La acumulación de plásticos en los océanos es uno de los problemas ambientales más acuciantes del siglo XXI. Se estima que cada año terminan en el mar entre 4,8 a 12,7 millones de toneladas de residuos plásticos, fragmentándose en partículas diminutas conocidas como microplásticos, que tienen efectos nocivos tanto para la fauna marina como para los ecosistemas acuáticos.
Aproximadamente el 70% de estos plásticos desaparece misteriosamente, planteando interrogantes sobre su destino final. Ahora, un equipo de investigadores de Japón y Tailandia ha encontrado una pista clave para resolver el enigma: los corales están atrapando estos microplásticos.
El estudio, realizado en Tailandia y publicado en la revista ‘Science of the Total Environment’, arroja nueva luz sobre el papel que juegan los corales en la retención de microplásticos y sus implicaciones para el futuro de los arrecifes.
Desde que se identificó el problema de la contaminación plástica en los océanos, los científicos se habían preguntado dónde acaba la mayor parte del plástico. Porque una fracción significativa desaparece. Este fenómeno, conocido como el ‘problema del plástico desaparecido’, ha desconcertado a los investigadores durante años.
Los resultados de este último estudio sugieren que los corales podrían ser una especie de ‘sumidero’ para los microplásticos. Los investigadores encontraron que los corales no solo capturan estas partículas en su moco superficial y en sus tejidos, sino que también las almacenan en sus esqueletos.
«El ‘problema del plástico desaparecido’ ha sido una preocupación importante para los científicos que rastrean estos desechos marinos, pero esta evidencia sugiere que los corales podrían estar contribuyendo a resolver ese misterio», señala Suppakarn Jandang, autor principal del estudio.
«Dado que los esqueletos de coral permanecen intactos después de la muerte, estos microplásticos depositados pueden conservarse durante cientos de años, de manera similar a los mosquitos en el ámbar«, añade.
Partículas del grosor de un cabello humano
Para realizar esta investigación, el equipo se trasladó a la isla de Si Chang, en el golfo de Tailandia, donde recolectaron muestras de coral en las aguas circundantes. Este lugar es conocido por ser un hábitat de pequeños arrecifes y es objeto de estudios antropológicos por su proximidad a áreas pobladas.
Los investigadores seleccionaron cuatro especies de coral, entre ellas Pocillopora cf. damicornis, una especie de pólipo pequeño que mostró la mayor acumulación de microplásticos en su esqueleto.
Las muestras se sometieron a un proceso meticuloso de análisis en el laboratorio. Se utilizó una técnica química innovadora que permitió descomponer las distintas capas anatómicas del coral (moco, tejido y esqueleto) para identificar y cuantificar los microplásticos atrapados en cada una. En total, se detectaron 174 partículas de microplásticos en las 27 muestras de coral analizadas.
El análisis de los microplásticos hallados en los corales reveló que la mayoría de las partículas oscilaban entre los 101 y 200 micrómetros de tamaño, lo que es comparable al grosor de un cabello humano.
Los fragmentos representaron la forma más común de microplásticos (75% del total), y los colores predominantes fueron negro, blanco y azul. En cuanto a los tipos de polímeros identificados, el nylon, el poliacetileno y el tereftalato de polietileno (PET) fueron los más abundantes, representando el 20,11%, 14,37% y 9,77% de las partículas encontradas, respectivamente.
«Estos resultados confirman que el coral no solo es susceptible a la contaminación por microplásticos, sino que también actúa como un almacenamiento a largo plazo de estas partículas«, comenta Jandang. «Este hallazgo es crucial, ya que sugiere que los corales podrían desempeñar un papel en la retención de plásticos marinos, al igual que los árboles almacenan CO2«, subraya.
Consecuencias a largo plazo
Si bien este estudio se centró en las aguas del golfo de Tailandia, los corales que se analizaron se encuentran distribuidos en arrecifes de todo el mundo, lo que sugiere que el fenómeno podría ser generalizado. Los científicos creen que esta capacidad de los corales para acumular microplásticos podría tener consecuencias a largo plazo tanto para los arrecifes como para el ecosistema marino en su conjunto.
El plástico es un agente estresante para los corales, ya que altera su capacidad para desarrollarse y sobrevivir. A largo plazo, esta acumulación podría afectar a la composición de las comunidades de arrecifes coralinos, reduciendo su resistencia frente a otros factores de estrés, como el cambio climático y la acidificación de los océanos.
Los investigadores insisten en que este es solo el comienzo de una larga serie de estudios necesarios para comprender completamente el impacto de los microplásticos en los ecosistemas de coral.
«Los corales que estudiamos están distribuidos por todo el mundo», explica Atsuhiko Isobe, coautor del estudio. «Para obtener una visión más precisa del impacto global, necesitamos realizar estudios extensivos en diferentes especies de coral y en diversas ubicaciones geográficas. Además, aún desconocemos los efectos exactos que los microplásticos tienen en la salud de los corales y en la comunidad de arrecifes en general».
«Es necesario desarrollar métodos estandarizados para estudiar la acumulación de microplásticos en los corales y así generar datos comparables a nivel mundial», concluye Isobe. «Solo de esta manera podremos evaluar con precisión el impacto de los microplásticos en los ecosistemas marinos y desarrollar soluciones efectivas para proteger los arrecifes de coral, que son esenciales para la biodiversidad marina», expone.
Informe de referencia: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0048969724063666
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