Hace la friolera de 600 años, un maestro picapedrero llamado Pere Puigbrian recibió un encargo muy especial: una mujer llamada Na Matheua quería encargar una cruz del término o ‘peiró’ para su municipio, una pequeña localidad valenciana situada entre las montañas dels Ports: Xiva de Morella. Era 1414 y la cruz debía medir cuatro palmos de altura y contener en su capitel las imágenes de una esteva, un prado y un cardo, un Cristo crucificado y una Virgen María. Todo ello, sobre un pilar de 3 metros de altura.

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