“Vivimos en una sociedad muy dolorosa, no nos damos cuenta y el mundo está en llamas”, sostenía Núria Espert hace unos meses en este diario al tiempo que confesaba que sentía “esa vergüenza de estar preocupada” por hacer bien su trabajo “cuando están pasando las cosas tan tremebundas que están pasando”. Y esa reflexión, consecuencia de no vivir en una burbuja ni aislada del mundo en que vive, sigue intacta cuando dice, en una nueva conversación con El Periódico de España: “Mientras nosotros hacemos cosas con buena voluntad, deseando servir para algo, la televisión nos muestra atrocidades que están ocurriendo delante de nuestras narices, y es muy complicado porque las noticias son siempre pésimas y cuanto más sincero es ese canal que utilizas para informarte más grande se hace la herida”.
De la conciencia de esa herida nace el galardón que recibirá el próximo 8 de octubre de manos de la reina Sofía, el Premio a Toda una Vida Profesional José Manuel Martínez, dotado con 40.000 euros, que la Fundación Mapfre concede anualmente “a las personas que dedican su vida a mejorar la de los demás para reconocer y agradecer ese carácter de generosidad y entrega”. Un galardón que distingue, además de su “excepcional trayectoria profesional y dedicación al arte”, el compromiso y solidaridad de Núria Espert con causas humanitarias “que buscan hacer del mundo un lugar más igualitario, inclusivo y solidario”. El premio se suma a las cerca de 200 condecoraciones, las más destacadas de la escena y la cultura dentro y fuera de España, que la actriz y directora de escena ha recibido a lo largo de toda su trayectoria: el Premio Nacional de Teatro, la Medalla de Oro del Gran Teatro del Liceo, el Premio Princesa de Asturias de las Artes, el galardón especial del Premio Europa de Teatro, un reciente honoris causa de la Royal Central School of Speech and Drama de la Universidad de Londres y el Premio Max de Honor.
A preguntas de este diario sobre si ha pensado de qué manera ha contribuido a mejorar la vida de los demás, señala: “Sí, lo he pensado sobre mí misma y también dentro de mi profesión. Ese buen teatro que he hecho siempre o casi siempre ha hecho que el público salga sonriente y, curiosamente, desde que yo era muy jovencita, con obras como Gigi, por ejemplo, la gente me ha dado las gracias por actuar. Eso ha sido una costumbre, se ha vuelto una costumbre, cuando en realidad es excepcional y bello”.
P. El galardón reconoce su generosidad con los demás pero, ¿cómo ha sido de generosa la vida con usted?
R. Yo creo que lo ha sido en muchas cosas pequeñas y grandes, pero de la vida cotidiana. Tengo devoción por la gente que ayuda a los demás. Todo lo que nosotros manejamos aquí es una gotita de agua o de lágrima, pero hay gente que está luchando con su vida. Esos son mis ídolos.
P. ¿Qué le conmueve en estos tiempos?
R. No me pueden poner en la pantalla unas ruinas y un niñito buscando algo dentro. No puedo soportarlo. Se repite todos los días porque esa locura sigue y crece, sigue y crece. La obra que vamos a estrenar, Todos pájaros, de Wajdi Mouawad, tiene un libreto extraordinario, y él ha escrito cosas para sacarnos una sonrisa porque sabe que no puedes estar así lo que te resta de vida, y tú vas, vienes, comes, ves a los amigos, hablas de eso todo el rato, te pones pesadísima… No sé si eso va a ser posible, aunque la intención es buena, pero la función es una obra maestra.
La Espert, que cumplió 89 años el pasado 11 de junio, lleva tiempo dejando claro que no tiene intención alguna de bajarse de las tablas y en tres semanas comienza los ensayos de Todos pájaros (La Uña Rota), de Wajdi Mouawad, con dirección de Mario Gas, una obra sobre el conflicto palestino israelí que estrenará en diciembre en los Teatros del Canal de Madrid. Fue el primer texto que Mouawad llevó a escena, en 2017, tras ser nombrado director del Teatro de La Colline —“parece escrita esta mañana”, dice Núria— y en él reflexiona, a partir de una actualización de Romeo y Julieta, sobre la herencia recibida y la familia, sobre la construcción de la identidad individual y colectiva o sobre nuestra mirada sobre ese otro al que convertimos en enemigo, ya sea un migrante, un refugiado o alguien con una cultura distinta a la nuestra.
«No amamos la guerra ni la violencia, pero hemos hecho la guerra y hemos sido violentos», dirá Nawal, uno de los tres personajes que interpretaba Núria Espert en Incendios, su primera incursión en el teatro de Mouawad, en 2016. En Todos pájaros, igual que en aquella obra trágica y extraordinaria, también la paz y la bondad se confrontan con el odio y la guerra: “Se trata de una elección y de no dejarse ir solo con palabras, sino de buscar la paz y la bondad verdaderamente. Y se puede hacer desde algo tan bello y maravilloso como el teatro. El teatro siempre ha servido muchísimo. En cada época ha habido siempre unos genios detrás, unos reconocidos y otros no, unos triunfando y otros solo intentándolo, pero esa necesidad de comunicarse creo que es hermosísima. Y esa belleza, si conseguimos hacerlo bien, es muy peligrosa”.
Toda la gente que conozco, la gente que veo, la gente que saludo… Toda esa gente quiere la paz, quiere el sosiego… ¿Dónde está esa otra que no quiere la paz?»
P. ¿Por qué?
R. Porque hay roles o papeles con ambas maneras de pensar. En esta compañía en la que trabajamos todos con Mario Gas, lo que prevalece y lo que se pide a gritos es la paz, la paz. Atreverse (a eso) en estos momentos ya es mucho, pero lo que da terror es que pueda ir creciendo esta locura. Toda la gente que conozco, la gente que veo, la gente que saludo… Toda esa gente quiere la paz, quiere el sosiego… ¿Dónde está esa otra que no quiere la paz? ¿Dónde está? No sé dónde viven ni si están escondidos o sentados en un sillón de raso, pero la cosa es que no tengo más que preguntas.
P. ¿Cuál es su postura frente al conflicto palestino-israelí?
R. Somos fervorosos devotos de los árabes en este conflicto, sin ninguna excepción. Pero me pregunto por las multitudes que, de pronto, pueden arremolinarse al lado de un dirigente y la extrema derecha, en cualquier parte del globo, va ganando montones de adeptos… No sé, soy mala predictora.
P. Su personaje en esta obra es una abuela que se parece un poco a aquella otra que interpretó en La isla del aire, una mujer a la que Mouawad define en este texto como “cabrona por fuera…”
R … Y tierna por dentro. Sí, este personaje, como todos los grandes personajes de la historia del teatro, tiene varias caras, tantas que las reuniones no las hacemos para cenar, sino para hablar y desentrañar todos estos personajes que son muy enigmáticos. Al mío lo tengo que confeccionar aún porque tiene poco texto y eso lo convierte en más difícil, pero pocas veces he estado tan ilusionada.
P. Eso lo dice con cada obra que va a estrenar…
R. ¿Lo digo siempre? Entonces no cuela (risas). Esta obra es magnífica, ojalá estar a la altura.
P. En esta obra está muy presente esa visión del migrante y el refugiado como extraños, como enemigos. ¿Cómo observa la situación que viven en nuestro país y en el resto de Europa?
R. Un migrante no lo sabe, pero está cambiando el mundo. Es uno de los miles de millones que están mutando delante de nosotros. Creo que es un momento en el que todos nos jugamos la dignidad y esto es lo más importante en todas las profesiones, pero en el teatro eso se lleva verdaderamente a las nubes. El migrante está haciendo un papel importantísimo, tristísimo y desdichado, porque hay miles de millones de personas que no tienen comida, ni agua y tampoco tienen casa. Tuvieron una cosa que se parecía a una vida, pero ya no. Y yo me pregunto: ¿Dónde va la humanidad?
P. En el fondo, la obra es un viaje en torno a la identidad individual, más allá de la colectiva, en el que todos los personajes se preguntan ‘quién soy’. Usted, fuera de escena, ¿cómo se responde?
R. Ahora soy una señora muy mayor que sigue apasionada por lo que ha sido. Después de mi grupo familiar, que es así de grande (hace un gesto encogiendo la mano), lo que hago es teatro, un teatro para reír, para llorar, para entender, para preguntar, para contestar. La vida me ha dado la oportunidad de elegir lo que quiero y eso lo tiene muy poca gente, muy pocos actores te dirán que hacen lo que les gusta.