La residencialización, el fenómeno por el que inmuebles turísticos acaban siendo utilizados como viviendas, tiene también un coste económico para la región. En concreto, los 204.744 usos residenciales que se estima que existen en los núcleos turísticos del Archipiélago provocan que anualmente se pierdan 6.367 millones de euros de actividad económica. Y no solo eso, también se dejan de recaudar 1.291 millones de euros en impuestos y obstaculiza la generación de 102.864 puestos de trabajo en las Islas.

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