Su irrupción en el cine español es una de las más rotundas que se recuerdan. Surgida aparentemente de la nada -dichosas apariencias-, desde el principio se mostró como una actriz ya experta, ya completamente formada, ya modélica e influyente. Y que nos hayamos acostumbrado a Patricia López Arnaiz con el tiempo no significa que ella haya perdido la capacidad de sorprendernos con la autoridad que proyecta. “Me sigo cuestionando mucho mi lugar en esta profesión”, rebate la vitoriana, y matiza. “Es muy invasiva, porque rápidamente se convierte en el centro alrededor del que toda tu vida orbita y se adapta, y por eso provoca vértigo. A mí hay aspectos de ella que me siguen alterando mucho, como las actividades promocionales. Hacen que sienta dudas, que tenga miedo, que duerma mal”. La promoción de su nueva película, eso sí, sin duda le está resultando más grata después del premio a la Mejor Interpretación Protagonista que acaba de recibir gracias a ella en el Festival de San Sebastián; a estas alturas ya debe de haber colocado el premio al lado del Goya que obtuvo en 2021 gracias a ‘Ane’ (2020) y de la Biznaga de Plata a la Mejor Actriz que le proporcionó después su actuación en ‘20.000 especies de abejas’ (2023).
En ‘Los destellos’, magnífico tercer largometraje de la zaragozana Pilar Palomero, López Arnaiz da vida a una mujer que se ve obligada por su hija a cuidar de quien durante un tiempo fue su gran amor y a quien ha pasado años tratando en vano de evitar; el hombre requiere atenciones especiales porque está enfermo, porque se muere. “Creo que, a partir de cierta edad, nos volvemos especialmente sensibles a la idea de nuestra propia finitud, sobre todo desde que empezamos a acumular despedidas de seres queridos”, comenta la intérprete acerca de lo que la empujó a participar en la película. “Mi experiencia en ese sentido me ha enseñado que esos momentos de decir adiós no solo te hacen más consciente de lo que significa vivir sino que también reformulan tu actitud ante la vida y tu idea de lo que realmente es importante”.
Hace tiempo, López Arnaiz decidió que para ella era prioritario vivir en la montaña de su tierra natal, lejos de la ciudad. “Mi relación con la naturaleza ha sido estrecha desde que era una niña, y para mí es imprescindible estar cerca de la paz que emana de los árboles, de la luz y del sonido de los pájaros. Y me siento afortunada porque no he tenido necesidad de vivir de otra manera para seguir rodando películas”. Se dio a conocer gracias a su participación en ‘El guardián invisible’ (2017) y, tras encarnar un papel secundario para Alejandro Amenábar en ‘Mientras dure la guerra’ (2019), aprovechó su primera gran oportunidad actoral en la miniserie ‘La peste’ (2019), de Alberto Rodríguez; desde entonces, además de las arriba citadas, ha protagonizado ficciones como ‘La hija’ (2021), ‘La cima’ (2022) y la reciente ‘Nina’ (2024). Todo eso, después de cumplir los 35.
“Me siento muy afortunada por cómo me han pasado las cosas”, asegura. “En su día yo quise estudiar Bellas Artes, pero mis padres me disuadieron porque temían que una profesión vinculada a lo artístico me abocaría a un futuro de inseguridad profesional, así que acabé estudiando Publicidad. Y estudiar algo con lo que nunca llegué a conectar hizo que al acabar al carrera yo me sintiera completamente libre de probar diferentes cosas, y capaz de ser feliz trabajando en cualquier sector”. En esos años fue camarera, monitora en un comedor infantil, productora de conciertos, fotógrafa, y miembro de una banda de música, y a los 25 años se enganchó al teatro. “Mi llegada a la interpretación no fue algo predeterminado sino una elección muy consciente, y cuando la tomé yo ya había vivido muchas experiencias, ya tenía un mundo y pisaba terreno firme”. Es otra forma de decir que pudo enfrentarse al cambio de vida provocado por la fama con una actitud más serena, más cauta y, si se quiere, más escéptica. “Para una persona joven es tentador dejarse encandilar por la admiración, los halagos y el privilegio que tener cierto éxito en esta profesión proporciona, y despertar de repente de ese hechizo puede resultar traumático”, comenta la actriz. La madurez no te previene contra ello pero, al menos, ayuda a que el daño sea menor. Tendrá que servir de algo, ¿no?”.