Más de 1.200 personas han tomado este sábado la salida de la Carrera de la Mujer en una cita en la que, de nuevo, lo menos importante han sido los resultados. «Estamos aquí para reivindicar la igualdad de una manera tan saludable como es el deporte», explicaba Alicia, una de las corredoras tras cruzar la meta en El Fontanar. Antes del inicio de la prueba, se ha rendido homenaje a la atleta olímpica Carmen Avilés.
Irene Rancaño (Club Nerja de Atletismo) ha sido la ganadora de una prueba que ha contado con un recorrido circular de seis kilómetros. Lo ha hecho con un tiempo de 24 minutos y 33 segundos. Virginia Moya y Rocío Núñez, ambas del club Trotasierra, han completado el podio.
Una carrera para todas
«He empezado demasiado fuerte y luego he tenido que ir dosificando mucho, tengo que aprender«, contaba una exhausta Carmen tras cruzar la línea de meta. Para ella, como para muchas otras participantes, ha sido su primera carrera popular, «y toda una experiencia que quiero repetir», aseguraba. También ha habido con una nutrida presencia de hombres, muchos de ellos acompañando a sus parejas, familiares o amigas. Otros, como es el caso de Juan, han hecho los últimos metros empujando a su bebé en carrito y junto a su mujer, «no se nos ocurría un final más bonito», explicaba con una sonrisa.
En esta prueba, que ha ido creciendo en cuanto a participación a lo largo de los años después de que en 2004 contara con apenas 200 dorsales, la diversidad ha estado muy presente. Entre los corredores se observaban desde chicas de quince años (el mínimo permitido), hasta grupos que superaban los 50. «Hacemos senderismo juntas, nos gusta mucho ir al campo y pegarnos nuestras buenas caminatas, esto es algo completamente diferente que nos pusimos como reto«, señalaba Emilia junto a sus tres amigas tras cruzar la línea de meta. También había quien se ha tomado la carrera como un reto personal, como es el caso de Silvia, «desde hace unos meses estoy en un proceso de cambio físico, tenía esta fecha marcada en el calendario, ha sido duro y emocionante a la vez», aseguraba.
Padres y madres se abrazaban en la línea de meta de El Fontanar, madres e hijas, amigas o compañeras de trabajo, todas ellas unidas para reivindicar la igualdad de la manera más saludable posible: el deporte.