¿Quita la máscara a los artistas españoles exiliados en París tras la Guerra Civil?

Sí, porque cuento cosas que no se habían dicho de las actividades que desarrollaban, incluso algunas delictivas. Casi todos esos artistas colaboraron en eventos culturales de Falange, excepto Picasso, que era multimillonario. La novela está documentada con los expedientes policiales de todos los personajes que aparecen, Picasso incluido, y es su gran peculiaridad, que toda esta información es real, a pesar de que es una obra de ficción. La policía francesa hacía un seguimiento muy exhaustivo a los extranjeros y tenía bastante suspicacia y hasta inquina a los españoles. Por eso decían que África empieza en los Pirineos. En general dispensaron un trato cruel a los exiliados y está documentado que muchos artistas pasaron por campos de concentración.

Fernando Navales regresa para captar a estos artistas.

Según nuestros estereotipos, es bastante llamativo que colaborasen con Falange, pero si te detienes a pensarlo, es humano. Vivieron unas circunstancias difíciles, en unas condiciones penosas y en muchos casos sin permiso de residencia. Su colaboración en una exposición, una conferencia o como profesor de Bellas Artes, por ejemplo, servía de salvoconducto. Cuando veían eso, los alemanes de la ocupación nazi no iban a por dichas personas.

Su protagonista actúa movido por el resentimiento, «una de las peores debilidades humanas». ¿Quiénes actúan del mismo modo en la actualidad?

No me atrevo a señalar a nadie, aunque sí creo que es una pasión muy innoble y se está fomentando en nuestras sociedades. Un ejemplo es con el tema de la Guerra Civil. Es un acontecimiento muy doloroso que no se debe ocultar, sino estudiar desapasionadamente, mostrando sus horrores, por supuesto. Pero no tiene sentido utilizarlo para generar resentimiento. Tal vez mataron a un abuelo nuestro o le ocurrió tal o cual cosa, en un bando u otro, pero debemos tener la capacidad de no convertir esto en un agravio para justificar el resentimiento, ya que de lo contrario la sociedad acaba envileciéndose.

¿Cree que es lo que provoca la Ley de Memoria Democrática, que Vox quiere derogar?

No diría tanto. Lo que sí creo es que se están formando arquetipos maniqueos y falsos, como pensar que los exiliados en París fueron personas heroicas e intachables, que no titubearon en su ideología. Los seres humanos somos débiles y en circunstancias tan difíciles como esa lo demostramos, nada más. Sin embargo, cuando das arquetipos intachables a la gente, que sabe que es débil, fomentas el fanatismo, y eso es peligroso. El fanatismo es un mecanismo de autodefensa para disimular nuestros defectos. Por ejemplo, el puritano religioso sabe que tiene tentaciones y que a veces sucumbe a ellas, aunque necesita ocultarlas, por lo que se convierte en un fustigador de las debilidades ajenas. Así de simple.

¿Así tiene un enemigo externo en lugar de interno?

Exacto. Oculta lo suyo señalando al otro. El estudio del pasado nos debería servir para aprender a amar nuestras debilidades y aceptarlas. Escribí la biografía de Ana María Martínez Sagi, muy vinculada a Mallorca, porque para otro libro de cuando yo era joven ella me había hecho un retrato muy edulcorado e intachable de su vida. Descubrí tiempo después que había mentido y tenía puntos oscuros, aunque eso no me hizo repudiarla, sino que me resultó humanamente muchísimo más interesante. El conocimiento del pasado debe ser riguroso, pero al mismo tiempo magnánimo. Hay que aceptar que las construcciones maniqueas son falsas, que habrá personas del bando al que tenemos simpatía que cometieron vilezas y personas del bando contrario que tuvieron comportamientos nobles. Es bueno que lo reconozcamos y eso no significa que reneguemos de nuestros ideales. Por el contrario, las visiones arquetípicas nos tienen engañados y lo único que hacen es fomentar el resentimiento.

¿Está harto de que le pregunten si es de derechas o izquierdas?

Es que vivimos en una sociedad donde las ideologías son utilizadas de forma torticera por parte de los partidos políticos o unos intereses oscuros tras la política con el fin de disciplinar a la gente. Tienes que aceptar un pack ideológico. Si eres de derechas, por ejemplo, hay que estar a favor de Israel. ¿Por qué, qué tiene que ver con ser de derechas o izquierdas? Deberíamos empezar a ver la vida con una óptica que logre abarcar más en lugar de centrarnos en las consignas que nos lanzan.

¿Cómo acabará este conflicto?

Creo que muy mal. La respuesta al ataque criminal de Hamás, del que se cumple un año, tendría que haber sido totalmente distinta. No se puede justificar la matanza de miles de palestinos, quién sabe si cientos de miles. Es una desmesura absoluta. Israel siempre aprovecha los momentos traumáticos para expansionar su territorio. Se acoge a la denominada doctrina del shock y ha utilizado el ataque de Hamás como una especie de legitimación moral para hacer cosas totalmente inaceptables, como masacrar a la población de Gaza y las incursiones en Cisjordania y el Líbano. Desde cualquier ángulo es inadmisible, seas de derechas o izquierdas, seas projudío o promusulmán.

Su solución sería recuperar la comunidad humana, una mayor cohesión social. ¿Es posible

Sí, por una razón muy sencilla, porque los seres humanos, a pesar de que nos enzarzan a unos contra otros, tenemos la vocación natural de unirnos, la necesidad de crear vínculos, y eso es lo que habría que potenciar. Esta vocación natural se halla reprimida precisamente por el sectarismo ideológico en que nos encontramos, aunque habría que corregirlo y aceptar que debemos convivir con personas que tienen ideas distintas a las nuestras. En mi novela, el protagonista es un hijo de Caín que trata de sembrar el odio, pero hay momentos en que siente la nostalgia de amar a otra persona y le sucede precisamente con Ana María Martínez Sagi, roja y bollera, justo lo que más odia.

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