Ni cuatro meses han permanecido blancas las paredes de la zona baja del pabellón de Aragón, en el recinto Expo. El pasado mes de junio, después de muchos años de abandono, el Ejecutivo autonómico –propietario del inmueble– decidió ejecutar un lavado de cara al edificio como paso previo a su recuperación. Entonces se pintó la estructura de hormigón que sostiene el módulo central y que estaba llena de grafitis. Pero poco ha durado el blanco impoluto: los muros ya están de nuevo llenos de pintadas.
En el interior del edificio, sin embargo, ya se está trabajando para adecuar los espacios de un pabellón que lleva vacío 16 años. El Gobierno de Aragón quiere que, si la nueva Agencia Estatal de Salud Pública recala en la comunidad, este inmueble sea su sede. Aunque todavía no está decidido a cuál de las cuatro autonomías que se han postulado acabará yendo este organismo.
Según declaró la semana pasada el director general de Salud Pública del Gobierno de España, Pedro Gullón, la nueva agencia estará en marcha en 2025 y tendrá «una sede funcional» el próximo verano, por lo que los plazos disponibles son muy ajustados. Quizá por eso la DGA ha querido adelantarse y preparar el Pabellón de Aragón en caso de que sea el edificio elegido.
Para adecuarlo se están ejecutando unos trabajos de urgencia que han supuesto una inversión de unos 500.000 euros, si bien esta actuación se completará con otra cuyo coste alcanzará los 2 millones. El objetivo de la DGA es poder dotar de un uso al pabellón de Aragón, algo que quiere hacer también con otros iconos de la Expo como la Torre del Agua. Pero parece que de los grafitis no se van a librar.