo, que es el desarrollo de nuevas terapias y el reposicionamiento de fármacos.
Esto último es fundamental porque se trata de fármacos que ya se están utilizando y que podemos utilizar en otras enfermedades. El proceso de aprobación en estos casos está ya mucho más avanzado. Es decir, trabajamos en equipos multidisciplinares en los que además de los biólogos están los clínicos, y no es ya que tengamos al paciente presente, es que podemos colaborar con él, hablar con él. Para mí es fundamental porque tienes muy presente el objetivo último de tu investigación. Además, somos un centro de referencia en investigación y eso nos permite también colaborar con otros grupos, tanto a nivel nacional como internacional.
¿En qué ámbitos de investigación destacáis especialmente?
Hemos avanzado mucho en Oncología, donde hace unos años creamos el Pediatric Cancer Center, y ahora estamos participando en la Red Únicas, dirigida a la creación de una infraestructura de compartición de datos para avanzar en la investigación, el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades minoritarias, dentro de las cuales también hay una parte que son oncológicas. El objetivo es siempre el mismo, atender de forma eficaz, eficiente y adecuada a los pacientes y para ello se debe contar siempre con la investigación. Se ha hecho un gran esfuerzo e inversión para ser un centro de referencia y creo que actualmente ya lo somos tanto en oncología pediátrica como en enfermedades raras. También tenemos una amplia experiencia en la salud mental y prueba de ellos es el recién edificio de investigación que se ha inaugurado en Sant Boi de Llobregat, donde más de 100 investigadores trabajaran en este ámbito.
¿En qué consiste exactamente tu trabajo investigador en San Juan de Dios?
Yo soy bióloga celular, por lo tanto, mi trabajo consiste en ver qué es lo que sucede en el interior de las células en pacientes con una enfermedad rara y poder así plantear opciones terapéuticas. Si no sabemos lo que le está pasando a nivel celular, por ejemplo, a un niño con una neuropatía, no sabemos tampoco qué darle para que mejore. Para eso tenemos fibroblastos de pacientes, es decir, células de la piel de los niños que obtenemos mediante una biopsia y que cultivamos para poder estudiar, líneas celulares modificadas y modelos de ratón. La idea clave es que para poder tratar una enfermedad tenemos que saber qué está pasando a nivel celular. Por eso, aunque hablamos de investigación muy básica, es esencial para poder llegar a nuevas terapias.
Contamos con un Programa de Diagnóstico y Terapias Traslacionales que nos permite responder a pacientes sin diagnóstico y reposicionar fármacos para enfermedades raras, pero que es también muy importante en los casos en que unos padres, por ejemplo, buscan un segundo bebé y quieren saber si puede tener la enfermedad del primero, es decir, dar consejo genético.
Aunque llevas muchos años trabajando en investigación, tienes ahora 37 años, es decir, eres una investigadora joven. ¿Cómo es el perfil de quienes trabajáis en el Institut Recerca de San Juan de Dios?
Es muy variado, aunque es verdad que hay mucha gente joven, de mi edad, como los investigadores postdoctorales. También hay muy jovencitos, como son los estudiantes de fin de grado y otros que vienen a hacer la estancia del máster. Pero también contamos con los investigadores principales. Hay diferentes rangos en todos los grupos y esto es muy positivo porque todos aprendemos de todos. Para mí, un laboratorio no es una jerarquía.
¿Recomendarías el Institut Recerca a otros investigadores para que desarrollen aquí su actividad?
Por supuesto. El potencial investigador que tenemos es increíble. Tenemos investigadores muy buenos y potentes en diferentes áreas, el entorno favorece nuestro trabajo y contamos con lo último en equipamiento. Es increíble lo que se ha conseguido.
¿Qué avances te gustaría conseguir como investigadora?
Una terapia para la neuropatía en la que trabajo, la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, porque actualmente no hay nada más allá de fisioterapia, ortopedia, tratamiento del dolor…, pero nada que mejore el curso de la enfermedad. Llevamos muchos años trabajando en esta enfermedad y en contacto directo con los padres, a quienes me encantaría poder decirles que por fin hay algo.
¿En qué consiste esta enfermedad?
Es una enfermedad rara, aunque es la neuropatía más frecuente en España. Produce una debilidad muscular muy fuerte y puede llegar a ser muy grave e incapacitante. Hay más de 100 genes que pueden estar implicados y yo me dedico a investigar uno de ellos. Nosotros formamos parte de un proyecto en red, el CIBERER, que es el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras, y eso nos permite acceder a ciertos recursos y financiación que son muy importantes. Recientemente, por ejemplo, nos han dado un proyecto para investigar determinados fármacos y eso, que puede sonar tan lejano para los pacientes, en nuestro caso no lo es porque los padres saben que trabajamos en ello y nos preguntan cómo vamos, si hay alguna respuesta… Los pacientes vienen a vernos y se interesan por nuestro trabajo. Vamos mucho más allá del ordenador y la célula. Cuando ves al niño por el que trabajas, se te rompe el alma, pero hay algo que se te mueve por dentro y sientes la necesidad de hacerlo por él y por los que están como él.
¿Crees que la inteligencia artificial (IA) puede acelerar la obtención de respuestas en este sentido?
Sí, aunque todavía se está implementando, pero esa es la idea. Actualmente, estamos también participando en un proyecto con el Centro de Supercomputación de Barcelona, el BSC, experto en IA y manejo de datos. Con estas colaboraciones a nivel nacional se fusionan el manejo de los datos con la parte más celular, la combinación perfecta para llegar aún más lejos. Por eso, como hablábamos al principio, aquí lo tenemos todo para investigar.
Convenio de colaboración
El Institut de Recerca Sant Joan de Déu se creó en 2015 a través de un convenio de colaboración entre el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, la Universitat de Barcelona, la Universitat Politècnica de Catalunya, el Parc Sanitari Sant Joan de Déu y la Fundació de Recerca Sant Joan de Déu. En el año 2020 el IRSJD se convirtió en centro CERCA de la Generalitat de Catalunya.