El Su-35 Flanker-E/M es presentado por Rusia como uno de los cazas multifunción más avanzados del mundo, conocido por su sobresaliente maniobrabilidad, sólida aviónica y una amplia gama de armamento.
Las declaraciones oficiales destacan que este caza tiene una superioridad, o al menos está a la par, con sus homólogos occidentales, tanto de Estados Unidos como de Europa, gracias a sus sistemas de radar de última generación y su capacidad para el combate a larga distancia.
Moscú subraya con frecuencia las pruebas exitosas del Su-35 y su uso en operaciones en Siria, presentándolo como una opción confiable y rentable para aquellos países que buscan modernizar sus fuerzas aéreas con un caza contemporáneo.
En la última década, diversas naciones han manifestado interés en adquirir el Su-35 Flanker-E ruso. No obstante, los acuerdos han enfrentado constantes dificultades, derivadas de cambios en la situación geopolítica, sanciones internacionales y consideraciones regionales.
Un actor clave en las negociaciones para la compra del Su-35 es Turquía. Después de adquirir el sistema de defensa antiaérea S-400 de Rusia, lo que se saldó con su exclusión del programa estadounidense F-35, Turquía comenzó negociaciones para la compra de dos escuadrones, es decir, unos 48 aviones Su-35.
En 2019, las negociaciones habían avanzado significativamente, pero el acuerdo sigue en espera debido a diversos factores, entre ellos la presión de la OTAN y la posibilidad de sanciones por parte de Estados Unidos bajo la legislación CAATSA, que ha impedido a varios países adquirir equipo militar ruso.
Por otro lado, Irán ha dado pasos significativos en su interés por el Su-35. En 2022, las autoridades iraníes confirmaron que estaban en conversaciones con Rusia para la adquisición de estos cazas, y existen informes que apuntan a la posible compra de 24 unidades.
La necesidad urgente de Irán de modernizar su fuerza aérea, que depende de aviones obsoletos de Estados Unidos de la década de 1970, hace que el Su-35 sea una opción atractiva. Este posible acuerdo está vinculado a una colaboración militar más amplia entre Teherán y Moscú, la cual podría incluir transferencias de tecnología.
Aunque se ha sugerido que el acuerdo podría materializarse con la entrega de los aviones en 2023, aún persisten muchas incertidumbres sobre los detalles y el alcance completo de la transacción.
Otro país que previamente había considerado la compra del Su-35 es Indonesia, que en 2018 firmó un contrato inicial para la adquisición de 11 aviones. Sin embargo, las sanciones impuestas por Estados Unidos y las restricciones presupuestarias llevaron a Yakarta a reconsiderar su decisión, cancelando la compra en favor de cazas occidentales como el Rafale francés y el F-15EX estadounidense.
Este cambio refleja una tendencia cada vez más común entre los países que prefieren adquirir equipos militares occidentales para evitar las complicaciones derivadas de las sanciones de Estados Unidos.
En definitiva, aunque el Su-35 ofrece capacidades avanzadas, su atractivo se ve mitigado por los desafíos diplomáticos y financieros que implica adquirir tecnología de defensa rusa en el actual contexto geopolítico.
A pesar del fortalecimiento de los lazos entre Corea del Norte y Rusia en tiempos recientes, no hay indicios de que Corea del Norte esté interesada en comprar aviones Flanker rusos.
Corea del Norte descarta comprar el Su-35 y prefiere modernizar su flota
El país sufre el impacto de sanciones internacionales severas, que limitan drásticamente su acceso a recursos financieros y tecnología avanzada. Estas restricciones hacen que la adquisición de aviones sofisticados y de alto coste, como el Su-35, sea prácticamente inviable para Corea del Norte.
Incluso si existiera un interés político en realizar tal compra, la situación económica del país no permitiría una inversión de esa magnitud. Corea del Norte, que es conocida por mantener y fabricar su propio equipo militar, sigue utilizando modelos más antiguos y menos costosos como parte de su estrategia.
En lugar de priorizar la compra de cazas avanzados, Pyongyang concentra sus esfuerzos en sus programas de misiles balísticos y armas nucleares, los cuales considera como elementos disuasorios más efectivos y manejables frente a las amenazas externas. Además, estos programas implican un menor gasto en mantenimiento que lo que requerirían los aviones de combate modernos.
Al no buscar aviones extranjeros, como los de Rusia, Corea del Norte prefiere modernizar su actual flota de aviones antiguos utilizando los recursos locales a su disposición. En este contexto, China aparece como una opción atractiva debido a su capacidad para proporcionar aviones militares a precios accesibles, alineados con las capacidades tecnológicas del país.
Los cazas chinos, como el J-7 y el J-10, versiones modernizadas de antiguos diseños soviéticos, representan una opción rentable y de mantenimiento sencillo, ideal para las necesidades de Corea del Norte. Además, la sólida relación política y económica que mantiene con China facilita este tipo de transacciones.
Las condiciones flexibles que ofrece China en el comercio militar permiten que Corea del Norte acceda a tecnología crítica sin imponer una carga económica significativa. Esto contrasta con la compra de aviones de última generación, como el Su-35, que requiere un mayor compromiso financiero.
Por otro lado, si nos enfocamos en Argelia, uno de los aliados más firmes de Rusia y habitual comprador de armamento ruso, encontramos que muestra poco interés en adquirir el Su-35. En cambio, prefiere continuar confiando en el Su-30MKA, por varias razones.
El Su-30MKA ha sido la columna vertebral de la Fuerza Aérea de Argelia desde que entró en servicio en 2009. Se beneficia de tecnologías avanzadas derivadas tanto del Su-35 como del discontinuado Su-37, incluyendo aviónica de última generación y un sistema de radar de gran potencia. Estas características han otorgado al Su-30MKA una ventaja sustancial sobre otros aviones de la región, convirtiéndolo en el caza líder del continente africano.
La amplia experiencia de Argelia en el manejo de aviones de origen soviético facilita una transición fluida al Su-30MKA, reduciendo riesgos operativos y mejorando la logística y el mantenimiento, lo que no sería tan sencillo con el Su-35. Los sistemas de soporte ya establecidos para el Su-30 en el país permiten una adopción sin complicaciones.
La larga trayectoria de Argelia con aviones de fabricación soviética ha generado una base técnica sólida y un personal bien capacitado, lo que garantiza un mantenimiento eficiente de su flota actual. Finalmente, las consideraciones económicas juegan un papel decisivo en esta elección.
Argelia prefiere el Su-30MKA sobre el Su-35
El Su-35, a pesar de contar con avanzadas características, puede ser muy costoso a largo plazo, sobre todo si se lo compara con el Su-30MKA. Este último destaca por ser más asequible en términos de operación y mantenimiento, lo que lo convierte en una opción preferida para Argelia, país que enfrenta una situación regional inestable. Contar con un caza fiable que se ajuste a sus necesidades militares actuales es fundamental para su Fuerza Aérea.
Si bien las capacidades del Su-35 son impresionantes, Argelia prefiere el Su-30MKA debido a sus claras ventajas estratégicas, económicas y operativas. Rusia ha posicionado al Su-35 como un avión de superioridad aérea, diseñado principalmente para interceptar aviones modernos y mantener el dominio en el aire. Sin embargo, conflictos recientes, como el de Ucrania, han revelado algunas limitaciones del Su-35, particularmente al enfrentarse a sistemas de defensa aérea avanzados.
Aunque el Su-35 es eficaz contra aviones menos avanzados, presenta dificultades en operaciones complejas, como enfrentarse a defensas aéreas móviles e integradas, similares a las desplegadas por Ucrania. Estas defensas, reforzadas con sistemas occidentales como el NASAMS, suponen un desafío considerable para el caza ruso. En Ucrania, el problema central del Su-35 ha sido su inconsistencia al tratar de neutralizar defensas aéreas modernas, que protegen infraestructuras clave y activos militares.
A pesar de estar armado con misiles avanzados para ataques terrestres, las operaciones en la realidad han demostrado que el Su-35 no siempre cumple con las expectativas en entornos aéreos dominados por sistemas como el Patriot o el IRIS-T. Esto ha generado dudas sobre la capacidad polivalente del avión, sobre todo cuando se despliega en zonas donde las defensas aéreas son poderosas y coordinadas.
Los expertos afirman que el Su-35 tiene un desempeño sobresaliente en entornos más controlados o con menos resistencia. Sin embargo, cuando se enfrenta a robustas defensas antiaéreas, su capacidad para realizar misiones complejas se ve considerablemente reducida. Las dificultades de Rusia para lograr el control aéreo en Ucrania resaltan los límites de depender únicamente del Su-35 en áreas donde las defensas aéreas son sofisticadas.
Si bien este avión puede enfrentarse eficazmente a fuerzas aéreas menos desarrolladas, sus limitaciones operacionales se vuelven evidentes cuando enfrenta sistemas de defensa aérea modernos. Rusia también ha encontrado obstáculos para vender el Su-35, incluso a sus aliados más cercanos. Factores interrelacionados han afectado la confianza en sus capacidades y generado preocupaciones económicas y políticas.
la guerra en Ucrania ha expuesto la eficacia limitada del Su-35 en zonas con defensas aéreas avanzadas, lo que ha socavado su reputación como un avión multifuncional. Además, las sanciones internacionales impuestas a Rusia han dificultado la financiación y la transferencia de tecnología, lo que ha alejado a posibles compradores como Turquía e Indonesia, quienes ahora prefieren aviones de fabricación occidental para evitar repercusiones económicas.
Incluso aliados tradicionales como Argelia e Irán han mostrado reticencias a la hora de adquirir el Su-35, inclinándose en su lugar por aviones más económicos y probados. Estas dificultades complican los esfuerzos de Moscú para mantener su posición en el mercado global de armas y asegurar ventas de su caza insignia.