«Hay veces que él quería dos o tres teléfonos por mes ¿no? Porque decía que lo… que lo contaminaba, pues eso era sumar y cada vez iba dando 2.000 euros para pagar». Así habla el comandante de la Guardia Civil Rubén Villalba, imputado en el caso Koldo, de las exigencias del comisionista Víctor de Aldama para que él cumpliera con sus funciones de dar seguridad a la trama, creando «líneas de comunicación seguras», una labor por la que era recompensado económicamente.

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