Hace apenas tres años, Luis Cortés (Burjasot, 2001) trabajaba en el turno de noche de una fábrica. Hoy, treinta canciones y un EP después, tiene millón y medio de oyentes mensuales en Spotify y es una de las figuras con más proyección del pop en español. De madre gitana y padre africano, Luis traslada a su música la mezcla que corre por sus venas, dando forma con su característica voz gutural a temas inspirados en su vida y que se mueven entre lo latino, lo urbano, el flamenco y el soul. Una combinación que encaja a la perfección con el estilo de Sound Blaster Records, el sello valenciano de su descubridor, el productor Scorpion, y que de la mano del artista Nyno Vargas dio lugar a eso que se ha dado en llamar el flamencotón, una versión cañí del reguetón. Este domingo, Luis Cortés recala en el Teatro Eslava de Madrid con todas las entradas vendidas.

Todo empezó en 2019, cuando Luis compaginaba su trabajo nocturno con sus primeros pinitos musicales. Un día de lluvia se metió en el estudio de su amigo Miguel Amador y grabaron una canción. «Ojalá» comenzó a correr de móvil en móvil hasta que llegó a Scorpion. «Es una historia súper random», cuenta Cortés a El Independiente por videollamada desde su estudio en Burjassot, a cinco minutos de su casa en la barriada de las 613 viviendas, donde todavía vive con su madre y su hermano pequeño, de 10 años. «La canción la tenía todo el barrio ya, se escuchaba en los coches, era una locura, pero no estaba en ninguna plataforma. Scorpion vino a verme y me propuso trabajar con él. Y yo, asustado, le dije que no, porque no me veía como cantante. Pero pasó un tiempo, me lo pensé, hablé con mi madre y ya tuve que ir y decirle que sí. Y hasta el sol de hoy, que tenemos canciones en la calle, vídeos, estamos haciendo conciertos y gracias a Dios la cosa está funcionando».

Este año ha lanzado su primer EP, Dolores, inspirado por «las musas de mi vida», entre ellas su madre, a quien dedica la sentida «Mama» –»Una mujer luchadora, siempre tiraba pa delante / Con cuatro niños a su espalda, nunca hizo falta un padre»–. Cortés, que no ha tenido relación alguna con su padre, se crio en el ambiente de su familia materna. «Todo me viene de chiquitito, de escuchar flamenco en casa y a mi madre cantar. En mi familia no son músicos pero unos cantan, otros bailan, otros tienen el ritmito… Los gitanos nacemos con ese duendecito y como que sabemos hacer cosas así, tenemos arte«, explica. Además, siempre ha tenido la inquietud de escuchar de todo. «Yo soy el raro de la familia. Me gusta el rap, el R&B, la música francesa, el flamenco cerrao, Alejandro Sanz, reguetón o la música argelina, aunque no entienda ni papa, pero el sonido, las mezclas, lo importante es la vibra, lo que te transmita. Me encanta la música y siento que a la hora de componer o buscar conceptos es maravilloso tener ese conocimiento, buscar cosas de aquí y allá».

De los palés al estudio

A Cortés siempre le gustó cantar en la intimidad, para la familia y los colegas, pero después de terminar 3º de la ESO se puso a trabajar «porque en casa la cosa estaba complicada. Trabajaba con mis tíos, de palés, en lo que fuese. A los 17 me metí en una ETT y a los 18 me cogieron en la fábrica, y yo súper contento. Estuve como tres años ahí relacionándolo con lo de la música, trabajaba de noche y de día, era una locura. Fueron momentos duros, pero estaba feliz porque tenía trabajo y tenía dinero, que era lo importante para casa».

Hasta que lo de la música comenzó a tirar y pudo dedicarse exclusivamente a ello. Eso sí, sin salir del barrio. «Burjassot, o mejor dicho, mi barrio, las 613 viviendas, es una zona que ha estado un poco excluida porque hay mucho gitano y dicen que es conflictiva. Pero aquí no pasa nada, es un barrio de gente trabajadora, estamos súper bien y lo tenemos todo cerca. Yo vivo muy contento con la gente, es muy agradable, te arropan muchísimo, y a día de hoy tengo los mismos amigos, mi círculo de colegas que nos hemos criado aquí desde chiquititos».

Con los pies en el suelo

A diferencia de otros artistas de la escena urbana, Luis Cortés mantiene los pies en el suelo y rehuye la estética gangsta de coches de lujo y cadenas de oro, tanto en su vida como en sus vídeos. «Sí, a ver… Al fin y al cabo sé lo que es no tener nada y estar comiendo lentejas una semana. Para qué me lo voy a creer, para qué voy a dar una imagen si yo no soy así. Yo soy una persona normal y corriente, y no creo que sea muy agradable para los demás presumir de otra cosa. Hay que ser más humilde y saber qué es lo importante. Si has estado en una cuna de oro, allá tú, pero si sabes como son las cosas yo creo que tienes que tener mucha mente porque hay gente muy modesta que te está viendo».

Unos valores que intenta transmitir a su hermano pequeño. «El niño está súper contento de tener un hermano cantante. Se va ahí con los colegas, y lo va contando todo, mira mi hermano, acaba de sacar una canción, acaba de venir de Colombia, está súper emocionado. Pero trato de inculcarle que estudie, que haga las cosas bien, que no esté tanto jugando a la Play. Quiero que esté centrado y que busque lo que le gusta. Si tú estudias algo que no te gusta, al final no vas a hacer nada porque no te interesa, pero si estudias algo que te gusta vas a poner el empeño máximo».

Después de actuar en Madrid, Luis Cortés pasará por Badajoz (13 de octubre), Valladolid (8 de noviembre) o Bilbao (14 de diciembre). Y sobre todo seguirá haciendo música a su manera. «A la hora de crear música tienes que tener conocimiento de lo que es la industria, de lo que está pasando y lo que se está escuchando, es imprescindible, pero sobre todo tienes que tratar de ser tú. Yo trato de fluir y ya está. Tengo muchísimos temas, tenemos una carpeta gigante. Y me veo súper bien, como que ya he cogido mi esencia y hay parte de mí en todas las canciones. Da igual en qué género esté cantando que sabes que esa vocecilla igual es del Luis, ¿sabes?».

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