España acaba de aprobar su gran hoja de ruta para la transición energética y la lucha contra la crisis climática. El Consejo de Ministros ha aprobado este martes y ha remitido a Bruselas su última actualización del ya conocido Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). En este, el Gobierno se compromete a reducir un 32% las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los niveles de 1990, a acelerar la descarbonización del sistema eléctrico y a producir un 81% de su energía a partir de fuentes renovables para 2030. Con la aplicación de estas medidas, España espera reducir a la mitad las muertes prematuras asociadas a la contaminación antes de que acabe esta década.
En 2019, se estima que la mala calidad del aire provocó al menos 11.952 fallecimientos prematuros en España. La mayoría de estos, relacionados con enfermedades cerebrovasculares y pulmonares que empeoran con la polución, así como con otras patologías respiratorias crónicas y a algunos tipos de cáncer asociados a la exposición a entornos contaminados. Según los cálculos del Ministerio para la Transición Ecológica, responsable de la elaboración de este plan estratégico, los recortes de emisiones previstos para los próximos años reducirán hasta un 49% las muertes prematuras asociadas a la polución en España. El objetivo es que para 2030 las cifras de mortalidad relacionadas con este fenómeno no superen los 6.095 casos anuales, la mitad que en 2019.
El objetivo es que para 2030 las cifras de mortalidad por polución no superen los 6.095 casos anuales, la mitad que en 2019
La previsión es que, con la aplicación de las medidas previstas en este plan, se produzca un descenso de hasta el 60% en la concentración de ciertos contaminantes en la atmósfera. Al menos sobre el papel, se espera una reducción de casi el 60% en la presencia de dióxido de azufre (un derivado directo de la quema de combustibles fósiles, así como procesos industriales relacionados con la refinería de petróleo o la fundición de metales). También se espera un descenso sustancial de las concentraciones atmosféricas de óxidos de nitrógeno (también relacionados con el tráfico viario), de dióxido de carbono (el gran ‘acelerador’ del cambio climático) y de partículas finas (una de las sustancias que más contribuye a la mala calidad del aire en las ciudades).
Amenaza ambiental
Hace años que la Organización Mundial de la Salud advierte que «respirar aire contaminado se ha convertido en la mayor amenaza ambiental de nuestra era«. A escala global, se estima que la mayoría de la población está expuesta a niveles peligrosos de contaminación y que, en total, este fenómeno provoca anualmente unas siete millones de muertes prematuras. En el caso de Europa, según confirman varios estudios, en los últimos veinte años se han producido mejoras sustanciales en las políticas para mejorar la calidad del aire pero, aún así, aún no se ha llegado a unos estándares seguros y saludables para el conjunto de la población europea.
En estos momentos, ninguna ciudad española cumple todos los límites europeos para luchar contra la contaminación
En España, según datos del Observatorio de Sostenibilidad, Madrid y Barcelona destacan como las ciudades con peor calidad del país. Otras metrópolis españolas como Granollers, Mollet del Vallès, Leganés, Marbella, Granada, Granollers y Murcia también registran niveles de polución atmosférica excesivamente altos y que resultan «incompatibles con una buena salud». Sobre todo en las zonas más vulnerables de estas ciudades. En estos momentos, se estima que prácticamente ninguna gran ciudad española cumple con todos los límites europeos para luchar contra la contaminación.
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