A lo largo de dos meses de mensajes de texto, audios, llamadas y videollamadas, el eurodiputado Alvise Pérez y Álvaro Romillo, un empresario de criptomonedas investigado por una supuesta estafa, hablaron, fundamentalmente, de dinero e influencia. De cómo podía ayudar Romillo a «fiscalizar» el efectivo que tuviera Alvise; de cuántos cientos de miles de euros necesitaba este para financiar con «holgura» su campaña para las elecciones europeas; y, también, de qué querían a cambio de ese dinero los patrocinadores anónimos que estaban interesados en invertir en el líder de Se Acabó La Fiesta.

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