El desafío de Santiago de llegar a los 100.000 habitantes sigue sin alcanzarse. Según los datos del censo de 2023 publicados este jueves por el INE, la capital gallega tiene 98.716 personas inscritas. El dato supone un aumento de 658 personas con respecto a las 98.058 con las que se cerró el año 2022, un 0,67% más. Del total, 45.845 son hombres y 52.871 mujeres.
Analizando los datos de las siete principales ciudades de la comunidad autónoma se produce un incremento en todas ellas con excepción de Ferrol y Pontevedra, si bien las caídas no son significativas. En esta ciudad del norte de Galiciase pasó de 64.246 habitantes a 64.005 el año pasado, lo que se traduce en una bajada del 0,38%. En Pontevedra hubo un descenso del 0,12% pasando de 82.691 personas inscritas en 2022 a 82.592 en 2023.
En términos porcentuales, la mayor subida se produjo en A Coruña, con un 1,19%, llegando a 247.350 habitantes; seguida de Lugo (1,03%), que, como en el caso de Santiago, tampoco consigue superar la barrera de los cien mil aunque a principios de este verano sus padrones municipales lo anticiparon. En su caso registró una población de 98.189 personas en 2023. Menores incrementos hubo en Vigo y en Ourense, en concreto, un 0,48 y un 0,43%, con 294.910 y 104.187 residentes censados, respectivamente.
Con estos datos Santiago sigue sin lograr ser la tercera ciudad de Galicia en población, lo que se considera “difícil de superar a corto plazo”, según el catedrático de la Universidade de Santiago de Compostela y profesor de Xeografía Humana Carlos Ferrás.
En conversación con EL CORREO GALLEGO apunta como causa principal el problema del precio de la vivienda y subraya que en un contexto actual marcado por la atracción de la inmigración es necesario “pensar en las políticas demográficas y sociales”.
“Los inmigrantes se van a la periferia, donde encuentran precios más bajos de alquiler que en el centro de la ciudad”, señala. Ferrás cita como ejemplo Bertamiráns, Milladoiro, Oroso o últimamente Santa Comba, según los datos de los que dispone.
Además, las viviendas turísticas que pasan al arrendamiento tradicional encarecen los costes. Así, el catedrático de la USC incide en la necesidad de que Santiago se defina en un contexto supramunicipal en las políticas de vivienda y de movilidad.