Los votos han confirmado el pronostico. Austria se asoma a la zona más oscura de su pasado. La extrema derecha de Herbert Kickl gana las elecciones. Casi 30%, tres puntos por encima de la derecha tradicional. Lo que no pasaba desde la segunda Guerra Mundial ha ocurrido este domingo. Las tres frases son calcadas de lo que decíamos justo ahora cuatro semanas, al término de la jornada electoral entonces en Turingia, Alemania. El mes se abre y se cierra, pues, con una pieza más -esta de caza mayor- para esa ultraderecha cada vez más extendida por Europa. Italia, Croacia, Hungría, Eslovaquia, Finlandia, Países Bajos… los lugares en los que forma parte del gobierno se escapan ya de los dedos de una mano. A la Plataforma por la Libertad no le va a ser fácil meter a Austria en esa lista. El discurso prorruso, antiinmigración de su líder resulta demasiado radical incluso para la derecha clásica que le podría apoyar.

Con el resultado de este domingo, los ultras austríacos, eso sí, reverdecen el éxito de Jorg Haider, su líder en 2000, que llegó a firmar una coalición de gobierno. Entonces, un puñetazo en la mesa de la Unión le cerró el acceso al poder. Hoy, ya estamos viendo, corren otros tiempos.

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