Qué la visita anoche a Butarque fuera calificada como la primera final del curso, es todo un síntoma de lo mal que pinta este Valencia. Salir con una defensa de cinco ante un recién ascendido, un indicio declarado que Baraja busca los puntos a la desesperada, porque ya aprietan las urgencias. Que el Leganés se considere un rival directo, es otra tragicomedia de las que gasta Lim.
Tras una primera parte mejor que en los partidos anteriores, con una solidez defensiva que era clave para evitar riesgos innecesarios. Los tres jóvenes centrales, Yarek, Mosquera y Tárrega, ofrecen garantías. Son rápidos, saben sacar el balón y van bien de cabeza. Ocupan tanto espacio que dejaban los carriles para las subidas de Thierry y Foulquier, pero a ambos les falta calidad arriba. A partir de ahí, los cinco restantes que quedaban combinaron poco, aunque pisaron el área rival más que otras veces
El misterio de lo que pasó en el descanso hizo que el control de la ronda inicial desapareciera por arte de magia, mientras el Leganés, con Juan Cruz al frente, no paraba de enviar avisos a Mamardashvili, que tuvo otra noche agitada. La entrada primero de Diego López y luego de Dani Gómez dieron más velocidad al equipo, pero falló otra vez la fortuna, con una ocasión de gol por cabeza.
El Valencia necesita aprovechar más las ocasiones a balón parado, porque son las mejores oportunidades para intimidar al contrario. Los córneres son inofensivos y las pocas faltas cerca de la portería rival deben ser como penaltis, a vida o muerte. Hay que entrenar más esas oportunidades tácticas. Baraja dijo antes del partido que el valencianismo necesitaba ver un cambio en el equipo, y ante el Leganés era la ocasión perfecta, pero el empate resulta poco botín. El equipo sigue sin encontrar la clave para que las líneas clásicas funcionen engrasadas.
Me alegró también oír en la previa a Baraja confirmar su confianza en su trabajo y en el de sus jugadores, aunque eso vaya en contra de la opinión generalizada de los aficionados, y en contra de la ciencia, como indica la clasificación en estos momentos antes del segundo parón de la temporada.
Hay que estar muy preocupados por la marcha del equipo cuando acaba de empezar octubre, y como hasta enero no existe la posibilidad de fichar, y Lim no lo hará, lo único que le queda al poble de Mestalla hasta entonces es hacer todo lo imposible para que la pesadilla del empresario singapurense se esfume de una vez por todas. Más protestas o a coquetear con Segunda.
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