«¡Alerta aérea! ¡Alerta aérea! Busque refugio». Las sirenas de las aplicaciones que avisan de la llegada de misiles desde Rusia, instaladas en los móviles del medio millar de personas congregadas en el refugio subterráneo del hotel Intercontinental de Kiev, comienzan a sonar a la vez a las 13:14. Casi nadie les ha hecho caso. Las han apagado y han continuado con la feria internacional de armamento organizada por el Gobierno ucraniano para convencer a sus aliados de que conviertan al país en la fábrica de armas de Europa. «Fabricar libertad», lo llaman.

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