Protestar, incluso pacíficamente, está a punto de convertirse en delito en Italia. El Parlamento italiano, por iniciativa del Gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni, trabaja en un proyecto de ley -el decreto ley 1660- que introduce nuevos delitos, sanciones y agravantes en penas relacionadas con protestas callejeras contra las instituciones, actos de resistencia (también pacífica) en cárceles y la ocupación irregular de viviendas, entre otros. La medida, considerada como una «criminalización del disenso» propia de un «Estado policial» por la oposición de centroizquierda y amplios sectores de la sociedad, ha sido aprobada en estos días por el Congreso transalpino y está ahora siendo discutida en el Senado.

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