China ha lanzado el miércoles su primer misil intercontinental (ICBM, por sus siglas inglesas) al Océano Pacífico en cuatro décadas y horas después lo ha calificado de rutinario. Para explicar lo primero sólo hay hipótesis y lo segundo es un pedestre intento de combatir a los que alimentan el miedo a China.
El misil con una cabeza nuclear simulada ha partido de la isla tropical de Hainan a las 8.44 AM (hora local) y se ha hundido en algún punto del Océano Pacífico. No ha desvelado Pekín el tipo de proyectil ni su rumbo. Sostienen los expertos que se trata de un DF-41, el misil chino de mayor alcance. Puede volar hasta 15.000 kilómetros, suficientes para golpear suelo estadounidense, con una decena de cabezas nucleares.
«Los países afectados habían sido informados”, ha aclarado el Ministerio de Defensa. Esa cortesía elemental entre potencias militares fue instaurada por Estados Unidos y la Unión Soviética en la Guerra Fría si sus misiles desbordaban el perímetro nacional. No ha aclarado Pekín qué países han sido avisados así que serán necesarios cálculos posteriores para trazar su trayectoria.
Prueba «rutinaria»
Se ha esforzado China luego en desdramatizar la prueba y vestirla de cotidiana. Es «rutinaria», forma parte de las «maniobras anuales», cumple con «las leyes y usos internacionales» y no está dirigida hacia «ningún país en concreto», según el comunicado del Ministerio de Defensa.
La última prueba de un ICBM fue en 1980 con un antediluviano Dongfeng-5 lanzado al Pacífico Sur, donde una flota de barcos de guerra recogieron los datos de su vuelo. China se convirtió en el tercer país con una prueba exitosa de un ICBM tras Estados Unidos y la URSS.
Los sinólogos han dedicado el día a debatir sobre su sentido porque el cuándo no es menos relevante que el qué. Si los lanzamientos parten de Corea del Norte se habla de demostraciones de fuerza frente a un contexto hostil y a esa doctrina se han sumado muchos: el misil como mensaje hacia los gobiernos con los que acumula pleitos en el Mar del Sur de China, hacia Taiwán o hacia Estados Unidos.
Zona sin agravamiento de tensión
Pero cualquier examen descarta el agravamiento en la zona. Sólo los roces con Filipinas son nuevos y no es probable que Pekín necesite de un ICBM contra un vecino tan cercano. Las tensiones con Taipei son las habituales cuando gobiernan los independentistas y con Washington disfruta de una extraña calma. No se ve necesario un golpe en la mesa y, en todo caso, sería más propio de las rabietas norcoreanas que de un país que se presenta como una fuerza de paz y estabilidad global.
China ha lanzado sus misiles habitualmente hacia los vastos desiertos de Xinjiang, su mayor y más despoblada provincia, al oeste del país y fronteriza con las repúblicas del Asia Central. La prueba de este miércoles, probablemente, se explica porque el desarrollo de su programa misilístico exige ya vuelos que desbordan su territorio nacional.
El ensayo engrasará los discursos que alertan sobre la creciente amenaza nuclear china. El Pentágono no ha ahorrado esfuerzos. Según su último informe, China cuenta ya con 500 cabezas nucleares y alcanzará el millar en 2030. Si esas cifras son ciertas, y no es un condicional menor, China contará entonces con una décima parte de las que almacena Washington y Moscú. Pekín es el único de los tres que se adhiere al principio de «no primer uso», es decir, que sólo podría lanzar una bomba nuclear tras sufrir un ataque de la misma naturaleza.
Las escuelas que forman a los cuadros del partido dedican mucho tiempo a las causas del colapso soviético para evitar repetirlas. Entre ellas está subrayada la irresponsable carrera armamentista con Estados Unidos que drenó sus recursos. Los cuarenta años transcurridos entre los dos lanzamientos «públicos» de un misil intercontinental sugieren que China ha aprendido las lecciones de la Historia.