Rosalía, catalana universal, tiene a menudo gestos que denotan algo de morriña, lejos como está gran parte del tiempo (este martes, por ejemplo, en el desfile de una glamurosa marca de alta costura en París) de su tierra y de Barcelona, ciudad en la que no se crió (es natural de Sant Esteve Sesrovires, Baix Llobregat) pero sí que se formó y mezcló: su figura se compone y se comprende a través de sitios tan dispares como la Escola Superior de Música de Catalunya (Esmuc) o la plaza dels Àngels. Instalada en una órbita remota pues, la genial artista aprovecha calles del Raval para rodar videoclips, recomienda el bar El Pollo mientras saliva recordando su tortilla o ejerce de madrina de una beca de cante flamenco en el mencionado centro de formación barcelonés.
Y, en una continuación de esa relación inquebrantable con la ciudad, esta noche entregó «un regalo» a Barcelona, como se anunció su contribución al Piromusical de la Mercè, firmando la selección de canciones que acompaña los tradicionales fuegos artificiales que cierran la fiesta mayor de la capital catalana. En la avenida Maria Cristina, donde se congrega la multitud de habituales amantes de las lucecitas de colores, el estruendo y el olor a pólvora, se sumó esta vez un generoso ejército de ‘motomamis’ que, en realidad, no sabía muy bien qué se iban a encontrar o, más concretamente, qué iban a escuchar. La única certeza era que sería un espectáculo con altura, que diría su autora (ya saben, en referencia al bombazo con J Balvin). Literalmente, el fuego sube hasta los 200 metros de altitud quemando 1.363 kilos de pólvora en 11.900 disparos.
Así, Barcelona apostó de nuevo por un Piromusical con una banda sonora de autor, fórmula que inició con éxito en 2023 el festival Sónar con motivo de su 30 aniversario, para poner el punto y final a cinco días de fiesta de una ciudad habituada a convertirse en ese gran cartel publicitario disponible con el que uno se cruza por la autopista y en el que proyectar nombres despampanantes. Anoche el letrero luminoso destacaba a Rosalia Vila Tobella, que más allá de estrenar en este contexto su nueva canción (‘Omega’, con el también genial Ralphie Choo), decidió incluir tres de sus éxitos en la quincena de temas escogidos para el Piromusical, un espectáculo de media hora.
«Canciones que me gustan muchísimo»
El espectáculo empezó con un mensaje de audio previo de la cantante con su característica voz pícara y risueña. «Son canciones que me gustan muchísimo», expuso, antes de un inicio con la intensidad que reclama el mambo electrizante de ‘Despechá’. El esperado momento de su colaboración con Ralphie Choo, combinación que se apreció excelente, se lanzó rápidamente en un primer bloque con marcado acento caribeño. Mención y señal de respeto a la música jamaicana con la inclusión de ‘Summer Time’, de Vybz Cartel, y ‘Hold You’, de Gyptian, esa pieza que cimentó en forma de ‘sample’ el superéxito ‘Vaina loca’ (Fuego) años después. Una sección que acabó con el único recuerdo a la cultura popular barcelonesa: fue a ritmo de rumba, por supuesto, y fue, por supuesto, con Peret y su ‘Gitana hechicera’.
Siguió la ecléctica selección, quizá con menos mensaje del esperado (circulaban teorías de todo tipo), y destacable fue la introducción de dos de las bandas más importantes de las últimas décadas: Arctic Monkeys (‘I wanna be yours’) y The Strokes (‘Last nite’). El catalán, por cierto, solo se escuchó por boca de la propia Rosalía con ‘Milionària’, un tema no exento de polémica en su día avivada por guardianes de la lengua. Después, la noche se puso ‘dance’ con ‘Just the way you are’, de los italianos Milky, y el fantástico disco de la estadounidense Caroline Polacheck ‘Desire, I Want To Turn Into You’ estuvo representado con ‘I believe’ en el que, seguramente, fue el momento más mágico de la noche. Aunque después la encadenación de la grabación de ‘Unchained melody’, de Elvis Presley en Ann Arbor (Michigan) en 1977, hilada con ‘The night we met’, de Lord Huron, alumbraran el camino para un final de traca con guiño al pop árabe arraigado en Europa con ‘Tek tek’, de Dystinct, y ‘Sheftek’, de ese genio oculto madrileño que se hace llamar nusar3000 con Azuleja. Y con el cielo iluminado constantemente por destellos incesantes resonó eso de «el mejor artista es Dios» que repite la protagonista de la noche, una iluminada Rosalía, en ‘CUUUUuuuuuute’.