El 1 de octubre, Irán ejecutó un ataque con 181 misiles balísticos contra Israel. Según las declaraciones oficiales iraníes, la ofensiva fue una represalia por la muerte del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, quien fue asesinado la semana anterior.
Sin embargo, al igual que en el ataque previo ocurrido en abril de 2024, los misiles no lograron causar un impacto significativo en territorio israelí, con una única víctima: un palestino que se encontraba en el lugar equivocado en el momento incorrecto.
Israel, por su parte, ha prometido tomar represalias por este ataque, como lo hizo en abril. A la fecha de redacción de este informe, no está claro cuándo ni cómo se llevará a cabo dicha respuesta. Sin embargo, según reporta el New York Times, “el ejército iraní ha preparado cientos de misiles en sus fronteras occidentales para ser lanzados en caso de un contraataque por parte de Israel o su principal aliado, Estados Unidos”, de acuerdo con miembros de la Guardia Revolucionaria iraní.
En un comunicado, afirmaron: “Si el régimen sionista responde a la operación iraní, se enfrentará a ataques más intensos”.
Las amenazas provenientes de Teherán no son una novedad, ya que la República Islámica ha acumulado una serie de humillaciones a manos de Israel. Entre ellas se cuentan la eliminación de importantes figuras de la Guardia Revolucionaria en Damasco, el asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán, y la reciente campaña israelí que ha diezmado a altos mandos de Hezbolá. La actual operación militar de Israel en el Líbano anticipa más bajas significativas para los aliados iraníes en la región.
¿Cuál es la estrategia de Irán?
Resulta evidente que el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, no teme una represalia directa de Estados Unidos, pese a las advertencias de altos funcionarios estadounidenses que han señalado que “un ataque militar directo de Irán contra Israel traerá graves consecuencias para Irán”.
En incidentes anteriores, advertencias similares solo han causado gestos diplomáticos y sanciones leves, lo que ha llevado a los iraníes a percibir que es improbable que la administración Biden, en pleno ciclo electoral, se embarque en una ofensiva importante contra Irán. Pero, ¿qué pasa con el riesgo que representa Israel?
Tal como ocurrió en el ataque iraní anterior, la administración Biden ha desplegado un grupo de ataque con portaaviones en la región y ha asistido en la interceptación de misiles dirigidos a Israel. Sin embargo, la Casa Blanca, a cambio de esa ayuda, ha solicitado moderación, advirtiendo a Israel que no responda a las provocaciones iraníes.
En abril, Israel acató parcialmente esta petición, llevando a cabo un ataque selectivo y limitado contra las defensas nucleares iraníes. No obstante, cada vez más, el gobierno israelí parece ignorar las insistencias de Washington, correctamente evaluando que la prioridad de la Casa Blanca está más enfocada en cuestiones políticas internas que en la seguridad de Israel.
¿Es el momento de una respuesta contundente de Israel contra Irán?
Desde la perspectiva de los líderes iraníes, un ataque a gran escala por parte de Israel es improbable. Israel sigue enfrascado en combates en Gaza y en el Líbano, y a primera vista no parece interesado en expandir la guerra más allá de dar una lección al ayatolá Jamenei. Sin embargo, estos factores son clave en el cálculo del Líder Supremo iraní sobre los riesgos y beneficios del reciente ataque contra Israel.
Existen voces en Irán que critican la falta de una respuesta contundente ante el asesinato de Ismail Haniyeh, pero el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, ha ofrecido una justificación que podría reflejar los debates internos dentro del gobierno.
Mientras que los elementos más “duros” han acusado al liderazgo iraní de “traición” por no tomar represalias, Pezeshkian ha adoptado una postura de pacificación, argumentando la importancia de preservar a los palestinos, aunque esto signifique contener temporalmente el vasto arsenal de Irán. Según esta narrativa, Pezeshkian habría sido persuadido por Jamenei antes de aprobar el lanzamiento de misiles.
Esta versión de los hechos parece diseñada para ganar el apoyo de electores antisemitas, pro-Hamás y pro-Hezbolá en Europa, así como entre sectores de izquierda del Partido Demócrata, las Naciones Unidas y los campus universitarios de élite.
Durante el breve mandato de Pezeshkian, los aliados iraníes en Irak, Yemen, Líbano y Gaza han mantenido un ritmo acelerado de operaciones, sin señales de que se logre una paz en el futuro cercano.
¿Qué debe hacer Israel y Estados Unidos?
La realidad es que la insistencia de Irán en utilizar a sus aliados para atacar a Israel comenzó a verse como una muestra de debilidad. Si bien esta debilidad pudo haberse disimulado temporalmente como una táctica de moderación, a largo plazo ha comenzado a erosionar el poder del régimen. Y, para Teherán, lo que está en juego es la supervivencia del propio régimen.
Finalmente, aunque los intentos de Irán por disipar las percepciones de debilidad han fallado, queda una pregunta crucial: ¿qué deben hacer Israel y Estados Unidos en respuesta? La respuesta es clara: deben golpear con fuerza, destruir las capacidades nucleares de Irán, eliminar a sus aliados en Yemen e Irak, y luego exigir a los líderes de la República Islámica que reconsideren su postura.