Pesa 45 kilos, más de 20 por debajo de su peso habitual, pese a ser una mujer de elevada estatura, que ronda los 1,70 metros. Sus condiciones carcelarias se han ido degradando progresivamente, y ahora ya no puede siquiera recibir llamadas telefónicas ni tampoco intercambiar cartas con su hermana Tatsiana o con el resto de sus allegados o compañeros. Pese a su duro régimen de aislamiento, según sostienen los reclusos que van siendo liberados de las cárceles de Bielorrusia y han entrado en contacto visual con ella, siempre dedica una sonrisa a quien la reconoce a lo lejos, aunque no pueda dirigirle la palabra. Es Maria Kolésnikova, en prisión desde hace cuatro años en Bielorrusia y una de las principales figuras del movimiento opositor que, en el verano de 2020, puso contra las cuerdas al autócrata Aleksándr Lukashenko, tras unas elecciones presidenciales consideradas como fraudulentas por la oposición.

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