El futbolista es, siendo generosos, poco dado a alzar la voz. Ni tan siquiera cuando es algo que concierne en exclusiva al propio gremio. Por eso, cuando Rodri Hernández cargó con el peso de todo el colectivo denunciando por primera vez la sobresaturación del calendario y el desprecio con el que se trata desde arriba al que le sostiene, la sorpresa fue mayúscula. El internacional español fue de los primeros en encarnar el hastío que sienten los verdaderos protagonistas de un deporte que las instituciones rectoras maltratan mientras se llenan los bolsillos. Por eso, futbolistas y sindicatos de jugadores comienzan a plantarse ante FIFA y UEFA: “La huelga es el último paso, pero si es necesario…”.

Una sobrecarga -la del calendario- que obliga a los jugadores a acortar los tiempos de descanso y recuperación, imprescindibles para mantener el rendimiento que demandan competiciones de altísimo nivel. A mayor desgaste físico, más se favorece la aparición de fatiga y, por tanto, de lesiones de gravedad variable. A pocos sorprende ya la epidemia de lesiones severas de rodilla como roturas del ligamento cruzado, el tendón rotuliano u otras dolencias que mantienen a los profesionales, periodos de entre seis y ocho meses, fuera de los terrenos de juego. He aquí la madre del cordero. El leitmotiv del descontento generalizado entre los futbolistas.

Rodri fue el primero, pero cada vez se han sumado más adeptos a la idea de una huelga global en una temporada destrozapiernas. No sólo hay que mirar en el calendario las competiciones habituales y los parones de selecciones, sino que también hay que estar pendiente al nuevo formato de Champions League que ha entrado en vigor este año. Un formato de liguilla de 36 equipos (eran 32 hasta la 23/24) en la que cada equipo juega ocho partidos (dos más que antaño). Los ocho primeros clasificados en la primera fase de la regularidad se llevan un pasaporte directo a los octavos de final. Sin embargo, el resto, a excepción de los doce últimos, jugarán una ronda preliminar de dieciseisavos. Es decir, cada partido es decisivo al cobrar una relevancia especial la diferencia de goles anotados y encajados.

Más esfuerzo y menos descanso

A la invención de UEFA con la Champions para neutralizar la amenaza de la Súperliga, se le suma la ocurrencia de sus hermanos mayores -FIFA- de incrustar en el ya de por sí superpoblado calendario una competición de clubes a escala planetaria. Una especie de Copa del Mundo de Clubes -también cuatrianual- que, salvo sorpresa se celebrará entre el 15 de junio y 13 de julio, y, para más inri, será Estados Unidos su primera sede. Con lo cual, más partidos al año para los clubes clasificados y más viajes; además de un consiguiente retraso de las pretemporadas para los 32 participantes, que tendrán que hacer encaje bolillos para preparar otra temporada de saturación excesiva.

Todo ello ha generado un caldo de cultivo extraño en el mundo del fútbol, especialmente entre los jugadores, que ya han empezado a alzar la voz. Rodrigo Hernández, antes de lesionarse del ligamento cruzado de su rodilla derecha, advirtió que ya era “demasiado”. “Alguien tiene que cuidar de nosotros porque somos los protagonistas de este deporte, o negocio, como quieras llamarlo”, dijo la estrella del Manchester City y de la Selección española. Se le preguntó entonces por la posibilidad de una huelga de los futbolistas y la respuesta fue esclarecedora: “Creo que estamos cerca de eso”. “Si le preguntas a cualquier jugador dirá lo mismo. Es una opinión general de los jugadores. Si esto sigue así, llegará un momento que no tendremos otra opción”, remató.

Rodri no está solo y menos después de su desafortunada lesión. Cada vez son más las voces de estrellas mundiales que protestan no sólo por la cantidad exagerada de partidos y su correspondiente solapamiento en el calendario, sino por lo que se desprende de ello. El central del FC Barcelona e internacional francés, Jules Koundé, respaldó las palabras del centrocampista español y mantenía la puerta abierta a un posible parón: “Estoy de acuerdo en todo lo que ha dicho. El calendario cada año se alarga, tenemos más partidos, menos tiempo de descanso”.

Más críptico se mostró el defensa del Atlético de Madrid, César Azpilicueta, quien salía al paso de la intervención de su compatriota para alegar que “los que deciden lo deciden y nosotros nos adaptamos”. Sin embargo, su entrenador, Cholo Simeone, en la rueda de prensa previa al derbi ante el Real Madrid de este domingo, instaba a los futbolistas a la huelga porque “son los únicos que pueden cambiar la situación”. Uno de los capitanes de sus rivales esta jornada, Daniel Carvajal, también alzó la voz. “No tiene ningún tipo de sentido. No podemos rendir 72 partidos”, deslizó el lateral derecho blanco.

Al hilo de las palabras de Carvajal, en la previa del partido del pasado sábado ante el Espanyol, Carlo Ancelotti también se mojó a este respecto. El objetivo, para el técnico blanco, es “jugar menos partidos para evitar lesiones”. Por eso, deslizó ante los periodistas que sus jugadores “no tienen ningún problema en bajarse el sueldo si juegan menos”. Así, subrayó que es capital reflexionar sobre esta situación y advirtió de los profesionales “se están cansando” y “pensando en cambiar el futuro” de este deporte.

¿Huelga a la vista?

Y es que no sólo el poco descanso que tiene el futbolista entre viajes y partidos oficiales es uno de los motivos. La epidemia de lesiones de rodilla -29 en lo que va de temporada- se ha incrementado en este primer mes de competición. No sólo Rodri Hernández. Más recientemente, el portero del Barça y la Selección alemana, Marc-André Ter Stegen, se perderá lo que resta de temporada tras romperse el tendón rotuliano en el encuentro ante el Villarreal.

Plaga de dolencias que no viene de ahora, como tampoco el hartazgo del futbolista, que, aunque en silencio, sondeaba algunos resortes para poner freno a los estamentos que rigen el fútbol en su afán por amplificar el número de partidos. Hay movimientos, pero todo está aún en pañales, tal y como cuenta a ElPlural.com el secretario general de la Asociación de Futbolistas Profesionales (AFE), Diego Rivas. El exjugador de Real Sociedad y Getafe, entre otros, atendió a este periódico para explicar que en el sindicato de futbolistas “llevan tiempo detectándolo”.

Rivas admite que la situación “se ha agravado esta temporada”, especialmente con el anuncio del Mundial de Clubes y la implementación del nuevo formato de Champions. Ambas competiciones han motivado reestructuraciones en los planes físicos de los principales equipos de todo el mundo. Decisiones que, además, se han tomado de manera unilateral, tal y como expone la mano derecha de David Aganzo en el sindicato. “No se ha contado con los futbolistas para nada”, denuncia, al tiempo que celebra que hayan sido los propios protagonistas quienes hayan encendido “la voz de alarma”.

“Nosotros no queremos que se juegue con la salud de los futbolistas y tampoco que el resto de competiciones sufran sus consecuencias”, expone Rivas a pregunta de este medio. La situación es delicada, pero de momento no hay un plan o estrategia sólidas. “No hay movimiento. Las veces que nos hemos encontrado con los jugadores ya nos indicaron esta problemática. Es que no son sólo los partidos, sino también los viajes, que provoca que no lleguen en las mejores condiciones a los partidos”, ha detallado.

Lo cierto es que no es una cuestión que afecte en exclusiva a España, pues ya hay movimientos -aunque ínfimos- en otros países de Europa. Otros sindicatos comenzaron en verano a mover ficha presentando una demanda contra la sección europea de Fifpro -sindicato internacional-. La PFA, sindicato mayoritario en Inglaterra, contrató al célebre abogado del caso Bosman, Jean-Louis Dupont, junto a sus colegas franceses para este proceso. Denuncia a la que se adhirieron los italianos en la primera parte de una estrategia legal contra FIFA que continuará el próximo 14 de octubre con una queja a la Comisión Europea.

Por este motivo, en la AFE se muestran más precavidos a este respecto. “Queremos hablar con todos los actores. Son muchos países, muchos jugadores de distintas ligas… Hay que ver todo”, expone. Interrogado sobre la posibilidad del parón, Rivas sostiene que es uno de las últimas paradas en este recorrido: “Esperemos que no haya que llegar a la huelga. Es el último paso, pero si es necesario… Lo que querremos entonces es que se haga con todas las garantías legales para proteger a los futbolistas que quieran hacerla. Por eso queremos analizar las legislaciones de los diferentes países y, a partir de ahí, apostar por el diálogo”.

En cualquier caso, el apoyo del sindicato de futbolistas españoles, tal y como expresó su secretario general a preguntas de ElPlural.com, a los jugadores es irrevocable. Su presidente, David Aganzo, tampoco cerró la puerta al paro, pero opta por mantener una posición más prudente. “Estamos para informar y proteger en la parte legal. No pueden hacer una huelga ilegal. Llevamos tiempo trabajando”, ha declarado recientemente ante los medios de comunicación.

Problemas médicos

En suma, en el último informe anual de Fifpro se adjunta un dossier que resume la relación entre saturación y lesiones. Un estudio que firma el doctor John Kiely, asociado de Rendimiento humano e innovación de la Universidad de Limerick & Orreco. El análisis, de lo más exhaustivo en la materia, expone lo siguiente: “Partidos cada tres días, viajes a través de varios husos horarios, estrés de los medios, presión por las convocatorias, problemas de sueño y minutos excesivos de juego sin una recuperación adecuada. Esta mezcla de cargas externas y retos psicoemocionales internos crea la Tormenta Perfecta”.

Kiely concluye que todo este cóctel de excesos físicos provoca “inflamaciones, aumenta la sensibilidad de los tejidos, genera residuos energéticos que entorpecen las señales neuromusculares y distorsionan nuestras evaluaciones sobre la capacidad y la competencia”. Además, subraya que, “a nivel micro”, los movimientos aprendidos por los futbolistas “se vuelven más irregulares, se deteriora la finura del movimiento y se acumulan los errores”. Por su parte, en el plano macro, los “movimientos habituales cambian al deteriorarse su calidad” y la percepción de los facultativos sobre “los riesgos” es “menos fiable”.

 

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