Aquí ha habido un museo. En la entrada, cuatro pavos reales pululan desperdigados sin saber muy bien qué está pasando, mientras unos mozos cargan un lienzo de tres metros en un camión. Son los últimos días del Museo Zapadores, un centro de arte ubicado al norte de Madrid que tiene que mudarse, con destino incierto, ante la amenaza inminente de la llegada de las empresas de demolición. La razón: Madrid Nuevo Norte.
«En su momento, aunque la Operación Chamartín era algo que estaba latente, llevaba 35 años en el aire, finalmente nos arriesgamos y nos ha salido mal», reconoce Néstor Prieto, uno de los fundadores del museo, a El Independiente. «Desde el inicio los contratos siempre fueron cada dos años, después cada año y el último cada seis meses. Es muy curioso porque en este última renovación, la propiedad Adif, le ofreció a Madrid Nuevo Norte ampliar el contrato con nosotros, algo que sí que ha ocurrido con el autocine, a los que han renovado hasta 2028, pero Madrid Nuevo Norte pidió que por favor que no nos renovaran».
La Ciudad del Arte/Museo Zapadores llegó a este antiguo cartel militar de zapadores ferroviarios en 2018. En el entorno hay unas cuantas naves y talleres antiguos, un poblado de chabolas y las vías que llevan a la estación de tren de Fuencarral. «Esto estaba completamente abandonado, estuvo durante mucho tiempo como almacenaje de archivos de papel, cuando se fue esa empresa nosotros lo alquilamos a Adif. Antes de que llegáramos había estado ocupado, y estaba sin instalación eléctrica, sin agua, sin luz ni nada. Lo pusimos nosotros», cuenta Prieto. Junto a Francisco Brives, ambos se empeñaron en darle una nueva vida a un lugar prácticamente desamparado y construir un espacio dedicado al arte de vanguardia.
Durante estos seis años, el museo se ha convertido en una alternativa cultural diferente, descentralizada, en el que dos barrios vecinos pero antagónicos han establecido un curioso punto de encuentro. «Tuvimos muy buena acogida, Fuencarral es un barrio muy activo y aunque nosotros en principio no habíamos pensado tanto en Las Tablas, porque queda justo al otro lado de las vías, también ha servido como puente. Al final Las Tablas es una comunidad de gente joven, pisos nuevos, no hay nada más que restaurantes y tomaron este espacio como una zona de ocio diferente a lo que ocurre allí en el fin de semana», comenta su fundador.
En este espacio de 23.000 metros cuadrados se había establecido una colección permanente con más de 1500 obras de arte, firmadas por artistas como Marina Núñez, Nassio Bayarri, Juan Genovés, José Manuel Ciria, Paz Muro, grandes figuras del mundo del arte que tienen obra en otros grandes museos como el Reina Sofía o el MoMA. También una amplia cartera de artistas jóvenes, consagrados y emergentes, nacionales e internacionales. Además, estaba también la Galería San y un espacio para residencias y talleres. Todo ello formaba un complejo exclusiva y puramente dedicado a la creación artística, con cerca de 28.000 visitantes al año.