El primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, disolvió este miércoles la Cámara baja, en una reunión extraordinaria de su Gabinete y como paso previo a las elecciones generales que se celebrarán el próximo 27 de octubre. Esta disolución entra en vigor después de que el portavoz del hemiciclo japonés, Fukushiro Nukaga, el edicto del emperador, Naruhito, en el que se ordena la disolución del Legislativo y la celebración de los comicios.
La disolución, que dará pie al inicio de la campaña electoral el 15 de octubre, se produce ocho días después de que Ishiba, nuevo líder del partido gobernante de Japón, fuera nombrado el 1 de octubre como primer ministro del país en reemplazo de Fumio Kishida.
Ishiba, cuyo partido cuenta con amplia mayoría en la Dieta (Parlamento), fue elegido en dicha cámara con 291 votos a favor, y después de imponerse a otros ocho candidatos en las primarias del conservador Partido Liberal Democrático (PLD). Tras su nombramiento, Ishiba anunció la composición de su Gabinete de Gobierno, que incluye a 20 ministros cuya edad media es de 63,5 años y entre los cuales solo figuran dos mujeres. Ishiba ha ejercido anteriormente como ministro de Defensa y de Agricultura y Pesca, además de como secretario general del PLD.
Ishiba, de 67 años, asume su papel como primer ministro tras ser nombrado líder del PLD, la formación conservadora que ha gobernado Japón casi sin interrupción desde 1955. Al asumir el cargo, Ishiba anunció sus planes de convocar elecciones anticipadas para cimentar la legitimidad del nuevo Gobierno, que busca aumentar el gasto en defensa, subir las ayudas a los hogares de menores ingresos y revitalizar las regiones de Japón más golpeadas por la crisis demográfica.
Ishiba tiene casi asegurada la victoria de su partido, pero busca aumentar el número de escaños y apuntalar su liderazgo, después de que el Gobierno de su predecesor, Fumio Kishida, en el poder durante casi tres años, registrara cotas de popularidad muy bajas, en parte por un escándalo de financiamiento de su formación. Además, Kishida fue muy criticado por la gestión económica y su incapacidad de atajar el brote inflacionario que lastró el poder adquisitivo de los japoneses a partir de 2022. Ishiba ha puesto el acento en el tema de defensa y apoya la creación de una alianza militar regional inspirada en la OTAN. La semana pasada declaró que la seguridad de Japón «nunca estuvo tan amenazada desde el final de la Segunda Guerra Mundial». Pero el dirigente admitió el lunes que estos planes para contrarrestar la influencia china en la región «no se materializarán de la noche a la mañana».