Los aficionados más radicales del Anderlecht, el equipo de fútbol belga, ubicados en las gradas altas del estadio de Anoeta, en San Sebastián, protagonizaron el episodio más violento de la jornada de Europa League. Durante el partido que enfrentaba a la Real Sociedad y al conjunto belga, los ultras arrancaron las sillas del estadio para lanzarlas contras las gradas situadas justo debajo. Una grada habitualmente ocupada por familias, padres, madres e hijos menores.
La seguridad en los estadios obliga también a cubrir toda la grada del equipo visitante con una lámina de metacrilato. Pero la violencia fue tal que los ultras consiguieron romper dicho material, semejante al vidrio, para arrojarlo también contra las gradas. Los jugadores del equipo donostiarra, conscientes de la situación, avisaron al árbitro para que alertada al comisario de la UEFA y detuviera el partido.