Herbert Kickl, del Partido de la Libertad de Austria. EP

Este domingo, a primera hora de la mañana, más de seis millones de austriacos están convocados a las urnas en un proceso electoral que podría marcar un antes y un después en la política del país. Los centros de votación, que suman un total de 9.889, han abierto sus puertas para que los ciudadanos elijan a los 183 diputados que decidirán el rumbo del próximo Gobierno. Según las últimas encuestas, el Partido de la Libertad (FPO), de tendencia ultraderechista, se perfila como favorito con un 27% de apoyo, seguido de cerca por los democristianos del Partido Popular, actualmente en el poder.

El contexto político se ve intensamente marcado por los escándalos de corrupción que han sacudido al partido gobernante, lo que podría haber reconfigurado la opinión pública en favor de la ultraderecha. Esta situación se ve agravada por los problemas económicos y la crisis migratoria, temas que el FPO ha utilizado constantemente en su campaña, atribuyendo muchos de los problemas actuales al incremento de la migración y la situación bélica en Ucrania.

Herbert Kickl, líder del FPO y conocido por su retórica incendiaria, ha puesto en el centro de su programa electoral la reducción drástica de la migración y la implementación de lo que denomina «remigración», refiriéndose a las deportaciones masivas. Este planteamiento ha encontrado un eco en un sector del electorado que se muestra frustrado y desencantado con las políticas tradicionales, especialmente en lo que respecta a la economía y la seguridad.

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