Tener faltas de ortografía, realizar una mala presentación, o escribir párrafos no coherentes estará penalizado en la nueva selectividad, la de este año. En lengua castellana, catalán y literatura, el descuento será del 20% de la nota como máximo. Es decir, dos puntos. En inglés o la lengua extranjera, 15% (un punto y medio). Y en el resto de las materias, un 10% (un punto). Esta es una de las propuestas de la CRUE, el organismo que reúne a los rectores y las rectoras de las universidades de toda España, una de las tres entidades competentes en el diseño de la PAU (Prueba de Acceso a la Universidad), junto con el Ministerio de Educación y las autonomías.
Aunque algunas autonomías, como Galicia, colgó en su página oficial la semana pasada algunos ejemplos de exámenes, la mayoría de territorios aún no lo han hecho. Los técnicos continúan trabajando para que, en breve, se puedan trasladar estos modelos a los institutos catalanes con el objetivo de que los docentes comiencen a trabajar y a preparar al alumnado de 2º de bachillerato de cara a superar la prueba de acceso a la universidad.
En un documento oficial enviado esta tarde a última hora, la CRUE recuerda que la ley Lomloe promueve una homogeneidad de la prueba en todo el territorio nacional, que no significa ni mucho menos una selectividad única. Aunque no está incluido en el texto final, los rectores sí que se han planteado recomendar celebrar la PAU en todas las autonomías en la primera semana de junio “siempre y cuando los calendarios educativos así lo permitan y de forma que cada territorio pueda definir la secuencia concreta de pruebas que mejor se ajuste a las necesidades de su estudiantado”.
Penalizar las faltas de ortografía en la PAU, que se disparan en secundaria, no es ninguna novedad. Hasta ahora también se hacía, pero con criterios diferentes en cada autonomía. Por ejemplo, cinco faltas restaban medio punto en Cataluña y dos en Madrid. El documento de los rectores no da cifras de errores sino que habla de las faltas en general, así como la presentación y la coherencia de la respuesta del estudiante.
Como ya establece el real decreto que el Gobierno aprobó en junio, la duración máxima de cada examen será de 90 minutos. “En este sentido -recuerda la CRUE- el número y tipo de preguntas o tareas se adecuarán a la citada duración. Se debe considerar a este respecto que el alumnado tendrá que dedicar un tiempo a la lectura y análisis de lo solicitado, así como a la planificación y ejecución de su respuesta”.
Respuestas abiertas
El tipo de preguntas en cada uno de los apartados podrán ser tareas que requieran respuestas cerradas, semiconstruidas o abiertas siempre y cuando la puntuación asignada a preguntas de respuesta abierta y semisconstruida alcance como mínimo el 70%.
La nueva prueba de acceso a la universidad (PAU) contempla un único modelo de ejercicio para cada materia y, pese a permitir elegir entre varias preguntas o tareas, ello no implicará la disminución del número de competencias evaluadas en el examen: en ningún caso «la opcionalidad» significará estudiar menos temario.
Diseño competencial
El diseño de cada examen contendrá, como mínimo, entre un 20% y un 25% de preguntas de carácter competencial que deberán responderse obligatoriamente. Para que la calificación de una materia de la fase de admisión tenga validez y pueda ser computada, el alumnado tendrá que alcanzar una calificación igual o superior a 5 puntos.