El planeta ha vivido varios episodios de extinción masiva de especies, como aquel que acabó con los dinosaurios, pero ninguno se equipara a lo que está ocurriendo actualmente. Según advierte un estudio publicado este mismo jueves en la revista ‘Science’, la humanidad ya ha causado la extinción de al menos 610 especies de aves y, de seguir así, en los próximos dos siglos podrían desaparecer al menos 1.300 especies más. Más allá de advertir sobre esta espantosa cifra, los expertos también alertan de que la desaparición de estas especies podría poner en jaque el equilibrio de todo el ecosistema. «Peligra desde la polinización hasta la dispersión de semillas y el control de plagas», advierten los científicos que han liderado este trabajo.
La investigación, liderada por la Universidad de Birmingham y el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), se presenta como el trabajo más exhaustivo hasta la fecha sobre «el pasado, el presente y el futuro de las aves en el planeta». El análisis desvela que estamos viviendo en tiempo real la extinción de centenares de especies y que, en la gran mayoría de casos, este fenómeno está directamente relacionado con la actividad humana. Las islas, por ejemplo, se ha convertido en verdaderos «puntos negros de extinción» ya que los animales que habitan allí lo tienen más complicado para escapar de peligros introducidos por los humanos como, por ejemplo, la caza o la introducción de enfermedades.
El estudio calcula que ya hemos erosionado un 5% de los linajes de aves, el equivalente a tres mil millones de años de historia evolutiva
En total, se estima que la humanidad ya ha erosionado al menos un 5% de los linajes de aves. «Esto equivale a borrar 3 mil millones de años de historia evolutiva en unos pocos años, algo así como cortar toda una rama del árbol de la vida», afirma Ferran Sanyol, investigador del CREAF y uno de los autores principales de la publicación. En los últimos siglos, por ejemplo, hemos presenciado la desaparición de familias como las aves elefante (Aepyornithiformes), que llegaban a medir casi 3 metros y vivían en Madagascar; las moas (Dinornithiformes), grandes herbívoros que habitaron Nueva Zelanda. Los expertos advierten que, de seguir así, en un futuro podrían desaparecer al menos un 3% más de linajes de aves. Como los pájaros de la miel de Hawaii (Drepanidinae), que ya han visto desaparecer la mitad de especies de la familia.
Función clave
Uno de los puntos en los que incide el trabajo es en las consecuencias que tendría la extinción de estas especies de aves. «Hemos observado que hay una tendencia a que se extingan especies que desempeñan una función única en el ecosistema», afirma Sanyol. El problema de esto, según relatan los expertos, es que «cuando desaparece una especie su rol en el ecosistema muere con ella». Es el caso, por ejemplo, de las aves que evitan la propagación de plagas comiendo insectos, las carroñeras que reciclan la materia muerta y las que mientras comen fruta dispersan las semillas permitiendo que crezcan más plantas y árboles en su entorno.
Una eventual desaparición del quebrantahuesos en Catalunya provocaría una alteración de ciertos ecosistemas ya que nadie se haría cargo de la carroña
En Catalunya, por ejemplo, se teme por la desaparición quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), un buitre que se alimenta de restos de huesos y ayuda a reciclar los nutrientes. En Canarias, la alerta se centra en especies como la paloma rabiche (Columba junoniae) y la paloma turqué (Columba bollii), que contribuyen a regenerar los bosques de laurisilva comiendo sus frutos y dispersando sus semillas. Y en el caso de las baleares, preocupa el caso de la pardela balear (Puffinus mauretanicus), un ave marina que contribuye a los ciclos de nutrientes en las aguas costeras a través de sus desechos. Según explican los expertos, una eventual desaparición de estas especies no solo supondría una pérdida de biodiversidad sino que también se convertiría en un problema para todo el ecosistema.
«Las conclusiones de este trabajo científico nos recuerda que la actual crisis de extinción no se limita al número de especies, sino también afecta al resto de ecosistema», relata Tom Matthews, investigador de la Universidad de Birmingham y primer autor del estudio. Tras la publicación de estos resultados, el científico insiste en la necesidad de diseñar políticas de conservación más robustas y de alcance más global para proteger a las especies amenazadas.