El Metropolitano se felicitaba durante el derbi de un récord de asistencia: 70.112 espectadores. Un partido que impregna cada rincón de una ciudad donde la gentrificación se asfixia cuando llega el partido que obliga a posicionarse a los que no sienten ni padecen por el fútbol. El problema de esta polarización, inherente al ser humano, es que en los últimos duelos se había diluido en duelo de Vinicius contra todos. Esta vez el odio se repartió. Courtois se puso en la piel del brasileño y fue la diana de varios mecheros lanzados desde la grada. Aunque el fútbol siempre gana, como quedó evidenciado en un final de fútbol y solo fútbol.

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