La dirección del musical Malinche, dirigido por Nacho Cano, incrementó de forma voluntaria la cantidad a pagar por la beca a los 17 bailarines mexicanos que se encontraban haciendo prácticas en Madrid. En un principio, la cantidad a percibir por esta formación era de 300 euros al mes, pero la empresa Malinche the musical SL decidió aumentar a 500 euros mensuales dicha asignación.
Es uno de los puntos que ha confirmado una inspección de trabajo remitida al Juzgado de Instrucción Nº19 de Madrid. Un documento al que ha tenido acceso El Periódico de España y que certifica, entre otras cosas, que los bailarines mexicanos no tenían por qué estar dados de alta en la Seguridad Social, dado que tenían categoría de becarios y, por tanto, debían ser considerados como estudiantes.
«Malinche les abona en efectivo una asignación económica de 500 euros al mes, aunque en la beca inicial era de 300 euros al mes. Pero transcurrido algún mes desde el inicio de esta, la empresa decide incrementar esta asignación y abonarles 500 euros», apunta el documento en una de sus primeras páginas.
Compra en el DIA
No era el único gasto económico que recoge el texto. También habla de que la dirección de Malinche entregaba 150 euros mensuales a cada uno de los bailarines para que sufragasen sus gastos en el supermercado DIA, además de una cantidad indeterminada entre los viernes y los domingos en un restaurante llamado Tiki Tako. El resto de día el musical ofrecía una comida diaria a cada uno de los estudiantes, que desarrollaban su jornada de lunea a viernes, de 9:30 de la mañana a 6 de la tarde.
Del mismo modo, todos los mexicanos preguntados por los agentes que procedieron a la inspección, negaron haber desarrollado trabajos paralelos de camareros en el local llamado Templo Canalla. Este era uno de los puntos más controvertidos, dadas las acusaciones de que los mexicanos habrían estado sirviendo copas en ese bar. La dirección del espectáculo aportó los 13 contratos de las personas que trabajaban en el local, no siendo ninguno alguno de los bailarines mexicanos.
Asimismo, los 16 becarios (todos menos la denunciante) aseguraron que su participación en el musical era práctica complementaria de su formación teórica recibida previamente, negando además que estuvieran trabajando en Malinche. Que no siempre actuaban en el espectáculo y que, cuando lo hacína, no siempre repetían actuación.
Son becarios
La dirección también aportó al juzgado la documentaciçon correspondiente que acreditaba sendos convenios firmados por el musical y dos entidades como la empresa de producción artística Jana Producciones y con la Fundación Casa de México de Madrid. Jana se comprometía a la formación de los becarios en las disciplinas de interpretación, cante, baile flamenco y baile urbano.
«Malinche the musical SL no utiliza a los becarios para ocupar ningún puesto de trabajo necesario en la empresa y que ésta deba cubrir con personal laboral, manifestando los propios becarios que su participación en el espectáculo consiste en realizar determinadas escenas de los artistas del elenco musical, siendo supervisados y organizados por las personas que les forman», determina la inspección en el texto.
Prosigue el informe asegurando «las 17 personas becadas realizan prácticas no laborales en la empresa Malinche the musical SL, ya que no se ha podido constatar su prestación de servicios retribuidos por cuenta ajena en la empresa, ni la ocupación de un puesto de trabajo que la empresa determine cubrir con personal asalariado. Por tanto, existen los requisitos necesarios para determinar que la participación realizada por los becarios forma parte de las prácticas no laborales que realizan al amparo de la beca, y que en esas prácticas no se dan los requisitos necesarios de dependencia y ajenidad para calificar una relación laboral como susceptible de ser incluida en el Régimen General de la Seguridad Social».
El texto concluye de forma contundente: «No existen evidencias que indiquen que las prácticas desarrolladas por los becarios en la referida empresa impliquen una relación laboral encubierta, conforme al artículo 1.1 del Estatuto de los trabajadores, sino que dichas prácticas han estado dirigidas a completar la formación teórica del becario«. Un dictamen que parece un match-ball salvado por Nacho Cano.