No hay duda de que Guillermo del Toro es uno de los directores de cine más innovadores y renombrados. Lo ha convertido en un director de culto y en un maestro del género fantástico debido a su enfoque único hacia el cine, caracterizado por mundos fantásticos, criaturas monstruosas y narrativas profundas. Sin embargo, el cambio de Del Toro a lo largo de los años ha sido notable tanto en su carrera como en su vida personal y su evolución como creador, más allá de su éxito profesional.

Los Primeros Años

El 9 de octubre de 1964, Guillermo del Toro nació en Guadalajara, México. Desde niño, mostró interés en lo fantástico, influenciado por las películas de terror y los libros de autores como HP Lovecraft y Mary Shelley. Su futura carrera como cineasta se basaría en esta pasión por lo monstruoso y lo sobrenatural. No obstante, del Toro enfrentó obstáculos en el cine mexicano y problemas económicos antes de alcanzar la fama mundial.

En los años 90, del Toro trabajó como técnico de efectos especiales y maquillador, lo que le permitió adquirir una amplia comprensión de los seres y monstruos que pronto poblarían sus películas. En 1993, estrenó Cronos, una película de terror que combinaba temas de la inmortalidad con elementos del cine gótico. A pesar de que la película recibió buenas críticas y ganó el Premio de la Crítica en el Festival de Cannes, su carrera posterior demostró un verdadero cambio en su enfoque y estilo.

Durante este tiempo, Guillermo del Toro se mostraba más joven, con un estilo relajado, cabello oscuro. Sin embargo, lo que realmente lo definía era su dedicación a crear mundos y historias distintivos que combinaban lo fantástico con lo humano.

El Ascenso Internacional y la Madurez Creativa

En 2001, Guillermo del Toro experimentó su verdadero crecimiento en la fama gracias a su película El espinazo del diablo, que se ambientó en la Guerra Civil Española y mezcló leyendas, traiciones y secretos. En este punto, el cineasta empezó a consolidar su estilo único, que se basaba en la historia, los temas de la infancia y el dolor humano, todo enmarcado en mundos oscuros y mágicos.

Sin embargo, el lanzamiento de El laberinto del fauno en 2006 representó el cambio más significativo en la carrera de Del Toro. Esta película, que también se desarrolla durante la posguerra española, lo llevó a la fama mundial. La película fue un gran éxito tanto a nivel crítico como comercial, recibiendo numerosos premios, incluyendo tres premios Óscar. Con la publicación de El laberinto del fauno, del Toro fortaleció su reputación como autor excepcional de relatos oscuros pero conmovedores que combinaban de manera fascinante la fantasía y la realidad.

Su evolución creativa en este momento también se reflejó en su apariencia. Sus características gafas redondas y un look informal con barba prominente hicieron que su estilo personal fuera más icónico. Guillermo del Toro se convirtió en una figura tan entrañable como las historias que contaba debido a su apariencia alegre y su amor inagotable por las criaturas y el cine.

Evolución de su Carrera y Estilo

Después de El laberinto del fauno, del Toro continuó explorando su pasión por los monstruos y lo sobrenatural en películas como Pacific Rim (2013) y Crimson Peak (2015). A pesar de que estos películas no tuvieron el mismo impacto que su obra principal, demostraron su versatilidad y su capacidad para moverse entre el cine de gran presupuesto y el cine de autor.

En el año 2017, su carrera experimentó un cambio significativo con la película La forma del agua, que cuenta la historia de amor entre una mujer sin hogar y una criatura acuática que se desarrolla durante la Guerra Fría. Esta película ganó cuatro premios Óscar, incluyendo el de mejor director, además de ganarse el favor de críticos y público. Del Toro demostró que había alcanzado el punto más alto de su carrera con La forma del agua, refinando su estilo y reafirmando su habilidad para combinar lo monstruoso con lo emotivo.

La forma en que ha incorporado cada vez más temas sociales y políticos en sus historias es otro ejemplo de su evolución. Las películas como El laberinto del fauno y La forma del agua no son solo historias de hadas oscuras; también son alegorías sobre el poder, el amor y la opresión. Este cambio en la trama demuestra a un Del Toro más experimentado y consciente del impacto que su arte tiene en el público.
 

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