Luiz Inacio Lula da Silva y Jair Bolsonaro midieron fuerzas en las elecciones municipales brasileñas con distinta suerte. La votación se ha inclinado levemente en favor de la ultraderecha en buena parte de las ciudades del gigante sudamericano, pero, tratándose de una contienda de medio turno, el resultado no afecta la gobernabilidad nacional ni le alcanza a Bolsonaro para considerarse el gran ganador de la jornada y, de esa manera, fortalecer su reclamo de una amnistía que le permita participar de las presidenciales de 2026. El excapitán del Ejército ha sido inhabilitado hasta 2030 por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) por haber sembrado dudas sobre la transparencia de la contienda de 2022, cuando era jefe de Estado.
El presidente y su antecesor evitaron ubicarse en el centro de la escena y dejaron que sus partidos, el de los Trabajadores (PT) y el ultraderechista Liberal (PL), protagonicen la disputa en sus nombres. La ciudad de San Pablo, de 12 millones de habitantes y la más importante de Brasil, debe ir a un segundo turno, el 27 de octubre. La pelea entre el actual alcalde bolsonarista Ricardo Nunes, y el luchador social y diputado izquierdista Guilherme Boulos, apadrinado por Lula, da Silva, reviste especial interés para el Gobierno y sus adversarios. Nunes obtuvo el 29,59% y su oponente 29,07%. Pablo Marçal, un ultraderechista por momentos más osado que el propio Bolsonaro y más parecido al argentino Javier Milei en el uso del arte de la injuria y la provocación, quedó en tercer lugar. Su derrota, dijo el diario paulista ´Estado`, » rehabilita la campaña de moderación». En principio, los analistas estiman que Nunes será reelecto. Sin embargo, el PT hará lo imposible para evitar ese mal trago. «Quiero dialogar con los que no nos votaron en la primera vuelta», dijo Boulos y aseguró que «la inmensa mayoría del pueblo» votó «por el cambio». Los que no están satisfechos con la situación de la seguridad, la salud pública y el transporte público deberían optar por su candidatura. Recordó además las relaciones «sospechosas» de Nunes con el crimen organizado.
En tanto, el centrista Eduardo Paes, retuvo en primera vuelta, con un 60,26% de los votos, la ciudad de Río de Janeiro, la segunda en importancia de Brasil. Paes fue alcalde carioca entre 2009 y 2017, y le tocó organizar los Juegos Olímpicos de 2016. Volvió en 2020 al cargo, derrotando al pastor evangélico y aliado de Bolsonaro, Marcelo Crivella. La victoria de Paes es en un punto la de Lula, quien lo apoyó y recibió en la noche de Río de Janeiro palabras de agradecimiento del vencedor. «Es hora de acabar con esta polarización, con esta lucha de unos contra otros como si fuéramos enemigos, y no lo somos. Podemos unirnos independientemente de nuestra visión del mundo. Cuidar de una ciudad, de un país o de un Estado tiene mucho que ver con atender mejor a las personas que más lo necesitan. Aquí hay gente de derechas, de izquierdas, más progresistas, más conservadores», dijo. Bolsonaro había apostado por Alexandre Ramagem, quien bajo su Gobierno había manejado ó la Agencia Brasileña de Inteligencia y actualmente es investigado por una supuesta trama de espionaje ilegal.
Marcas de la polarización
El enfrentamiento ideológico dejó sus marcas en los principales distritos. El PL se impuso en Maceió y Rio Branco, las capitales de los estados de Alagoas y Acre. A su vez, ha pasado a la segunda vuelta en otras nueve. El PL y el PT se enfrentarán en Cuiabá y Fortaleza, en los estados de Mato Grosso y Ceará, dos de las 15 capitales que deben esperar hasta el 27 de octubre para saber quiénes serán sus autoridades.
Carlos y Jair Renan Bolsonaro, dos de los hijos del expresidente fueron por su parte elegidos en las cámaras municipales de Río de Janeiro y el balneario de Camboriú, respectivamente. Las elecciones tuvieron su cuota de excentricidad y oportunismo. Alexandre Frota, exactor porno y ex diputado federal, ganó una concejalía en Cotia, una ciudad del interior de San Pablo. Había sido legislador del bolsonarismo pero rompió con el expresidente para participar en esta contienda como aspirante de un partido de izquierda.
La cuestión ambiental
Los comicios municipales fueron precedidos por un desastre ambiental que no ha cesado. Los incendios de este año en 4,6 millones de hectáreas son consecuencia de la mayor sequía de la historia y otros efectos del cambio climático así como la deforestación planificada por el llamado agronegocio. El desastre ha afectado directamente a 18,9 millones de personas. El río Negro, uno de los mayores afluentes del río Amazonas, alcanzó mínimos sin precedentes: 12,68 metros. Las llamas provocaron pérdidas por unos 365 millones de dólares. Todavía no han podido apagarse unos 1100 focos de incendio.
En mayo pasado, las inundaciones en el estado de Rio Grande do Sul dejaron bajo el agua a más de 460 municipios. Fallecieron 150 personas. La alcaldía de su capital, Porto Alegre, será disputada en el segundo turno entre el centrista Sebastião Melo y Maria do Rosário, del PT. Lo llamativo de los comicios en ese estado así como los otros que han padecido los incendios es que las discusiones entre los candidatos prescindieron de la cuestión ambiental. La calamidad no estuvo en el centro de las campañas y se desconoce si ocupará en las próximas semanas un plano relevante. Lo llamativo de esa ausencia es que las encuestas muestran la preocupación de la ciudadanía por las circunstancias que se atraviesan y los peligros que se asoman en el horizonte. La leve preferencia en muchas ciudades por el bolsonarismo, una fuerza que niega el cambio climático, da cuenta de una contradicción desconcertante.