Siete de siete. El Barcelona sigue intratable. Ayer no brilló pero sumó los tres puntos en una noche que va a servirle a Hansi Flick para reflexionar sobre el futuro más inmediato: que el Barça esté imparable va a condicionar el planteamiento de sus rivales. Sucedió ante el Getafe y, sin duda, va a pasar a partir de ahora. La capacidad goleadora del equipo provoca el miedo en el rival que, como consecuencia, opta por juntar y retrasar las líneas y eliminar el máximo de espacio posible entre la defensa y el portero. O sea, obliga al Barça a atacar en estático. Y esto es muy difícil.
Si ustedes le preguntan a Flick cuál es el escenario ideal para desarrollar su fútbol les dirá que el que se creó en el Villarreal-Barcelona del pasado fin de semana, es decir, el de las idas y venidas. El partido del estadio de La Cerámica se pareció mucho a cualquiera de los que se juegan cada semana en la Bundesliga. El de ayer, contra el Getafe, dibuja el escenario contrario. Marcó Lewandowski el único gol gracias a un error de David Soria pero el Barça no pudo correr y como consecuencia apenas generó cinco ocasiones más en todo el partido, dos de las cuales tras jugadas a balón parado. No hubo los habituales desmarques en profundidad porque no había espacio y porque el pasador estaba asfixiado ante la presión del Getafe; no hubo combinaciones por dentro porque había trivote azulón y tampoco uno contra uno por fuera porque eran uno contra dos. Los de Bordalás siempre obligan a su rival a masticar arena. Y ya se sabe: cuando un equipo no aprovecha sus ocasiones lo puede pagar caro. El remate al aire de Mayoral en el minuto 94 estuvo a punto de dejar helada la grada de Montjuic.
El arranque de temporada del Barcelona empieza a generar miedo y ya saben -porque siempre hay que atender a la historia reciente- que en seguida va a llegar el pánico. Y con él, el autobús. 21 puntos sobre 21 es un hito extraordinario. Las pizarras de todos los entrenadores de la Liga sacan humo y si a los azulgrana les gusta correr habrá que impedirlo. ¿Cómo? Como decíamos, eliminando espacios y acumulando futbolistas cerca de su portero. Todos los grandes Barça han sufrido de lo mismo. Perdónenme por la comparación porque ahora mismo no es oportuna pero Cruyff, Rijkaard, Guardiola y Luis Enrique -los entrenadores ganadores de las cinco Copas de Europa del club-, ya tuvieron que darle muchas vueltas a la idea para sacar rendimiento ante los autobuses de unos rivales completamente asustados por el fútbol de aquellos maravillosos equipos. Mucho nos tememos que la hora de Hansi Flick y su staff ha llegado.
Siguiente episodio, sábado a las 21 horas en Pamplona, ante el nuevo Osasuna de Vicente Moreno.