Los beneficios de la banca siguen disparados a pesar de que el Banco Central Europeo (BCE) haya comenzado a reducir los tipos de interés oficiales de la zona euro ante el descenso de la inflación. Las entidades ganaron 18.758 millones de euros durante el primer semestre en España (sin tener en cuenta su negocio internacional), según datos del Banco de España. Supone un notable incremento de 6.152 millones y un 48,8% respecto al mismo periodo del año pasado, así como de 11.014 millones y el 142% frente a junio de 2021, el semestre previo a que el BCE comenzara a endurecer la política monetaria. Pero sobre todo, el beneficio entre enero y junio de 2024 es significativo porque es el más alto en una primera mitad del año desde que el organismo supervisor comenzó a medirlo hace 32 años.
Incluso si se tiene en cuenta el efecto de la inflación (que hace que una cantidad de hace años equivalga hoy en día a una cifra mayor), las ganancias de los bancos en España hasta junio son las segundas más altas de la historia, solo por detrás de las de 2007 (20.736 millones aplicando el IPC acumulado). Además, hay que tener en cuenta que los beneficios de aquel ejercicio son un punto de comparación un tanto engañoso, ya que estaban dopados por la burbuja inmobiliaria y escondían las cuantiosas pérdidas que afloraron en los años siguientes, provocando la mayor crisis bancaria de la historia moderna española.
Dada la evolución de los resultados en el primer semestre, es más que probable que el sector supere en el conjunto de 2024 el récord de 25.111 millones de beneficio en el país de 2007. De hecho, el año pasado ya estuvo a punto: obtuvo 24.358 millones y hubiera superado el máximo de no ser por el ‘impuesto’ a la banca impulsado por el Gobierno, que restó 1.263 millones a las principales entidades. Salvo sorpresa mayúscula, el beneficio de 2024 sí que superará el tope de la burbuja de hace 17 años, incluso a pesar del gravamen. Y lo más notable es que lo hará pese a que el BCE ya ha comenzado la desescalada de los tipos, justo lo contrario que sucedía en 2023, cuando los estuvo subiendo hasta septiembre.
Efecto retardado
El banco central del euro, así, aprobó el pasado junio la primera bajada de tipos desde que estalló la crisis inflacionaria en el verano de 2021, seguida en septiembre por un segundo recorte, al que previsiblemente seguirán más. Los tipos del mercado, sin embargo, tratan de anticipar siempre los movimientos del precio del dinero de referencia y comenzaron a bajar mucho antes. El euríbor, así, ha pasado de marcar un pico del 4,16% el pasado octubre a descender al 3,166% en septiembre. Estas bajadas provocan paulatinamente menos ingresos a los bancos, a medida que se van trasladando a las cuotas de los créditos a empresas y familias concedidos a tipo variable.
El saldo de préstamos tampoco ayuda por ahora a las cuentas de resultados de los bancos, ya que se sigue reduciendo interanualmente. Las entidades tenían concedidos 1,219 billones de euros a administraciones públicas, empresas y familias hasta junio, un 1,3% menos que un año antes. Pese a ello, el margen de intereses del sector (diferencia entre los intereses cobrados por el crédito y pagados por los depósitos) subió hasta junio a 20.846 millones, un 21% más. Ello se debe a que las bajadas de los tipos del mercado, como el euríbor, tardan en trasladarse a la cartera crediticia a tipo variable. Por ejemplo, la mayoría de las hipotecas se revisan una vez al año, con lo que en la primera parte del ejercicio los bancos todavía se beneficiaron de las subidas previas.
Deuda pública para protegerse
A medida que las bajadas de tipos se vayan trasladando a los créditos a tipo variable (los de tipo fijo no cambian), las entidades irán recibiendo menos ingresos por esta vía. Pero para compensarlo, han comenzado a conceder más crédito en los últimos meses y tienen previsto acelerarlo en los próximos, aprovechando que la bajada de tipos del BCE hace que para sus clientes sea más barato endeudarse. Paralelamente, desde el año pasado los bancos han ido anticipándose al relajamiento de la política monetaria aumentando la cartera de deuda que tienen comprada, especialmente la emitida por el sector público. Dicha deuda tiene un interés fijo a largo plazo, con lo que en momentos de rebajas del precio del dinero les proporciona unos ingresos recurrentes a un tipo más elevado que el del mercado.
A ello se suma que, como parte de su política monetaria para combatir la inflación, el BCE remunera el dinero que guarda a los bancos a un tipo muy alto (al 4% hasta junio) para sacarlo del mercado y enfriar la economía. Las entidades, a su vez, pagan a sus clientes por sus depósitos un interés muy inferior (2,13% a las familias de media en junio) y les cobran más por los créditos (3,64% por las hipotecas aquel mes). Todos estos diferenciales juegan a favor de sus cuentas de resultados.
Entre enero y junio, así, los ingresos totales de los bancos subieron un 27,8%, a los 39.932 millones. Dicho incremento fue mucho mayor que el de los gastos (6,8%, a los 13.821 millones) y el de las provisiones para hacer frente a impagos y protegerse de posibles pérdidas futuras (10,3%, a 3.600 millones), lo que disparó el resultado antes de impuestos un 48,5%, hasta los 22.029 millones. El pago del impuesto de sociedades subió algo menos (un 46,9%, a 3.171 millones), lo que hizo que la mejora del beneficio final fuera del citado 48,8%. La cantidad pagada por el tributo respecto al resultado antes de impuestos pasó del 14,5% al 14,3% (el tipo de sociedades para la banca es del 30%, pero se aplica sobre una base imponible que registra una serie de ajustes por bonificaciones y deducciones).
Suscríbete para seguir leyendo