El debate sobre la región rehuyó tratar lo decisivo / LNE
Demasiado trazo grueso, repetición monótona de tópicos y poca claridad a la hora de determinar las prioridades de Asturias. Esa podría ser la conclusión de la pasada semana política, intensa, que comenzó con el debate sobre la situación de la región y concluyó con la visita del presidente del Principado a la Moncloa. Las sesiones en la Junta, como suele suceder, estuvieron más determinadas por lo inmediato, asuntos de actualidad como la siderurgia o infraestructuras puntuales, que por lo estructural y profundo, con cada grupo fiel a su papel: el del Gobierno, excluir a la oposición; el de la oposición, desgastar al Gobierno.
El debate anual para tomar el pulso al momento que vive la comunidad autónoma no atrae multitudes, aunque sí debería fijar con rigor el rumbo de Asturias, establecer una hoja de ruta con propósitos firmes y servir para la rendición efectiva de cuentas. En el de la pasada semana se votaron 120 resoluciones de lo más variopinto, que van desde la recuperación de la autopista del mar a la contratación de valoradores para los expedientes de la discapacidad o a la condena de la «política terrorista de Israel contra Palestina». Los partidos trasladan a menudo al diario de sesiones sus mantras para convertirlo más en una extensión de su programa electoral que en el compendio de vitaminas reconstituyentes para la realidad asturiana.
El cupo catalán empieza a cavar una sima entre las formaciones. Los grupos votaron por bloques. Los socialistas evitaron condenar el pacto fiscal con ERC. A costa, eso sí, de abrir las primeras grietas en uno de los pocos y precarios consensos existente, sobre las paredes maestras para reformar la financiación. Las interconexiones en la sociedad actual se alimentan de una polarización que empuja hacia los extremos. Por encima de ideologías, existen valores superiores compartidos por conservadores y progresistas por cuya defensa merece la pena rebelarse.
En el ámbito doméstico se rehuyó lo decisivo. A la región le faltan actividad y puestos de trabajo. En suma, empresarios. Su progreso y prosperidad juega Asturias en la partida. El último análisis sobre emprendimiento, divulgado esta semana, desvela que la burocracia sigue ahogando aquí la iniciativa, sin apenas cambios para soltar lastre. La fiscalidad pesa como una losa y tampoco los precios de la energía ayudan. El informe sobre la renta que publicó LA NUEVA ESPAÑA también pone en evidencia que el turismo, muy valioso, no genera lo mismo que la industria. Una prueba, en las alas: Navia, con empresas arraigadas, ocupa el puesto 12.º de la riqueza per cápita. Llanes, monocultivo turístico, el 40.º. De asentar la nueva estructura en la que anda embarcado el Principado para atraer empresas, basada en tres pilares, una oficina de captación en Madrid, otra de coordinación económica y la agencia Sekuens, apenas se oyó algo en las intervenciones de la Junta.
A la región le faltan actividad y puestos de trabajo; en suma, empresarios: su progreso y prosperidad juega Asturias en la partida, pero eso apenas se trató en la Junta
Nada se habló tampoco en serio del papel de la Universidad. Ahora no responde ni a las necesidades académicas de estos tiempos ni a la demanda del mercado laboral. La discusión sobre la enseñanza superior se saldó con el anuncio de una medida de la que sorprende que a estas alturas pueda ser novedosa: la gratuidad de la matrícula para los buenos estudiantes con pocos recursos. Las ayudas para favorecer el alquiler vienen a engrasar la relación con el socio de gobierno, que casi siempre obtiene lo que quiere. Por lo demás, la noria habitual, vueltas y vueltas para cumplir el formalismo: el peaje del Huerna, la oficialidad de la Llingua, la Variante, el vial de Jove… la rutina. Después de casi cuarenta años buscando alternativas para los accesos a El Musel, el proyecto retorna a la casilla de salida sin acuerdo sobre el trazado. Inaudito. La agenda asturiana requiere de una unidad especial para medir el tiempo derrochado.
Transformar en algo más que un eslogan el «cambio de paradigma, de la resistencia a la ofensiva» exigirá mucho esfuerzo. El PSOE defiende los elevados impuestos regionales para sostener la calidad de los servicios. El PP los critica. El PP propone en Oviedo una subida fiscal con la misma finalidad. El PSOE la denuesta. Hay asuntos en los que solo estar en el puente de mando o en la bancada opositora marca la diferencia. Escaramuzas similares determinadas por un rol asignado a priori, en las que el fondo importa poco y el protagonismo lo copan las apariencias, plagan la batalla. A pesar de todo, que nadie se confunda y llegue a la conclusión equivocada. De la política depende que las cosas mejoren y solo los políticos pueden devolverle los mejores valores sacándola del atolladero en el que está metida. Lo harán cuando los electores decidan exigírselo.