La fuerza naval de China se encuentra en pleno proceso de expansión de capacidades y tecnologías. En los últimos años, Pekín ha pasado prácticamente de carecer de embarcaciones de primer orden a incorporar en su catálogo un total de tres portaviones que le otorgan una proyección estratégica relevante respecto a sus países vecinos. De hecho, por primera vez en la historia, el trío de buques —de los que España no tiene ninguno similar— ha estado desplegado en la región cumpliendo diferentes misiones y abordando objetivos particulares de cada plataforma. Mientras, aumenta la tensión prebélica y otros países como Japón toman posiciones, con el primer buque de guerra nipón que cruza el Estrecho de Taiwán, el destructor Sazanami.
El portaviones Liaoning, junto con su grupo de embarcaciones, ha estado desplegado en el mar de Filipinas, mientras que el Shandong y su séquito naval han hecho lo propio en la isla Hainan, según ha publicado el periodista Ian Ellis tomando imágenes satelitales del pasado 18 de septiembre. Los grupos que conforman cada uno de estos despliegues están formados, al menos, por 4 destructores, un buque de apoyo al combate o una fragata. Algunas fuentes también indican la posibilidad de acompañamiento de un submarino.
Al mismo tiempo, el portaviones Fujian abandonó el astillero Jiangnan en Shanghái donde se encuentra ultimando su preparación para realizar algunas pruebas en mar abierto. Este modelo de embarcación es, realmente, el primero de diseño, desarrollo y construcción plena en China, y también el único que cuenta con una catapulta para el despegue de las aeronaves desde la cubierta.
«En general, incluso teniendo en cuenta el hecho de que el Fujian aún no ha entrado en servicio, estos despliegues proporcionan una poderosa indicación de la creciente presencia y capacidades de la Armada del Ejército Popular de Liberación», recogen en TWZ. «Especialmente en lo que respecta a su fuerza de portaviones».
La semana pasada, el portaviones Liaoning y su acompañamiento se encontraban navegando al oeste de Taiwán, según indicó el ministro de Defensa de Taipéi. Esa misma embarcación pasó luego por primera vez entre las islas Yonaguni e Iriomote, en la prefectura japonesa de Okinawa, dos enclaves estratégicos en los que Japón ha desplegado en los últimos tiempos sistemas de guerra electrónica y tecnología de reconocimiento para monitorizar el paso de embarcaciones militares chinas, según The Diplomat.
La capacidad de posicionar portaviones al este de Taiwán da a China un nuevo vector de ataque hasta ahora poco explorado. También permitiría, en caso de conflicto armado, el bloqueo de ayuda proveniente de esa región, donde Taipéi cuenta con sus apoyos más firmes como Estados Unidos. El ministro de Defensa taiwanés indicó la semana pasada que la actividad militar china se está volviendo «cada vez mayor», al tiempo que la inteligencia del Pentágono ve posible un ataque alrededor del año 2027, cuando algunos de los programas de defensa de Pekín pasen a la actividad.
Fujian, el más grande
El portaviones comenzó a construirse a mediados de los años 2010 como parte de un programa mayor de China que pretente ser en 2049 —centenario del Ejército Popular de Liberación— el país con mayor potencia militar del mundo. En un primer momento, la Comisión Militar Central de Pekín tenía la intención de dotar al Fujian de un sistema de catapultas alimentadas por vapor, una tecnología que ha demostrado fiabilidad, pero ya está muy superada.
En 2013, antes de que comenzaran los trabajos de construcción en el astillero, se comunicó finalmente que se iba a optar por catapultas electromagnéticas. Éstas permiten a las aeronaves que operen en el buque despegar con más combustible y armamento. Y, además, China se alinea de esta forma con otras embarcaciones de similar porte y propósito como el portaviones USS Gerald R. Ford de Estados Unidos.
Hace justo un año, Pekín retiró las coberturas de los rieles de esas catapultas dejando a la vista de todos la cubierta de vuelo del portaviones. El evento coincidió con la salida al mar de la embarcación por primera vez tras finalizar los trabajos en el dique seco.
Esta tecnología ayuda a las aeronaves a conseguir la velocidad necesaria para poder despegar de la corta pista del buque. Hasta la introducción del Fujian, los dos portaviones de China emplean una rampa de lanzamiento como método para la salida de los cazas, lo que exige un mayor desgaste a los motores de reacción e incrementa en parte el riesgo en las operaciones.
Durante las pruebas llevadas a cabo en los últimos 12 meses, la Armada del Ejército Popular de Liberación se ha centrado en la evaluación de los sistemas de propulsión, navegación y comunicaciones del barco. Las primeras operaciones con aeronaves a bordo deberían comenzar en las próximas semanas, siempre y cuando el calendario que ha estado manejando Pekín sigue su curso y el portaviones se activa el próximo 2025.
Como suele ocurrir con todo lo que toca la esfera militar, el gobierno chino es muy reacio a proporcionar información oficial sobre el desarrollo del CNS Fujian. Tampoco de las especificaciones técnicas detalladas ni mucho menos del armamento que un día protagonizará buena parte de la proyección operativa de la embarcación.
Tan sólo se conoce que tiene una eslora de 316 metros por una manga de 76,5 metros en la cubierta de vuelo que se reparten las más de 80.000 toneladas que tendrá de desplazamiento a plena carga. El apartado de la propulsión corre a cargo de un par de turbinas que proporcionan giro a 4 ejes con una potencia total superior a los 220.000 caballos.
Una de las cuestiones clave en este tipo de buques es su capacidad de transporte. Pues bien, se estima que el CNS Fujian podrá transportar entre 48 y 60 aviones, helicópteros y drones. Una cifra con la que China no consigue superar al USS Gerald R. Ford de Estados Unidos, con el que la Navy puede trasladar hasta 75 aeronaves.
En cuanto al armamento, podría contar con dos lanzadores de misiles PL-10 y PL-15, uno de corto alcance y otro con un alcance con más de 200 kilómetros. Sin embargo, para comprobar la efectividad de este portaaviones habrá que esperar a los primeros ensayos completos y a las maniobras en las que seguro participará una vez se integre en las filas militares.
Liaoning y Shandong
El buque Liaoning se incorporó en las filas chinas a principios de los años 2000 y supuso el primer portaviones de la Fuerza de Superficie de la Armada del Ejército Popular de Liberación. Su origen se remonta a los años 80 en la Unión Soviética y, más concretamente, al astillero Mykolaiv South ubicado en Ucrania.
Tras la desintegración de la Unión Soviética en 1991, la embarcación quedó a medio construir en los astilleros y en 1998 China la adquirió. Tras cuatro años en territorio ucraniano, finalmente la embarcación se trasladó a un astillero chino donde se finalizó y se puso en servicio en 2012.
El Liaoning carece de catapulta para el despegue de las aeronaves, según indica The National Interest, pero China ha decidido probar el J-31B que no cuenta con un sistema de despegue y aterrizaje vertical. Esto puede suponer una prueba de fuego para el caza, que tendrá que hacer uso de la rampa para su ascenso y así contrastar su potencia para cuando entre en servicio a bordo de la embarcación. Del mismo modo, China cuenta con un buque de similares características denominado Shandong.
El portaviones cuenta con una eslora de 306 metros por 74,4 de manga en su parte más ancha. El desplazamiento alcanza las 60.900 toneladas a plena carga y puede alcanzar los 57 kilómetros por hora junto a una autonomía de 7.130 kilómetros. También cuenta con armamento especialmente diseñado para labores de autoprotección.
En cuanto al Shandong, se trata de una variación del portaviones Liaoning que se puso en activo en 2019 y, por ahora, se erige como la plataforma más moderna de su tipo de cuantas tiene China. El diseño original del buque pertenece a la clase Kuznetsov —la misma que su buque hermano— y los ingenieros del astillero Dalian encargados de su construcción lo modificaron a conveniencia para adaptarlo a las necesidades chinas.
Tal y como indicó en su momento la agencia de noticias Xinhua, China comenzó a construir este segundo ejemplar en 2013 y se colocó la quilla en dique seco en marzo de 2015. No fue hasta 2017 cuando se botó el Shandong, comenzando entonces un periodo de pruebas de dos años.
Curiosamente, Ma Xiaoguang, por entonces portavoz de la parte continental de China en al Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado, declaró que estaba orgulloso del gran logro alcanzado por el país en la modernización de la defensa nacional y el ejército. La medida, continuó, «ayudará a fortalecer nuestra capacidad para salvaguardar la soberanía nacional, la integridad territorial, así como los intereses principales y fundamentales».