Hay jugadas que marcan la trayectoria en un equipo de un jugador o, en este caso, de un guardameta. Poussin la vivió en el Real Zaragoza el 14 de octubre pasado en El Molinón con el robo de Insua sobre la bocina cuando se disponía a sacar el balón y un 2-2 que acentuó la caída zaragocista que se acabaría llevando a Escribá poco más de un mes después tras un inicio inmaculado de 5 triunfos consecutivos. Ese error, los que cometió una semana antes ante el Alcorcón y el de Copa ante el Azteneta que supuso la eliminación hubieran acabado con la etapa de cualquiera en un club y no lo han hecho con la del arquero galo, que ha renacido y que regresa a Gijón en su mejor momento, pletórico de confianza y como héroe del zaragocismo.

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