El pasado mes de agosto el líder del brazo político de Hamás, Ismail Haniyeh, fue asesinado en Teherán horas después de asistir a la investidura del nuevo presidente iraní. Una bomba explotó en la habitación de la casa de huéspedes donde se alojaba, gestionada y protegida por la Guardia Revolucionaria iraní, el cuerpo militar encargado de velar por la supervivencia de la República Islámica. Según publicó después la prensa estadounidense, la bomba había sido escondida en la habitación de Haniyeh dos meses antes y se activó por control remoto en cuanto se confirmó la presencia del dirigente palestino. Los encargados de colocarla habrían sido agentes de la seguridad iraní a sueldo del Mossad israelí, de acuerdo con fuentes del diario británico ‘The Telegraph’.

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