Ana Alós (Huesca, 1969) es la responsable de esa ley de la que todo el mundo habla, y ha colocado al Partido Popular no sólo en los titulares estas últimas semanas, sino en un campo de juego electoral poco habitual. Tanto «gratis», tanta «corresponsabilidad», tantas «semanas de permiso» y tanta «ayuda a las familias» suena a socialdemocracia de toda la vida. Pero aunque ha llegad con el inicio del nuevo curso político, y acompañada de una nueva estrategia comunicativa, mucho más propositiva, la norma no es una improvisación, sino del trabajo con otro vicesecretario, Juan Bravo, el de Economía, «y de muchos meses de reuniones con todos los sectores implicados».

La vicesecretaria de Igualdad, Conciliación y Política Social del PP no es la que más concilia, y se ríe cuando se lo recordamos, al llegar a su despacho, 20 minutos tarde porque viene corriendo de un acto. «Son ellos», dice bromista y señalando a sus colaboradores, «los que tienen un banco de horas, porque aquí en Génova ya aplicamos lo que llevamos a esta Ley de Conciliación». De modo que quienes la critican desde dentro del partido, simplemente, no han entendido al jefe, de quien partió el encargo.

Aunque sale también con prisa, porque el horario se le ha descabalgado tras hora y media de entrevista, Alós se queda un poco a charlar. Cuesta seguirla, porque habla muy rápido, y quiere meter tantos conceptos en cada frase como libros sobre soledad crónica, salud y género, o papeles hay en las decenas de carpetas que se amontonan en su mesa y en alguna esquina del despacho. Una palabra que no se le olvida nunca es el término «presidente» cuando se refiere a Alberto Núñez Feijóo. En eso, es cierto, todo el PP va a coro casi siempre, y Alós es sólo de las más cumplidoras.


Entrevista a Ana Alós, vicesecretaria de Igualdad, Conciliación y Política Social del Partido Popular

Javier Carbajal

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Dicen que es usted la responsable de la ya famosa Proposición de Ley de Conciliación del PP. ¿Le ha costado mucho convencer a su partido de enarbolar esa bandera? 

No, ha sido más bien al revés. Fue el presidente Feijóo quien tomó la iniciativa. La mía es la primera Vicesecretaría que se denomina de Igualdad, Conciliación y Política Social, porque la conciliación era su obsesión. Aquello fue toda una declaración de intenciones y, desde entonces, nos pusimos a trabajar en eso. Hemos trabajado con muchas asociaciones, de familias numerosas, monoparentales, con entidades que trabajan en conciliación… o más bien la falta de conciliación. Muchos meses de reuniones, para sacar un diagnóstico.

¿Y qué han concluido?

Que las que renuncian para cuidar son las mujeres, y lo que hemos articulado son medidas para que no tenga que renunciar al trabajo para cuidar ni el hombre ni la mujer. Pero también se trata de que las familias de calidad para compartir. Los que venimos de generaciones anteriores tenemos un dicho muy interiorizado: ‘Lo primero es el trabajo’. O sea, vivir para trabajar. Pero las nuevas generaciones quieren trabajar para vivir.

Los jóvenes no sólo quieren saber su sueldo, valoran mucho cómo se distribuye el tiempo de trabajo, porque ellos quieren que les quede tiempo también para otras cosas. No quiere decir trabajar menos o con menos productividad, al revés. Cuando una persona trabaja el tiempo que de verdad necesita y lo hace de forma intensiva, es más productiva porque sabe que luego tiene tiempo para vivir.  

Pero fíjese. Me ha dicho ‘ellas son las que cuidan’, y he visto la cara de Irene Montero; y me ha dicho ‘más tiempo de vida’, y se me ha aparecido Yolanda Díaz. ¿Por eso han salido ya las críticas a este viraje dentro de su partido? 

Cuando hablamos de conciliación, hablamos de medidas concretas que permitan a la gente vivir mejor, con sus hijos o mayores. En eso, la corresponsabilidad es una de las cuestiones básicas. Por eso, la educación gratuita y universal de 0 a 3 años tiene que ser un reto de país. No puede haber nadie que esté en contra, porque eso resuelve muchos problemas y el Gobierno se tiene que comprometer.

Mire, las familias monoparentales, en muchos casos, son encabezadas por mujeres solas. Ellas están más expuestas al riesgo de pobreza si no tienen medidas de conciliación asequibles, como la educación 0 a 3 años gratuita. Sin eso, tienen que renunciar a horas de trabajo y, por tanto, de salario. Esto no es ideológico, es de sentido común, pragmático si quiere. Y desde el punto de vista educacional, aún más importante, si cabe. La escolarización temprana facilita la igualdad de oportunidades desde el nacimiento, prácticamente. Por otro lado, a las familias de clase media, también les libera recursos. ¡Es una medida para todos!

Mis hijas ya van a cumplir 21 y 18 años, pero recuerdo que nunca encontré una escuela pública gratuita para ellas. El modelo del PP en Madrid, donde lleva gobernando décadas, no incluía las escuelas de 0 a 3 años. ¿Ha cambiado la sociedad o ha cambiado el Partido Popular? 

Ha cambiado la sociedad. Para empezar, la educación de 3 a 6 años sigue sin ser obligatoria… pero la educación de 0 a 3 es un avance social que se ha ido abriendo paso en las últimas décadas. Hasta ahora, se ha cubierto esencialmente con escuelas privadas, que han creado la infraestructura. Después, se fue avanzando en el modelo de becas para dar facilidades a familias con menos recursos. Y se ha hecho sistemas de concierto en estos últimos años, mientras se construían también las públicas.

En Galicia, ya hace años que la educación de 0 a 3 años es gratuita en todo el territorio. Ahora, se ha ido implantando en Castilla y León y en la Comunidad Valenciana. En Baleares, también este último año. Otras regiones van en progresión.

¡Se ha dado la paradoja de que una persona sola y sin trabajo no tenía acceso a la escuela de 0 a 3 años para sus hijos porque el paro le permitía cuidarlos!

Por fin establecemos que, sobre todo, los que no tienen trabajo necesitan este recurso de conciliación. Porque si una mujer está en una situación de riesgo de exclusión, necesita un proceso de formación, un itinerario sociolaboral. Si no puede dejar a sus hijos en ningún sitio, no puede formarse, con lo cual su miseria le cronifica, y se le condena a la exclusión social.

Hemos cambiado la filosofía. Lo dijo el presidente Feijóo el otro día: la conciliación es la pata del Estado de bienestar que aún está pendiente. Culturalmente, esas herramientas no se habían visto así. Yo vengo de una generación en la que a las mujeres se nos educaba para cuidar. Va cambiando, pero esa visión todavía existe.

Será que usted es mujer, porque me lleva todo el rato a la corresponsabilidad.

Porque todo va junto, y esto nos lleva a los permisos de paternidad y maternidad. ¿Los hombres tienen que hacerse cargo también de cuidar de los hijos? Sí, pero no para ayudar, sino por responsabilidad. Aún ocurre que a un hombre le cuesta pedir permiso de paternidad en su empresa, aunque tenga todo el derecho. Por eso, la ley impone seis semanas obligatorias. Vamos dando pasos, pero no nos engañemos, queda mucho todavía por hacer. 

«Primero, hablemos de conciliación y productividad; luego ya tocará debatir la reducción de la jornada laboral si empresas y sindicatos lo acuerdan»

Vayamos a lo que suena más raro, viniendo del Partido Popular. ¿De verdad ustedes están de acuerdo con Errejón en la semana de cuatro días? 

Vamos a ver, yo quiero aclarar muy bien esto. Porque se ha mezclado nuestro plan de conciliación con el planteamiento de Sumar de la reducción de la jornada laboral. Nosotros no nos oponemos a que llegue un momento que se pueda hacer eso, si hay acuerdo entre empresarios y trabajadores. Si hemos mejorado la productividad y eso es factible, ¿por qué no? Antes se trabajaba hasta los domingos y luego, los sábados por la mañana… la cosa fue cambiando al incorporar avances tecnológicos que permitían mejorar las condiciones laborales.

Ahora, la tecnología también nos va a ayudar a mejorar la productividad. Los trabajos que se puedan digitalizar nos harán más productivos y se podrá ir reduciendo la jornada laboral. Pero eso no es hoy ni se puede imponer desde el Gobierno porque sí. 

Pues explíquese, porque el otro día el portavoz de Sumar ya se sentía reivindicado por la ‘derechona’.

Nosotros estamos hablando de flexibilidad laboral. Lo que plantea esta ley es lo que recoge la Directiva de Conciliación de la UE, que impone ese tipo de medidas para mejorar la calidad de la conciliación. Eso se traspuso el año pasado en el Estatuto de los Trabajadores y ya es un derecho protegido. No se puede despedir a un trabajador por solicitar medidas de conciliación laboral.

Acláreme, pues, que Errejón no va a poder pedirles el carné del PP.

La flexibilidad no es reducir porque sí. Es que se pueda entrar más tarde al trabajo si tienes que dejar a tus hijos del colegio. Es que la empresa, si tiene un pico de encargos, pueda acordar con sus trabajadores jornadas más largas en ese momento puntual, a cambio de un banco de horas que se puede dedicar, después, a libre disposición del empleado cuando las necesite para su vida personal y familiar. También puede ocurrir que haya empresas que propongan trabajar intensamente cuatro días a la semana y librar uno más.

¡Pero esto no es un café para todos! Esto se tiene que trabajar en el diálogo social, en la negociación colectiva, acordando entre trabajadores y empresas. Ellas son las que saben cómo es su proceso de producción, y cómo mejorar tanto su eficiencia como la vida de los trabajadores.

Me ha hundido usted. Mire que ya veía una pinza PP-Sumar contra el PSOE…

Es que la flexibilidad es lo contrario a lo que está planteando Sumar. Ellos quieren imponer la jornada laboral de 37,5 horas, ya y porque sí. Nosotros no estamos de acuerdo con eso. Quien debe decirlo son los agentes sociales, caso a caso, y sector por sector. Lógicamente, si llegan a un acuerdo, no vamos a estar en contra. Pero nosotros ponemos el foco en que se tienen que mejorar la productividad al tiempo que las condiciones de conciliación.

Debate, diálogo… pero lo que no se puede es poner en riesgo la viabilidad de las empresas y, por ende, los puestos de trabajo, por una imposición política. Es que, además, vivimos en un país donde hay sectores como la hostelería y el comercio, que tienen unos horarios muy complicados. ¿La sociedad está dispuesta a que no haya restaurantes para cenar, o tiendas en las que comprar al salir de la oficina? Por eso, Feijóo dijo ‘flexibilidad horaria, sí’, pero siempre con cirugía fina para analizar cómo amoldarla mejor a cada uno de los sectores económicos. 

En todo este discurso, me ha hablado usted de flexibilidad, de conciliación, de no poner en riesgo la viabilidad de las empresas… pero nada de los sueldos. En España no se puede cobrar menos, porque lo siguiente es la miseria. ¿La mejor conciliación no es ingresar 100 euros más al mes?

Es que de ninguna manera se puede plantear que se bajen los salarios a los trabajadores. Los datos de esta semana dicen, precisamente, que el sueldo modal está cada vez más cerca del Salario Mínimo Interprofesional. Y eso, junto con la inflación, ha derrumbado el poder adquisitivo de las familias.

En la encuesta del CIS hay un dato muy preocupante. Cada vez más familias, al preguntarles si se sienten de clase alta, media o baja, se autodefinen ‘pobres’. No sirve de nada subir el SMI, este Gobierno cree que por ponerlo en una ley todo se arregla, que con decir que tal cosa es un derecho, eso ya existe… pero con un 95% de pymes, en este país, va a haber empresas que no puedan permitirse más, que se ponga en riesgo su viabilidad. 

La renta disponible en España ha crecido mucho en los últimos años, pero no la que llega al bolsillo del trabajador, ni mucho menos. Una se ha doblado en 20 años, y la otra ha subido menos del 60%. Como diría un castizo, eso es que alguien se lo está quedando.

Al final, el problema es la inflación, ese impuesto que se come la renta de las personas que menos cobran, el más injusto que existe. El problema ya no es lo que cobras, sino lo que te cuesta vivir, lo que te cuesta después pagar una vivienda, pagar la cesta de la compra, pagar lo que necesitan tus hijos a diario. Por eso, las familias se sienten cada vez más pobres. A partir de ahí, lo que hay que hacer para ganar salario no es trabajar menos cobrando lo mismo, sino ser más productivos.


La responsable de la Proposición de Ley de Conciliación del PP, Ana Alós, entrevistada por EL ESPAÑOL.

Javier Carbajal

No me diga que tenemos que trabajar más. Todavía más…

En nuestro país, más del 95% de las empresas son pymes o autónomos que crean empleo, un tejido empresarial muy pequeño, y cualquier medida que se imponga sin atender a eso pone todo en riesgo. Ya han resistido muchos envites, se les ha subido muchísimo los impuestos y las cotizaciones sociales a lo largo de estos últimos años. Si la empresa pudiera, estoy segura de que querría pagarle mucho más al trabajador. Pero las cargas son tantas que acaban siendo mucho mayores de lo que pueden asumir. Eso es lo que pone en riesgo a las empresas y al propio puesto de trabajo. 

Una de las medidas que van en esa ley es subir un 50% la deducción por hijo en el IRPF, que no se ha actualizado desde hace 25 años…

Cada medida por sí misma podría parecer poco, pero en su conjunto suponen mucho dinero para las familias. Se ahorran la escuela infantil, aumentamos los permisos de paternidad y maternidad a 20 semanas, 26 en el caso de las familias monoparentales. Y vamos a actualizar esa deducción fiscal para hijos menores de tres años… además de otras medidas fiscales que anunciaremos en los próximos días. Todo eso en conjunto ya es un marco muy importante de ayudas a las familias.

¿Por qué no se ha actualizado la deducción del IRPF? Ojalá en los años de Mariano Rajoy se hubieran podido hacer muchas más cosas, pero nos tocó una etapa gravísima, había que ajustar las cuentas públicas, pagar las facturas que se había quedado en un cajón y evitar un recorte de pensiones. Con sacrificios, logramos mantener nuestro Estado de bienestar, y esperemos que no tengamos que volver a vivir tiempos así.

Ya llevan ustedes seis años en la oposición. ¿Ni a ustedes ni al Gobierno se les había ocurrido hasta ahora?

La lástima es que en estos seis años de Gobierno socialista, con la mayor ayuda histórica de la UE y la mayor subida de impuestos conocida, no se haya utilizado todo eso para compensar a las familias que tienen hijos. Nosotros queremos hacerlo y ojalá el Gobierno lo vote a favor. Lo que tenemos claro es que esta medida de José María Aznar fue eficaz y ha sido valorada siempre. Pero necesita actualizarse. 

Oiga, un 50% suena muy bien. Pero la inflación ha subido un 79,2% desde el año 2000. Son datos del INE. 

Bueno, nosotros aún no hemos concretado oficialmente el porcentaje, hemos hablado de ‘actualizar’. Ya concretaremos. Además, la medida creo que entró en vigor en 2003. 

El PP es ‘el partido de la libertad’, dicen ustedes. Pero, ¿libertad en todo? Hasta ahora, estaba claro que si las semanas de baja maternal no quedan ‘atornilladas’ por ley, al final ser madre supone un obstáculo laboral. Sin embargo, ustedes proponen un libre reparto de las semanas de baja entre los progenitores. ¿Es que ya hemos superado machismo y no nos hemos enterado? 

No, no. No es eso. Vamos a contextualizar esto. Mire, cuando hablamos de brecha salarial entre hombres y mujeres, a veces parece que es que las mujeres y los hombres cobran distinto por el mismo trabajo. Y no, eso es ilegal. 

Pero pasa. 

Si pasa, hay que denunciarlo porque eso no puede ser. La brecha salarial real se produce porque las mujeres son las que acaban renunciando a parte de su carrera profesional, piden jornadas parciales o excedencias para atender a sus hijos.

De hecho, la brecha salarial en los jóvenes menores de 25 años es favorable para las mujeres. Porque ahí no ha entrado en juego todavía la maternidad. A partir de esa edad ocurre lo contrario, porque el 86% de las mujeres son las que piden esas medidas. ¡Hay el triple de mujeres que trabajan a tiempo parcial que hombres!

Y liberalizar el disfrute de las semanas de baja parental, ¿de verdad va a facilitar que eso cambie? 

En primer lugar, ampliamos de 16 a 20 semanas, 26 en el caso de las monoparentales. Y por otro lado, nosotros planteamos que las seis semanas que se pusieron como obligatorias en 2019 lo sigan siendo. Pero no de forma simultánea, como dice ahora la ley. Si lo que buscamos es la corresponsabilidad, las entidades que trabajan en el ámbito de la conciliación han comprobado que la causa de que sean ellas al 70% las que se cogen el resto de semanas es, en la mayor parte de los casos, que esas seis semanas primeras son obligatorias de forma simultánea. Y el padre, al volver al trabajo, pasados unos meses, no vuelve a pedir resto de semanas para incorporarse al cuidado del bebé en solitario. 

Sociolaboralmente, sigue viéndose extraño, les da apuro volver al trabajo y, al cabo de unos meses, volver a pedir su permiso parental. Lo siento, seguramente esté siendo muy injusta con algunos hombres, pero la generalidad es que tras la baja simultánea, la que luego se queda es ella. Y esto no es corresponsabilidad.

Vamos, que aquí son ustedes los que tratan de ‘imponer’ la corresponsabilidad por ley…

No es que lo digamos nosotros, es que la Directiva Europea de Conciliación exige promover que los permisos sean consecutivos. De esa forma se garantiza más tiempo de cuidado del niño por parte de los progenitores. Mejora su vínculo con los padres y eso mejora su desarrollo posterior. Así que, si no obligamos a que esas seis primeras semanas sean simultáneas, teniendo en cuenta que la madre sí está obligada a coger las dos primeras semanas por una cuestión de salud, facilitamos que la familia decida libremente si se coge primero el permiso paternal o maternal. Pero fomentando que sean consecutivos.

Así podríamos garantizar, a día de hoy, 32 semanas de cuidado del niño, hasta 40 con nuestra ley. Y así fomentamos una crianza sana, que el menor no tenga que ir a una escuela infantil desde los cuatro meses de nacer o quedar al cuidado de otra persona… estamos pensando en la corresponsabilidad y también en el menor. Esto haría asumir un rol al padre, desde el principio. Porque una vez que has estado cuidando a tu hijo, luego te cuesta mucho renunciar a eso. Es una cuestión también de cambiar la mentalidad.

¿Así de fácil?

En nuestra ley, hay un apartado muy importante del que estamos hablando poco: la sensibilización y concienciación. No solamente el padre tiene que concienciarse de esa corresponsabilidad, la sociedad también. En las empresas sigue existiendo la mentalidad de que el padre no debe irse tanto tiempo para atender a su hijo o hija. ¡Pero tenemos un desafío como país, que es la falta de natalidad! ¡Necesitamos hijos!

Sabemos por encuestas que las familias no tienen todos los hijos que querrían y debemos aumentar la natalidad en nuestro país, que también es fundamental para sostener después nuestro sistema de bienestar. Así que debemos facilitar que si las familias quieren tener más hijos, puedan hacerlo, y que la falta de medidas de conciliación no sea un impedimento. Así que las empresas tienen que asumir que si una madre va a pedir el permiso de maternidad, el padre también.

«El Gobierno sube impuestos y cotizaciones, impone la reducción de horas… y así sólo pone en riesgo las empresas y, con ellas, el empleo»

Pues eso va en contra de lo que decía usted antes, de cuidar a los empleadores.

No, porque también tiene que haber medidas que compensen a las empresas y que esto no sea un coste para ellas. Por eso, nuestra ley contempla que los permisos de paternidad y maternidad tienen que tener coste cero para la empresa si ésta sustituye a esos trabajadores. 

Hablando de padres y madres. ¿Su ley habla de algún tipo de familia que no sea la tradicional? Es decir, ¿hay apartados específicos para padres solos, parejas de lesbianas…? 

Lo que no queremos es etiquetar a las familias por quiénes las componen, que es lo que hace la Ley de Familias que ha presentado el Gobierno. Nosotros planteamos medidas de ayuda a las familias, sean las que sean. Pero sí que tenemos en cuenta qué familias tienen necesidades especiales de ayuda. Por ejemplo, las familias numerosas, monoparentales… 

¿Qué medidas específicas? 

Mire, no hay un registro, pero las estimaciones dicen que hay alrededor de 900.000 familias monoparentales. Nuestra ley recoge una definición de familia monoparental, y las reconoce por su necesidad especial en todo lo que tiene que ver con la conciliación. El presidente Feijóo anunció este sábado las 26 semanas de permiso por hijo. Y hay otras medidas, como extender a estas familias la bonificación de 45% en la Seguridad Social para cuando se contrata a un cuidador, que hoy tienen las familias numerosas.

¿Eso sigue en vigor?

El Gobierno de Pedro Sánchez eliminó esa ayuda, y ha tenido que recuperarla, aunque sólo de manera transitoria, cualquier día la quitan. Nosotros la blindamos por ley y la extendemos a las familias con un solo progenitor.

Las monoparentales van a ser familias reconocidas con un título específico y unos derechos específicos. Pero también las familias que tienen en su seno una persona con discapacidad que, lógicamente, tienen especificidades de conciliación. Y las familias que están en riesgo de exclusión, que lo necesitan más que nadie. Y las familias que viven en el medio rural, que necesitan unas medidas específicas,. ¿Cómo vamos a luchar contra la despoblación si no atendemos a quien no tiene una escuela infantil? Habrá que establecer una ayuda específica para que puedan contratar a alguien, porque no pueden hacer efectivo ese derecho de la educación gratuita de 0 a 3 años. 

La paridad, ¿esa bandera no la cogen ustedes? Es decir, ¿el PP tiene algún plan para derribar los obstáculos a la presencia de mujeres en órganos de decisión públicos y privados?

Se ha aprobado hace apenas un mes una ley de paridad que nosotros compartíamos, la íbamos a votar a favor. Pero de repente, metieron torticera e inconstitucionalmente, una enmienda que no tenía nada que ver, para quitarle al Senado la potestad de poder vetar el techo de gasto. Eso nos hizo votar en contra.

¡Claro que estamos de acuerdo con todo lo que tiene que ver con la paridad! Lo que nosotros trabajamos es por conseguir es la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres. Remover esos obstáculos demostrará que la mujer no tiene techo. A lo mejor, en unos años, cuando consigamos a través de las medidas de conciliación que las mujeres no tengan que renunciar a sus carreras, van a tener que ser los hombres los que pidan la paridad. No tengo duda.

Seremos nosotros los que pidamos cuotas…

Lo digo con convicción, porque es así. Cuando las mujeres entraron en el mundo universitario, están por encima de los hombres. Y en el mercado laboral, si se les quitan los obstáculos, llegan hasta donde ellas quieren. Que las mujeres sean libres para decidir a dónde quieren llegar, y romperán solitas todos los techos de cristal. 

Nuestro feminismo, fundamentalmente, es la igualdad de oportunidades. Lo que no queremos es tutelar ni victimizar a las mujeres, basta dejarles la libertad para que ellas puedan elegir. Por eso es tan importante la conciliación para las familias vulnerables. Mire, por ejemplo, las mujeres del colectivo gitano, que se casan jóvenes. Tienen hijos jóvenes y, luego, tienen dificultad para incorporarse al mundo laboral o al proceso formativo. Si les ofrecemos la educación 0 a 3 años gratuita, les facilitamos una oportunidad de igualdad. 

Los autónomos. No hay colectivo más vulnerable, en riesgo de exclusión, pobreza y abandono por parte de los poderes públicos que el autónomo. ¿Cómo va a conciliar un autónomo si se va de vacaciones y no cobra, si se coge una baja y no cobra? 

Yo he sido autónoma, antes de hacer política… 

…pues seguro que le están esperando los suyos. 

La verdad es que el autónomo es el gran sustento del sector empresarial de sectores económicos importantísimos, y están en unas dificultades muy grandes. Se le exigen más impuestos, se le suben las cotizaciones cuando contrata un trabajador. Pero además se le inspecciona permanentemente. Tienen unas obligaciones importantísimas y, sin embargo, no pueden disfrutar de servicios acordes.

Nuestra ley prevé una medida clave, por ejemplo, para las mujeres que se incorporan como autónomas después de haber dejado el trabajo por cuidados para que tengan una exención de dos años en las cuotas de la Seguridad Social. Pero desde otras vicesecretarias se está trabajando en esto más a fondo. La ley de conciliación del PP los ayuda por el otro lado, evitando que sobre ellos caigan las cargas de los permisos de paternidad y maternidad, por ejemplo.

Ana Alós, diputada por Huesca y miembro de la Ejecutiva del PP,  entrevistada en su despacho.


Ana Alós, diputada por Huesca y miembro de la Ejecutiva del PP, entrevistada en su despacho.

Javier Carbajal

Muchas familias de clase media concilian contratando a alguien que trabaje en casa. Ese empleo se ha convertido precarizado desde que hay más inspección y una obligatoriedad efectiva de que estas personas coticen. ¡Ni haciéndolo bien sale bien! ¿Qué se puede hacer con eso? 

Vamos a ver, éste es un tema muy complicado. Porque, por supuesto, una empleada de hogar tiene que tener sus derechos laborales. Pero hay que ser conscientes de que es una familia la que asume todo el coste laboral. Si a una familia le subes tanto la cotización y no puede pagarlo, o la despide o le paga en negro, con lo cual acabamos dejando en peor situación todavía a la empleada de hogar, porque ya no cotiza.

El problema de este Gobierno es que se cree que por imponer las medidas, dando derechos a las personas en un papel, ya les está mejorando sus condiciones. Pero es que la economía no funciona así. 

¿A los jóvenes, qué? La generación de los 30 años, la de las dos crisis, no pueden ni siquiera irse de casa. No tienen sueldos, no tienen acceso a la vivienda, no tienen tiempo siquiera para pensar en tener hijos. La conciliación no les afecta, porque no tienen con qué. 

En España, hemos garantizado el Estado de bienestar de forma muy evidente a los mayores. Y eso se está viendo en cuanto a su capacidad de renta. Pero ha sido, un poco, a costa de las generaciones futuras, que además serán las que tengan que sostener ese sistema, sobre todo las pensiones. Eso también acaba generando una desafección por parte de los jóvenes, que tiene riesgos que habría que tener muy en cuenta.

Ése es el diagnóstico, ¿la receta? 

Estamos en un círculo vicioso muy complicado para que salgan adelante. Por eso, el PP planteó hace apenas unos meses medidas fiscales específicamente para los jóvenes, reduciéndoles el IRPF drásticamente en los primeros años de incorporación al empleo. Pero hay más, en apenas en unos días, el Partido Popular va a plantear una Ley de Vivienda pensada también especialmente para los jóvenes. La flexibilidad de horarios de nuestra ley también está planteada pensando fundamentalmente en los jóvenes, que son además los que tienen que tener hijos.

El teletrabajo.

Tenemos que confiar en la relación entre empresa y trabajador, sobre todo, como decíamos antes, cuando estamos hablando de pequeñas y medianas. 

Mire, todos sabemos que en esa relación es la empresa la que tiene la sartén por el mango. 

El teletrabajo está regulado, y no precisamente a favor sólo de la empresa. Tiene que haber una negociación, un acuerdo, porque hay unos derechos reconocidos y una regulación ya hecha. La concienciación en lo que tiene que ver con la conciliación es clave. Porque si la empresa comprueba que con mejores condiciones, no sólo salariales, sino también de flexibilidad, se mejora la productividad porque el trabajador está más a gusto, también se fideliza a ese empleado. 

¿Todo eso, cómo va en el articulado? Porque parece muy fácil: ‘Artículo uno. Teletrabajo. Discútanlo Empresas y trabajadores y nosotros le ponemos el sello’.

En determinados sectores, las empresas ya están teniendo dificultades para retener talento, para conseguir jóvenes formados en lo tecnológico. Miles de talentos muy bien formados, en los que se ha invertido mucho dinero público para su formación, se acaban marchando y las empresas de aquí, sin embargo, los necesitan. Ellos no buscan solamente el salario, también buscan condiciones laborales. No es todo blanco o negro. No es sólo ‘yo tengo el mango de la sartén’.

La imposición no funciona. En las relaciones laborales, puede hacerlo un tiempo, pero no es eficaz. La reforma laboral de la época de Rajoy, una de las cosas que hacía era dejar a empresas y trabajadores que tuvieran más libertad para acordar. ¡Y se crearon miles y miles de puestos de trabajo! Luego, eso se redujo cuando llegó este Gobierno. La libertad para acordar la flexibilidad horaria tiene una capacidad de despliegue inmensa, que está por explorar. Por empleo, a través de un banco de horas, que ya existe en muchas empresas. 

Siguiendo con la con el empleo, ¿por qué hay tres millones de parados en España, si hay un millón de puestos de trabajo sin cubrir?

Hay un desajuste entre oferta y demanda. Y eso requiere de un proceso muy quirúrgico de formación específica. Por un lado, hay una bolsa importante de empleos de baja cualificación que, a lo mejor, los españoles están ya un poco por encima y, por eso, necesitamos personas extranjeras que estén dispuestas a cubrirlos. Si no, tendremos un problema grave en sectores concretos.

Pero, por otro lado, los puestos tecnológicos no se van a cubrir porque no se está dando una formación específica a las personas desempleadas, sobre todo a la gente joven. Yo creo mucho en la formación específica, como la FP dual. Pero las empresas nos dicen, muchas veces, que se ha quedado ya desfasada y que hay que actualizarla de forma rápida. 

Eso va en esta ley…

No en esta ley, porque trata específicamente de conciliación. Pero desde mi vicesecretaria de Política Social, trabajamos en la inclusión laboral. O sea, que las personas que están en riesgo de pobreza, no se limite un Gobierno a darles una ayuda, como pasa con el Ingreso Mínimo Vital, que es indefinido pero sin ningún tipo de itinerario sociolaboral. Lo único que hace es cronificar a las personas en la pobreza.

Por ejemplo, estamos trabajando en las escuelas de Segunda Oportunidad. Ese proceso es muy importante, es un modelo que tiene recursos europeos para implantarlo y que es una salida para jóvenes que están en el fracaso escolar. También para personas mayores de 50 años que se han quedado fuera del mercado laboral y que les resulta muy difícil reincorporarse sin una recualificación específica.

«A las personas en riesgo de pobreza, el Gobierno les da una paga y se desentiende, pero eso cronifica su miseria, hay que darles formación para el empleo»

¿Y por qué sólo lo ven ustedes, este Gobierno no se ha dado cuenta?

Es un desajuste que necesita mucha gestión. Y el problema es que tenemos un Gobierno que no gestiona, que no gobierna, que solo resiste. Y eso es muy perjudicial para un país que tiene que dar oportunidades a tres millones de personas que están en el desempleo y algunas de ellas en riesgo de pobreza.

Los fondos de recuperación europeos están siendo la gran oportunidad perdida de nuestro país, porque Sánchez no gobierna, no sabe gestionar, solamente sabe subvencionar. Se piensa que con dar ayudas a las personas que tienen necesidades, ya está. Y eso no es un Gobierno. Su obligación es preparar a las personas para que tengan oportunidades para su proyecto de vida. Cuando pasen unos años, se verá la desgracia de esta oportunidad perdida. 

Si seguimos con el empleo, tengo que preguntarle por los 500.000 migrantes irregulares que ya viven en España a los que el Congreso está tramitando su regularización. ¿Qué hacemos con ellos? ¿Qué plantea el PP? 

Ese tema también es complejo. No se puede resumir en un titular. Si me permite, le explico todas las aristas.

Adelante.

Por un lado, están esas personas que viven en España desde hace tiempo de forma irregular. Muchos vinieron tuvieron su empleo y su permiso de residencia, pero en la pandemia se cerraron las oficinas de extranjería, y el colapso posterior los condenó a una irregularidad sobrevenida. Es un círculo vicioso injusto. ¡Eso no necesita una ley! Sino un Gobierno que ponga los recursos necesarios para las tramitaciones.

Por otro lado, están los menores no acompañados. Cuando llegan, entran en un sistema de protección, las Comunidades Autónomas les dan todo lo que necesitan de habitabilidad, alimentación, educación, sanidad, atención psicológica y laboral hasta que se emancipan. Y el 60% de ellos están cotizando en España porque el sistema funciona y acaban consiguiendo trabajo.

Nos quedan los adultos irregulares desde que llegan.

A esos, se les mete un par de meses en los centros de acogida. Si son solicitantes de asilo, ahí siguen hasta que se les reconoce ese derecho y ya tienen permiso de trabajo. Pero los que no lo son, se les saca del centro y quedan desamparados, de forma irregular, sin permiso de residencia ni de trabajo. Abocados a la economía sumergida, a las ayudas sociales y en todo caso, a la vulnerabilidad.

De esa bolsa de personas, no se puede regularizar a todo el mundo masivamente y porque sí. Sería tanto como dar carta de naturaleza a las mafias.

¿Y qué hacemos?

Las regularizaciones no pueden ser generalizadas, porque eso es ilegal. La ley lo impide y la Unión Europea también. No podemos decir ‘papeles para todos’. Por eso, nuestra enmienda a la Iniciativa Legislativa Popular establece que tiene que ser caso a caso, y con requisitos. Para nosotros, es fundamental el de los antecedentes penales sin cancelar en nuestro país. Si son delitos graves o son delitos menos graves, pero esa persona es reincidente, no se le deben dar papeles. 

Los demás, quienes llevan desde hace un tiempo en España y que tienen una oferta de trabajo, o pueden demostrar arraigo por el tiempo de residencia o por reagrupación familiar, tienen que tener derecho a su proceso de regularización. Pero el Gobierno debe comprometerse a dotar de medios las oficinas de extranjería para que esto se pueda tramitar. Porque si no, es papel mojado.

Ana Alós, vicesecretaria del Partido Popular, con el subdirector de EL ESPAÑOL Alberto D. Prieto.


Ana Alós, vicesecretaria del Partido Popular, con el subdirector de EL ESPAÑOL Alberto D. Prieto.

Javier Carbajal

Finalmente, ¿España es un buen destino para los migrantes, como dijo Pedro Sánchez en Mauritania, o debe expulsar a los que no tienen papeles, como dijo al día siguiente en Senegal? 

La migración no se puede tratar con esa ligereza. ¡Esto no es serio! Y ése es el principal problema que tenemos, que hay un Gobierno sin política migratoria y que, además, cuando pretende hacer que la tiene, hace lo contrario de lo que se debe hacer.

¿Y qué es lo que se debe hacer?

En primer lugar, somos frontera europea. Así que, como mínimo, deberíamos tener control de fronteras. Y para eso, hay una serie de mecanismos que la UE ofrece. Pero para poder ayudar, es el Gobierno el que debe solicitarlo. ¿Por qué no se ha pedido la ayuda de Frontex para proteger la frontera?

O somos firmes, rigurosos, serios, o tenemos una política migratoria clara, y utilizamos los recursos de la UE para ayudar a los países de entrada, o es imposible. Por eso, el presidente Feijóo viajó en las últimas semanas a ver al primer ministro de Grecia y a la de Italia. Tenemos que tener una alianza clara de las políticas con ellos para controlar los flujos migratorios. Italia lo está haciendo bien para reducir sus llegadas, cuando nosotros estamos creciendo. 

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